Operaci¨®n antidemocr¨¢tica
El rumor que circul¨® por Internet de que el Gobierno hab¨ªa intentado dar el s¨¢bado 13 de marzo una suerte de golpe de Estado mediante el aplazamiento de las elecciones era simplemente eso, un rumor, carente de toda veracidad. As¨ª lo entendieron los diferentes medios de comunicaci¨®n, que no se hicieron eco del mismo. Pedro Almod¨®var, en un gesto que le honra, ha reconocido que se equivoc¨® al darle cr¨¦dito y ha pedido perd¨®n.
Ahora bien, que no hubiera una actividad golpista en ese sentido, no quiere decir que la actividad del Gobierno desde el momento del atentado el 11-M hasta el momento de la apertura de los colegios electorales el 14-M no haya sido una actividad que ha tendido a quebrar el proceso de legitimaci¨®n democr¨¢tica del Estado.
El Gobierno ha hecho uso del coraz¨®n del Estado, de los servicios de inteligencia, de las fuerzas y cuerpos de seguridad, del servicio exterior, de los medios de comunicaci¨®n de titularidad p¨²blica... para quebrar el principio en el que "descansa toda nuestra ordenaci¨®n jur¨ªdico-pol¨ªtica" (STC 6/1981). Ha intentado ganar unas elecciones mediante "la mentira de Estado". Y para darle credibilidad a la misma no ha dudado en enga?ar al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, a los Gobiernos de los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea, a los directores de los medios de comunicaci¨®n espa?oles y a los corresponsales extranjeros. En la medida en que la legitimidad democr¨¢tica es el n¨²cleo esencial del Estado y en que la quiebra de la misma es lo que se persigue en todas las operaciones antidemocr¨¢ticas, es claro que lo que ha protagonizado el Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en el pasado fin de semana ha sido una operaci¨®n de esta naturaleza. Las elecciones del 14-M eran unas elecciones para los dem¨¢s partidos. Para el Gobierno y el PP eran algo distinto. Pensaron durante mucho tiempo que pod¨ªan ganarlas por las buenas. Pero cuando vieron que les iba a resultar dif¨ªcil ganarlas por las buenas, decidieron ganarlas por las malas. Y han utilizado el coraz¨®n del Estado para intentar conseguirlo.
?sta es la raz¨®n por la que el Gobierno y el PP se encuentran en una situaci¨®n tan desesperada y por la que les resulta casi imposible reconocer la derrota. No han perdido unas elecciones. Han fracasado en una acci¨®n inequ¨ªvocamente antidemocr¨¢tica. Y han fracasado a la vista de todo el mundo. Y sin remedio. Si el Gobierno cree que puede rectificar lo que la opini¨®n p¨²blica espa?ola y mundial piensa de lo ocurrido este pasado fin de semana en Espa?a, desplazando la responsabilidad hacia abajo mediante la desclasificaci¨®n selectiva de un par de documentos, se equivoca de medio a medio. Las mentiras de la guerra de Irak, las del Yak-42, las del 11-M se van a acabar conociendo en su integridad.
El mandato de los electores del 14-M es, ante todo, un mandato de restauraci¨®n de la verdad. Es la mendacidad del Gobierno lo que ha sido reprobado en las urnas. Es esa reacci¨®n ciudadana de exigencia de la verdad lo que nos ha librado de los efectos de una acci¨®n antidemocr¨¢tica, que nos hubiera llevado a una crisis constitucional de casi imposible soluci¨®n.
Y por eso el resultado de estas elecciones no ha sido recibido con alegr¨ªa, sino con alivio. Nos hemos librado de un Gobierno que no ha podido ocultar al final su cara indigna y miserable. Entr¨® en 1996 a caballo de una operaci¨®n turbia, como reconoci¨® uno de sus protagonistas, Luis Mar¨ªa Anson, y ha sido despedido en medio de una operaci¨®n no menos turbia, de naturaleza inequ¨ªvocamente antidemocr¨¢tica. El tiempo en un sistema democr¨¢tico acaba poniendo a cada uno en su lugar. Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ha acabado en el lugar que se merece.
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