La noche negra del PP: de la perplejidad a la conmoci¨®n
Rajoy sigui¨® el escrutinio con su mujer y sus hermanos, y Aznar acudi¨® a acompa?ar al candidato a las diez y media
Ni en sus pron¨®sticos m¨¢s pesimistas, el PP preve¨ªa un resultado por debajo de los 165 diputados, uno m¨¢s de los que el domingo consigui¨® el partido ganador, el PSOE. Por eso, a las ocho de la noche, la direcci¨®n del PP se tom¨® las encuestas a pie de urna, conocidas como israelitas, como una muestra m¨¢s del "voto oculto" que, hasta ayer, parec¨ªa tener el partido que los votantes han sacado del Gobierno.
S¨®lo hab¨ªa que esperar a que avanzara el escrutinio en "una larga noche", y as¨ª lo proclam¨® Gabriel Elorriaga, el jefe de la campa?a electoral de Mariano Rajoy.
Pero las israelitas (encuestas hechas en el colegio electoral) se quedaron muy cortas y la derrota fue a¨²n m¨¢s cruda: el PP perdi¨® 35 esca?os y m¨¢s de 700.000 votos pese al fuerte aumento de la participaci¨®n. Perdi¨® la mayor¨ªa absoluta hasta en el Senado y cay¨® en la cuenta de cu¨¢l es la realidad en poco m¨¢s de una hora tras el cierre de las urnas.
"Algunos votantes nuestros se asustaron al ver el odio de esos pac¨ªficos manifestantes"
Un miembro de la direcci¨®n apostaba por 170 esca?os, "ni uno menos"
"No d¨¢bamos cr¨¦dito a que pudiera producirse un castigo tan tremendo"
"Nos dimos cuenta enseguida, a partir del 35% de escrutinio ya qued¨® claro que no se produc¨ªa el cambio de tendencia que esper¨¢bamos", asegura uno de los responsables del PP en el seguimiento de los datos. A partir de ese momento, el PSOE se clav¨® en el entorno de los 165 esca?os y las mejoras del PP se iban produciendo con cuentagotas. Ser¨ªan, cuenta este dirigente popular, alrededor de las 9.15 cuando ya quedaba muy poco espacio para el optimismo.
La cosa no estaba para fiestas y Mariano Rajoy sigui¨® el escrutinio desde su despacho, acompa?ado por su mujer, Elvira Fern¨¢ndez, y sus hermanos, Luis, Enrique y Mercedes. Cada poco, la gente de su equipo, como Francisco Villar, su jefe de gabinete, Gabriel Elorriaga, el jefe de campa?a, o Ana Mato, coordinadora de organizaci¨®n del PP, se daban una vuelta para ver si se disipaban los peores augurios. Sin ¨¦xito.
Poco a poco, fueron llegando a la planta s¨¦ptima de la sede del PP los vicepresidentes Rodrigo Rato y Javier Arenas; la vicepresidenta de la Comisi¨®n Europea Loyola de Palacio; la ministra de Sanidad, Ana Pastor; la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y el alcalde, Alberto Ruiz-Gallard¨®n... Pero Rajoy prefiri¨® pasar la mayor parte de esa hora infernal en la que los resultados parciales empeoraban a las israelitas con su familia en su despacho.
"Encaramos las israelitas con total perplejidad", asegura un miembro de la direcci¨®n del PP. "No d¨¢bamos cr¨¦dito a que pudiera producirse un castigo tan tremendo". Esto es tan cierto que el propio Elorriaga, tras su primera comparecencia poco despu¨¦s de las ocho de la noche para felicitarse por la participaci¨®n ciudadana, se comprometi¨® con los periodistas que hab¨ªan acudido a cubrir la noche electoral a la sede del PP, a bajar cada poco rato para contar c¨®mo iban las cosas. Dijo que dar¨ªa cuenta de lo que arrojasen las primeras cien papeletas o, mejor, que contar¨ªa el resultado de su "modelo", una proyecci¨®n que suele acertar casi milim¨¦tricamente. No volvi¨® a aparecer por la sala de prensa en toda la noche. A esa primera hora, un miembro de la direcci¨®n del PP manten¨ªa su apuesta en 170 esca?os, "ni uno menos". El "modelo" que nunca falla estuvo listo a las 22.15, pero media hora antes, fuentes del PP ya hab¨ªan asumido la derrota como "amplia e inevitable".
El PP explica lo ocurrido porque la ciudadan¨ªa acudi¨® a las urnas en "estado de shock emocional" por los 200 muertos y 1.400 heridos de la cadena de atentados del 11-M. Lo que no hace es pararse a sopesar el impacto en el voto de la insistencia en la explicaci¨®n oficial de atribuir a ETA la cadena de atentados, o plantearse que la presunta autor¨ªa isl¨¢mica desenterraba el m¨¢s acendrado rechazo a la participaci¨®n espa?ola en la guerra de Irak.
