La curaci¨®n inexorable
En la disputa sobre si es ¨¦tico o no investigar con c¨¦lulas madre con fines terap¨¦uticos concurren elementos suficientes para que llegar a un acuerdo sea casi un milagro. El hilo de voz de millones de afectados por diversos males unas veces incurables y otras insufribles puede resultar ¨²til para acercar a cient¨ªficos, pol¨ªticos y representantes de Dios en la tierra .
Parad¨®jicamente estos millones de enfermos resultan ser los menos escuchados, como si su papel en este asunto no fuera otro que soportar la dolencia o la limitaci¨®n viendo las continuas trabas y dificultades para el estudio de bioingenier¨ªa destinados a la producci¨®n de c¨¦lulas y tejidos en enfermedades como el parkinson, el alzheimer, la degeneraci¨®n, las lesiones medulares o la diabetes.
Quiz¨¢ no sea casual que este debate entre la ¨¦tica y la ciencia se produzca en una sociedad sensiblemente adulterada como la nuestra que ha ido convirtiendo la vida en prevenci¨®n. Ahora vivimos escapando, pero acabaremos dando la vuelta al viejo dicho: "m¨¢s vale curar", porque prevenir cada vez se parece m¨¢s a equivocarse, a generar una ansiedad de dise?o por no estar a la altura de las precauciones, olvidando que "por incre¨ªble que parezca hoy decirlo, la finalidad de la vida es vivir". De seguir as¨ª, alg¨²n d¨ªa van a anunciarnos que "vivir mata".
Cada tiempo, pues, tiene sus formas de esclavitud y en este marco de querer controlarlo todo, no contentos con manejar el presente hay quienes tambi¨¦n quieren controlar el futuro y anteponen el temor del mal uso de los descubrimientos a la posibilidad de que miles de enfermos dejen de serlo.
Quienes dilatan la obligaci¨®n moral de estas investigaciones olvidan que hay pacientes que carecen de tiempo para moratorias. La medicina nos hace la vida m¨¢s larga, pero no nos alarga precisamente la juventud. Cada vez somos m¨¢s y m¨¢s viejos. Seg¨²n un estudio de la profesora M? ?ngeles Duran Heras, de cien horas que se dediquen al cuidado de la salud solamente doce est¨¢n cubiertas por profesionales sanitarios. El resto sale del esfuerzo de la familia, en concreto las otras 82 horas de cuidado al enfermo recaen en la mujer.
Semejante estad¨ªstica no s¨®lo justifica, sino que exige que desde lo p¨²blico se asuman los problemas que van de la curaci¨®n al el mantenimiento de las facultades que nos permitan acabar con dignidad rodeado de nuestras cosas y de nuestros seres.
Porque ?qu¨¦ pasar¨¢ cuando el tanto por ciento elevad¨ªsimo de mujeres que soportan el coste silencioso de la enfermedad siga en la leg¨ªtima tendencia de incorporaci¨®n al mercado laboral que les proporcione su independencia?
En el camino que hemos recorrido en el cambio del asilo por el habitat geri¨¢trico se nos han ido quedando los viejos abandonados que el pasado verano se mor¨ªan solos por el exceso de calor. Dicen que no siempre la vida acaba con la muerte, que en muchos casos se termina antes.
Todo lo que nos garantice la independencia vital durante m¨¢s tiempo debe ser bien acogido. Frenar la degeneraci¨®n, el deterioro de los a?os no s¨®lo es un trabajo cient¨ªfico digno sino tambi¨¦n es un bien social, un derecho del que nadie debe privarnos.
Nunca dejaremos de recordar, sin acritud pero sin tibieza, que el infierno est¨¢ al alcance de todos, que un mal d¨ªa lo tiene cualquiera, y la salud depende muchas veces de variables que no controlamos. Puede que no todos vayamos en el mismo barco, pero, m¨¢s tarde o m¨¢s temprano, todos terminamos naufragando porque, como dec¨ªa Oneti "lo malo no es que la vida promete cosas que nunca nos dar¨¢; lo malo es que siempre las da y luego deja de d¨¢rnoslas".
El esfuerzo cient¨ªfico por curar enfermedades necesita dosis de confianza por nuestra parte, el compromiso de asumir determinados riesgos que pueda conllevar la investigaci¨®n. Se hace necesario un marco jur¨ªdico adecuado a una nueva realidad cient¨ªfica, y eso es precisamente lo que ofrece Andaluc¨ªa, donde se ha establecido un convenio entre la Junta y el doctor Bernat Soria que a trav¨¦s de la regulaci¨®n del Comit¨¦ de investigaci¨®n de preembriones humanos garantiza que la inversi¨®n del dinero p¨²blico de los andaluces investigar¨¢ las formas de hacer llegar los avances terap¨¦uticos al mayor n¨²mero de personas. Los estudios con c¨¦lulas madre embrionarias para fines terap¨¦uticos se centrar¨¢n en el parkinson, la diabetes y la cardiolog¨ªa y la inversi¨®n p¨²blica responde a la demanda de m¨¢s de un mill¨®n de firmas de afectados que no quieren ver c¨®mo el fundamentalismo pol¨ªtico o religioso les impiden cambiar de vida.
En Andaluc¨ªa en los ¨²ltimos meses no s¨®lo se ha apostado con valor por investigar para atender a una petici¨®n social importante, sino que tambi¨¦n se libra un presupuesto para preservar a los cient¨ªficos del peligro de que las investigaciones contin¨²en en funci¨®n de la rentabilidad econ¨®mica. En este caso quien hace la ley hace la ciencia.
En estos d¨ªas, el doctor Bernat Soria ha mostrado su agradecimiento por la concesi¨®n de la medalla de Andaluc¨ªa, en realidad somos nosotros quienes queremos ofrecerles esa palabra luminosa: gracias, porque la grandeza humana de su trabajo y el de personas como ¨¦l conseguir¨¢n que alg¨²n d¨ªa la curaci¨®n sea tan inexorable como lo es ahora la enfermedad.
Gonzalo Rivas Rubiales es secretario General de la Confederaci¨®n Andaluza de Minusv¨¢lidos F¨ªsicos (CAMF)
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