La venganza m¨¢s dulce
Milito y Movilla, extra?amente rechazados por el Madrid y el Atl¨¦tico, viven su gran d¨ªa de gloria
"No tengo la sensaci¨®n de haberme cobrado venganza, nunca ha estado en mi ¨¢nimo hacerlo. Simplemente, soy muy feliz", repet¨ªa Gabriel Milito, despreciado por el Real Madrid el pasado mes de agosto. Al central argentino le rend¨ªa pleites¨ªa la hinchada desde la grada mientras ¨¦l, exhausto, negaba lo que era evidente: "No, yo no creo que haya sido el mejor jugador de la final. Lo hemos sido todos". A su lado, Luciano Galletti, con un ojo amoratado como consecuencia de un codazo durante la celebraci¨®n del gol, buscaba el abrazo con su paisano, que ayer bord¨® el trabajo: "Estoy feliz por esa gente", dec¨ªa Milito se?alando a los aficionados, que coreaban su nombre. Y otra vez, negaba que tuviera en el ¨¢nimo "nada que demostrarle al Madrid".
Milito hab¨ªa firmado por el Madrid cuando una voz desde los despachos pidi¨® que se revocara el contrato por razones de pol¨ªtica de club. La ¨²nica manera de hacerlo fue apelando a su salud, y los m¨¦dicos del Madrid actuaron seg¨²n el mandato de sus jefes: decretaron que el central ten¨ªa una rodilla mal curada de una rotura de ligamentos cruzados. Acreditaron que la lesi¨®n volver¨ªa a producirse y que Milito no era un futbolista viable. Algo dif¨ªcil de imaginar ayer viendo c¨®mo el argentino le hab¨ªa ganado balones a Figo en velocidad, o se los hab¨ªa quitado a Roberto Carlos por abajo, a Ra¨²l de los pies, o anticip¨¢ndose a los pases, uno tras otro. Y mucho m¨¢s dif¨ªcil de imaginar al ver los saltos de alegr¨ªa que daba ayer, mientras sus hinchas ac¨®litos le cantaban a millares: "?Milito! ?Milito! ?Milito!".
Mientras, Pirri lloraba desconsolado, incapaz de hablar, y C¨¦sar La¨ªnez, el portero, agarraba con fuerza el rosario de pl¨¢stico blanco que ya no ocultaba bajo la camiseta azul con la que jug¨® el partido. Dani repet¨ªa incesante, con los ojos escupiendo felicidad, que lo que estaba viviendo "es muy grande, lo m¨¢s grande" y aseguraba que explicar la alegria que sent¨ªa "resulta imposible". Quer¨ªa devolverle su vuelta al f¨²tbol al Zaragoza y pag¨® la deuda. En medio de un caos de futbolistas, polic¨ªas, reporteros, y recogepelotas, Victor Mu?oz y Ra¨²l Longhi, amigo y ayudante en uno, posaban con el trofeo junton a Jorge, Marta y Silvia, hijos del primero, y Arturo, el menor de los de Ra¨²l.
Los hinchas, ajenos a la escena, coreaban el nombre de un tipo calvo y bajito, que aterriz¨® en enero en La Romareda; "Illa, illa, illa, Movilla maravilla" gritaban y ¨¦l explicaba ante los micr¨®fonos que el cari?o dispensado por la afici¨®n desde que lleg¨® a Zaragoza "dif¨ªcilmente podr¨¦ compensarlo". En su camiseta blanca, sin mangas, la imagen del Cristo Cautivo, el Se?or de M¨¢laga, sobre el pecho, y en su mano derecha, dos bufandas que se extraviaron durante la celebraci¨®n: Una blanca y azul, del Zaragoza y la otra con los colores del Atl¨¦tico. Agotado, confesaba a los periodistas, tras una exhibici¨®n que dur¨® los 120 minutos anteriores que, para ¨¦l, la victoria ante el Madrid ten¨ªa el sabor que s¨®lo puede apreciar un Atl¨¦tico: "Si, soy antimadridista, no lo niego" reconoci¨® siempre y ayer con mayor raz¨®n: "Lo que hemos conseguido es muy importante y m¨¢s por el rival que ten¨ªamos delante", gritaba como si se dirigiera a una grada rendida ante su nuevo h¨¦roe.
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