Aviso a navegantes
?El dolor? A veces es bueno retenerlo, dejarlo crecer dentro. Resulta m¨¢s soportable si no m¨¢s f¨¢cil soltar cualquier improperio, la mayor ruindad, el mayor disparate (o, ?ay!, cometerlo) a modo de ant¨ªdoto porque deshabita y traslada el ojo del hurac¨¢n al otro. Y si encima se comete con ello un abuso pol¨ªtico -o moral- tanto mejor, porque el pasar de abusado a abusador gratifica y borra cualquier ceniza de p¨®lvora. En cambio, dejarse macerar por el dolor procura distancia y contribuye a una mayor ecuanimidad. Sentir el dolor del otro, sentir con el otro, admirar la solidaridad del otro con el otro contribuye a mejorar la opini¨®n sobre el g¨¦nero humano que los autores de la matanza y los carro?eros que les corren detr¨¢s hab¨ªa debilitado. Y al sentir con el otro es f¨¢cil que uno prefiera enajenarse de sus propias palabras y tomar las de quien tambi¨¦n sinti¨® tanto o m¨¢s dolor:
"Hay golpes en la vida, tan fuertes....Yo no s¨¦!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma...Yo no s¨¦!
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro m¨¢s fiero y en el lomo m¨¢s fuerte.
Ser¨¢n tal vez los potros de b¨¢rbaros atilas:
o los heraldos negros que nos manda la Muerte".
Claro, el poema es de Cesar Vallejo y se titula, como el lector habr¨¢ adivinado por el ¨²ltimo verso, Los heraldos negros.
Pues bien, la Muerte ha vuelto a enviarnos sus heraldos que son tan negros como los otros que nos enviaba, de ah¨ª que quepa hacer dos avisos para navegantes. El primero va destinado a quienes creen que hay heraldos y heraldos, no s¨¦, como si los heraldos verdaderamente malos fueran los negros frente a cierta clase de heraldos tricolores a los que nos hab¨ªamos acostumbrado y que de repente ser¨ªan unos heraldos blancos que no hubieran asesinado nunca.
Un imb¨¦cil dijo que brindar¨ªa con champ¨¢n si hubieran sido aqu¨¦llos y no ¨¦stos los autores de la masacre de Madrid. Supongo que a estas alturas debe de estar o seguir borracho, pero tambi¨¦n igual de tonto que antes. Pues bien, han sido los otros, d¨¦moslo por cierto. ?Y qu¨¦? ?Qu¨¦ cambia aqu¨ª, en este rinc¨®n en el que vivimos? ?Acaso ETA va a empezar a avisar ahora a los que les vaya a pegar un tiro en la nuca o a colocar una bomba lapa? Cuando se pone todo para matar, es la muerte la que se busca, como ha ocurrido ya cuando se avis¨®, pero tarde, o fallaron los supuestos mecanismos destinados a matar s¨®lo de mentiras. M¨¢s all¨¢ del impacto electoral que haya podido tener la autor¨ªa de Al Qaeda y que usted, querido lector, ya sabr¨¢ cuando tenga estas suputaciones entre las manos, lo importante es que tengamos en cuenta que la masacre de Madrid representa apenas el 25% de los muertos que ha causado ETA, y en esta contabilidad macabra no vale arg¨¹ir que no es lo mismo la muerte de una vez que muerto a muerto.
Avisados los carro?eros, s¨®lo queda lanzar un aviso a la propia carro?a. Han gritado corriendo que no han sido ellos, cuando secretamente deben de aplaudir que alguien haya hecho con mayor efectividad lo que ellos vienen buscando. Pero la brutalidad de Madrid quiz¨¢s les deber¨ªa llevar a otro tipo de reflexiones. ?Qu¨¦ les queda por hacer? Si hacen menos no conseguir¨¢n ning¨²n impacto, sino el de mayores movilizaciones ciudadanas porque nadie est¨¢ dispuesto a tolerar una muerte m¨¢s. Y si hacen m¨¢s, ?no se les ha dicho ya que representar¨ªa su suicidio? S¨®lo les resta, pues, irse. Adi¨®s, agur, good bye, execrables heraldos de la Muerte. Que la historia os acoja en sus cloacas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.