La segunda etapa del socialismo vasco
Los resultados del 14-M nos abren a los vascos la oportunidad de participar activamente en la construcci¨®n de una Espa?a diferente en la que la mayor¨ªa de los vascos se sientan libremente instalados.. La Constituci¨®n del 78 fue una primera oportunidad, pero entonces muchos vascos optaron por la abstenci¨®n activa,por entender que los derechos hist¨®ricos no quedaban suficientemente recogidos en el texto constitucional. En Euskadi gan¨® el "s¨ª", pero el apoyo del 30% del censo representaba una mayor¨ªa insuficiente para legitimar el marco institucional de las relaciones de Euskadi con Espa?a.
Siempre he pensado que, entonces, los vascos abstencionistas se beneficiaron de quienes en Euskadi y en el resto de Espa?a dimos el "s¨ª" a la Constituci¨®n. De hecho, la Constituci¨®n consolid¨® la democracia para todos y nos proporcion¨® a los vascos un amplio nivel de autonom¨ªa, am¨¦n de evitarnos males mayores de los que entonces no est¨¢bamos libres. Pero aquella abstenci¨®n, argumentada durante 25 a?os por el nacionalismo en su conjunto como un "no" de Euskadi a Espa?a, ha dado como resultado que una parte de los ciudadanos vascos sigan pensando que son ciudadanos espa?oles por obligaci¨®n.
Una Euskadi reconciliada en una Espa?a diferente es una aspiraci¨®n con la que hoy sintoniza una mayor¨ªa de los vascos
Por lo tanto, en esta nueva etapa que se abre, la primera tarea de los dos partidos que han recibido el apoyo mayoritario de los vascos, PNV y PSE-EE, debe consistir en trabajar un consenso sobre el marco institucional, en colaboraci¨®n con el resto de los partidos democr¨¢ticos. El PNV deber¨¢ de adecuar su ideario nacionalista a la aceptaci¨®n del constitucionalismo, como ¨²nica forma de garantizar la convivencia entre los vascos y hacer compatible el concepto de nacionalidad vasca con el de ciudadan¨ªa espa?ola. Al PSE-EE le tocar¨¢ liderar el constitucionalismo y proponer la adecuaci¨®n del texto constitucional al mapa auton¨®mico vigente y al marco europeo.
Este avance es la ¨²nica forma de lograr una mayor implicaci¨®n de las nacionalidades hist¨®ricas, en la gobernaci¨®n del Estado y en la construcci¨®n europea, dentro de los cauces legales que establece el proyecto de Constituci¨®n de la Uni¨®n. Bien es cierto que el plan Ibarretxe y el nacionalismo vasco en su totalidad est¨¢n planteando otras hip¨®tesis que responden a su ideario, pero tendremos que convenir que los marcos constitucionales no est¨¢n para recoger los idearios particulares en estado puro. Conciliar los idearios particulares es la tarea de cualquier proceso de reforma institucional y aquellos supuestos que no se recojan en los textos pueden encontrar otros cauces institucionales para garantizar su expresi¨®n democr¨¢tica.
Esta tarea es parte esencial de un objetivo m¨¢s amplio, cuya iniciativa compete hoy a los socialistas por la posici¨®n de centralidad adquirida en la pol¨ªtica vasca tras el 14-M: la reconciliaci¨®n de los vascos. El fracaso de los gobiernos del PP y del PNV en esta labor y el ansia de paz que los electores han expresado en las urnas sit¨²a la reconciliaci¨®n como primer punto de cualquier programa de Gobierno.
ETA ha recibido un mensaje claro de los electores que han hecho bascular la pol¨ªtica en Espa?a, en Euskadi, en Nafarroa y en Catalu?a: no cabe una gota m¨¢s de sangre en este pa¨ªs. Es decir, se ha acabado el tiempo del terror, ya no le queda a ¨¦ste ning¨²n resquicio argumental ni territorial. A ETA solo le toca desaparecer y a los dem¨¢s nos queda la labor de reconciliar la sociedad vasca
Muchos habr¨¢n pensado que, tras las elecciones, en el Pa¨ªs Vasco estamos en el preludio de la reedici¨®n de los pasados gobiernos de coalici¨®n PNV-PSE-EE. Yo soy de los que piensan que aquellos gobiernos tuvieron una carencia de fondo y que la deriva de estos ¨²ltimos a?os no le es ajena: entonces se comparti¨® la Administraci¨®n, pero no se comparti¨® la construcci¨®n del pa¨ªs.
Las materias nacionales (Cultura, Ertzaintza, EITB, Pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica, Concierto-Hacienda)siempre quedaron en manos del nacionalismo y las materias m¨¢s de gesti¨®n se reservaron al socialismo. Este reparto es achacable a las actitudes de ambos socios y encajaba en sus perfiles ideol¨®gicos respectivos. As¨ª, tras 14 a?os de gobierno de coalici¨®n, el PNV sali¨® de dicha experiencia con su ideario m¨¢s radical y el PSE-EE se ech¨® en brazos del espa?olismo del PP.
En esta ocasi¨®n los socialistas tenemos la responsabilidad de liderar un proyecto de pa¨ªs que haga posible la reconciliaci¨®n de la mayor¨ªa de los vascos en torno a un concepto com¨²n de pa¨ªs como ¨²nica forma consistente de aspirar a una Euskadi pacificada y en progreso. El voto del pacifismo nos ha concedido una centralidad en la pol¨ªtica que nuestros adversarios pol¨ªticos deben reconocer y una responsabilidad que nosotros debemos asumir. La Euskadi que queremos los socialistas es un pa¨ªs cuya din¨¢mica debe de estar animada por un consenso b¨¢sico entre nacionalistas y no nacionalistas y en la que el logro de la paz es la primera prioridad.
Una Euskadi reconciliada en una Espa?a diferente es una aspiraci¨®n con la que hoy sintoniza una amplia mayor¨ªa de los vascos, sin que ello suponga restar legitimidad a otras opciones m¨¢s radicales en uno u otro sentido.
Jon Larrinaga es ex secretario general de Euskadiko Ezkerra.
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