Arte escondido de Morante
Morante fracas¨®. Sin paliativos. El presunto arte de Morante estuvo escondido estas Fallas. Asom¨® cierta plasticidad en su primero, s¨®lo eso. Faena condicionada por la escasa fuerza del toro. Baja en pulsaciones, fr¨ªa y poco emotiva. Detalles. Intentos floridos que se marchitaron antes de coger color y sabor.
Menos todav¨ªa en el cuarto.Con la capa Morante amag¨® con estirarse, pero sin convicci¨®n ni confianza. El toro de Capea fue de los que mejor se marcharon al caballo. Una vara entregado, que pareci¨® gastarle el ¨ªmpetu primerizo. Morante no disimul¨® con la muleta. Con evidente apat¨ªa, se tir¨® de cabeza a la trinchera. Por la cara y desconfiado, acab¨® por montar la espada para enterrarla en el s¨®tano y muy atr¨¢s. La gente, que esperaba saciarse de arte, escuch¨® enfadada el sonoro petardo del presunto artista. Para eso estamos en Fallas.
Capea / Morante, Juli, Manzanares
Toros de Capea, cinco con el hierro de Ver¨®nica y Pedro Guti¨¦rrez, y uno, el segundo, sustituto del titular, con el de Carmen Lorenzo. Bien presentados. Flojos pero nobles. 2?, 5? y 6? destacaron. Morante de la Puebla: pinchazo y entera tendida (silencio); entera baja y trasera (bronca). El Juli: estocada, descabello -aviso-, otros dos descabellos (saludos); estocada baja, descabello -aviso-, otro descabello (saludos). Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: cuatro pinchazos -aviso- y dos descabellos (pitos); pinchazo, media tendida -primer aviso-, pinchazo y bajonazo -segundo aviso- (palmas). Plaza de Valencia, 17 de marzo. 3? de feria. Casi lleno.
El Juli no aparece en el cat¨¢logo oficial de artistas cualificados, pero los toreros de su estilo nunca mueren. Siempre est¨¢n vivos. Ni defraudan. Y apenas fracasan. La fortuna fue generosa con El Juli, al tocarle dos de los toros de Capea de mejor condici¨®n. En cualquier caso, El Juli sali¨® al ataque desde que puso las zapatillas en la arena. Y eso, necesariamente, tiene casi siempre recompensa.
Sin embargo, ese ataque le caus¨® cierto problema en el segundo al meterse en exceso en el territorio particular del toro. No termin¨® de cogerle el tiempo a ese toro, de noble condici¨®n y mucha fijeza, pero limitado de fuerzas. Ni siquiera rompi¨® de verdad la faena al final, cuando acudi¨® a los alardes de cercan¨ªas. El quinto, enchiquerado como primer sobrero, apareci¨® en el ruedo portador de un pit¨®n izquierdo muy ofensivo. Otro buen toro. Le falt¨® medio euro de chispa para ser toro notable, porque no acab¨® de romper. El Juli no tard¨® en formar sociedad con ¨¦l. Se entendieron. La faena fue seria y bien planteada por el lado derecho. Mas falt¨® el mismo entendimiento por el pit¨®n izquierdo. Por ah¨ª desapareci¨® el temple y la faena qued¨® partida en dos mitades. A El Juli, le obligaron a coger los palos, cumpli¨® en dos tercios tan sobrios como contundentes.
Manzanares, otro torero que tambi¨¦n entra en el rol de los artistas, estuvo a un paso de triunfar con ruido si mata al sexto. Pero Manzanares no mata. Mejor dicho, mata mal; sin confianza ni decisi¨®n. Y as¨ª se escapan posibles triunfos como los de ayer. En el sexto, que derroch¨® nobleza, Manzanares molde¨® una faena a su m¨¢s sentido gusto. Sobre todo cuando cogi¨® la muleta con la izquierda y descubri¨® la intimidad del toro. Labor que creci¨® poco a poco, con una ¨²ltima serie al natural ligada de verdad. El remate, tres pases de costadillo de precioso concepto, le puso el ¨¦xito en bandeja. Un desastre con la espada lo situ¨® al borde del fracaso. Paradojas.Con su primero, muy parado, fundi¨® el tiempo en pruebas est¨¦riles. Le falt¨® atrevimiento y le sobraron dudas.
Babelia
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