La noche de ?scar
David G¨®mez Gudi?a acudi¨® al estadio con la entrada de su hermano, asesinado en la matanza del 11-M y al que homenaje¨® en Montju?c
?scar no ocup¨® anoche el asiento n¨²mero 4 de la fila 27, sector 114, en el estadio de Montju?c. ?scar G¨®mez Gudi?a est¨¢ muerto. Fue asesinado la pasada semana, el maldito jueves 11 de marzo en la madrile?a estaci¨®n de Santa Eugenia. No ten¨ªa que estar en aquel vag¨®n, pero se alarg¨® la v¨ªspera, como casi siempre que el Madrid, su Madrid, juega los mi¨¦rcoles. Y aquel mi¨¦rcoles el Bayern M¨²nich hab¨ªa visitado el estadio Santiago Bernab¨¦u en partido de la Liga de Campeones.
Como de costumbre, ?scar vio aquel encuentro en un bar a cincuenta metros de la Cibeles. ?l no era socio del Madrid y por ello acudi¨® a su habitual refugio. Antonio, su amigo Antonio, estaba en Chamart¨ªn, porque el s¨ª es socio. Por eso pudo apuntarse al sorteo de entradas para la final de Copa, que organiz¨® el Real Madrid con el fin de repartir las localidades a sus socios. Antonio sab¨ªa de sobra la ilusi¨®n de ?scar por presenciar una final en directo, as¨ª que, consciente de que ¨¦l no pod¨ªa ir a Barcelona, no se lo pens¨® mucho: la entrada era para ?scar.
"Vengo a ver a Zidane, como habr¨ªa hecho ¨¦l si no hubiera subido a ese tren"
Pero la acab¨® usando David, porque a su hermano, a ?scar, le mataron en Santa Eugenia, como a otras 16 personas. Por eso no vio a Beckham tirar las faltas, ni a Roberto Carlos correr por la banda, ni a Figo regatear por la orilla...
"Estoy aqu¨ª por ¨¦l. He venido a ver jugar a Zidane, como hubiera hecho ?scar si no hubiera subido a ese tren", explicaba David dos horas antes del inicio de la final, justo debajo del pebetero que Antonio Rebollo, un arquero madrile?o, encendi¨® en 1992 para que dar inicio a los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona. Diecisiete a?os tiene David, repletos de enorme dolor y rebosantes de una entereza que impresiona cuando afronta la ausencia de su hermano mayor.
Lleg¨® al estadio apretando bajo el brazo una tela enrollada, una pancarta que despleg¨® durante todo el partido, que no guard¨® ni un solo minuto. Una tela a modo de homenaje escrita con la emoci¨®n contenida por una familia -"obrera, somos gente humilde" seg¨²n la define ¨¦l-, en la que se le¨ªa: "?scar G¨®mez Gudi?a. El M¨¢s chulo. 11 M. Sin palabras. Nunca te olvidaremos". Dos enromes lazos negros flanqueaban una foto de ?scar, alrededor de la cual se amontonaban los mensajes.
No, no le olvidar¨¢n. Jam¨¢s. ?C¨®mo olvidarle? ?C¨®mo dejar de pensar en ese hermano mayor que le dejaba ropa nueva los s¨¢bados por la tarde para se luciera delante de las chicas del barrio? Ni le olvidar¨¢ Ana, su novia, ni Mar¨ªa Inmaculada, ni Felipe, su padre, orgulloso como nadie de ver lo trabajador y madrdista que le sali¨® el chaval. "Mi madre es quien peor lo lleva", reconoc¨ªa emocionado David, antes de que empezara la final, que era de ?scar, al pensar en mam¨¢, en Felisa: "Ella le llev¨® hasta la estaci¨®n en coche".
David, que lleg¨® en avi¨®n a Barcelona a primera hora de la tarde, se pas¨® la final mirando al cielo, porque en el c¨¦sped no ten¨ªa mucho que buscar. Anoche no viaj¨® para ver una final, se fue a Barcelona porque a su hermano no le dejaron. Acabado el partido, volver¨ªa al Pozo del Tio Raimundo, donde siempre faltar¨¢ ?scar, y por la ventanilla del avi¨®n tuvo la sensaci¨®n de que ve¨ªa su cara entre las estrellas.
Pero la ausencia de ?scar no fue la ¨²nica ayer en Montju?c.
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