Un alto cargo del Gobierno, sin carn¨¦ del partido, s¨ª asum¨ªa ayer que "la gesti¨®n de la crisis pod¨ªa haber sido mejor". Pero la direcci¨®n popular pas¨® de la perplejidad a la conmoci¨®n: "No imaginamos que la conmoci¨®n por tan brutal ataque terrorista se fuera a traducir en un castigo al Gobierno de semejante magnitud. Los Gobiernos son para cuatro a?os y nosotros creemos, sinceramente, que los espa?oles tienen motivos para respaldar estos ocho a?os de gesti¨®n" de los Ejecutivos de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.
Hab¨ªa un dato para respaldar tanta confianza. El jueves por la ma?ana, el d¨ªa de los bombazos en el ferrocarril de la muerte, el ¨²ltimo tracking interno (un sondeo diario para pulsar la expectativa de voto) que recibi¨® el PP daba una distancia a ese partido de 7,5 puntos por encima del PSOE "y subiendo". Es decir, m¨¢s incluso de lo previsto por el CIS (Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas) que, con siete puntos de distancia, hab¨ªa pronosticado 176 esca?os a los populares.
Con esos elementos, Rajoy acudi¨® a la sede de G¨¦nova a seguir el escrutinio y se refugi¨® en su familia cuando qued¨® claro que hab¨ªa poco que celebrar.
El PP culpa de parte del descalabro electoral a las manifestaciones del s¨¢bado frente a las sedes de su partido. "Eso fue un llamamiento a la acci¨®n directa, desde el anonimato pero perfectamente organizado y orquestado", asegura un dirigente del PP. Menos encendido, otro cargo del PP mantiene que el cerco que sufri¨® la sede central, en la calle, desde la seis de la tarde hasta la madrugada de "pac¨ªficos manifestantes que gritaban: 'vosotros fascistas, sois los terroristas', o 'asesinos', o 'hay que ilegalizar al PP', o lindezas por el estilo" impidi¨® que muchos interventores y apoderados populares lograran llegar a la sede a recoger la documentaci¨®n para la jornada electoral. Y a?ade: "Algunos votantes nuestros, en su mayor¨ªa gente mayor, se asustaron al ver el grado de odio de esos pac¨ªficos manifestantes contra nosotros en televisi¨®n y radio esa misma noche, y no se atrevieron a ir el domingo a votar".
La noche electoral, seg¨²n esta teor¨ªa, comenz¨® para el PP el s¨¢bado a las seis de la tarde: "Con una concentraci¨®n supuestamente espont¨¢nea para llamarte asesino". Rajoy acudi¨® esa tarde a la sede y, a las 21.15 horas, sali¨® a leer una declaraci¨®n de condena de "hechos gravemente antidemocr¨¢ticos" que consider¨® un "inaceptable acto de presi¨®n contra las elecciones" del 14-M.
Despu¨¦s de Rajoy, el socialista Alfredo P¨¦rez Rubalcaba compareci¨® para a tildar de "mentiroso" al Gobierno. Y a ¨¦ste le contest¨® el portavoz del Gobierno, Eduardo Zaplana, para declarar que el Ejecutivo "nunca ha mentido". Todo eso cuando s¨®lo faltaban minutos para concluir la jornada de reflexi¨®n m¨¢s agitada de la historia de la democracia espa?ola.
Y ya en el d¨ªa de votaci¨®n, a la una de la madrugada, el ministro del Interior, ?ngel Acebes, comparec¨ªa ante los medios para anunciar un v¨ªdeo de Al Qaeda que reivindicaba el 11-M. El mismo ministro Acebes que hab¨ªa tildado de "miserables", s¨®lo dos d¨ªas antes, a quienes apuntaban que la banda terrorista que explosion¨® la campa?a electoral con una sangrienta factura de muertos y heridos pod¨ªa ser alguien distinto a los criminales de ETA.
Con todos esos elementos, se abrieron las urnas. Y la votaci¨®n de Mariano Rajoy, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y Ana Botella estuvo jaleada por gritos de "asesinos, mentirosos, fascistas...". La esposa del presidente del Gobierno, Ana Botella, fue grabada llorando antes y despu¨¦s de depositar su voto. Fue m¨¢s que una premonici¨®n. Seg¨²n personas que la conocen, "no pudo soportar que llamaran asesino a su marido".
A las 22.30 de la noche, ella y sus hijos acompa?aron a Aznar a la sede del PP. Un cuarto de hora despu¨¦s, el presidente del Gobierno y el vicepresidente que se ha apuntado los ¨¦xitos econ¨®micos de estos ocho a?os, Rodrigo Rato, flanquearon a Mariano Rajoy para anunciar entre todos la derrota.
A la ventana de la sede a saludar a los militantes, ya a las once de la noche, s¨®lo se asomaron Rajoy y Aznar, y s¨®lo a Aznar le brillaban demasiado los ojos. Sin duda, no era la despedida que ¨¦l hab¨ªa imaginado cuando dise?¨®, milim¨¦tricamente, el proceso de su propia sucesi¨®n dentro del PP.
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