Y ahora ?qu¨¦?
Muchos amigos y medios de comunicaci¨®n nos llaman estos d¨ªas a los analistas econ¨®micos preguntando, preocupados, por los efectos econ¨®micos de los sucesos vividos en Espa?a entre los d¨ªas 11 y 14 ¨²ltimos. Las dos conmociones -los terribles atentados terroristas y los resultados electorales- cogieron por sorpresa a los espa?oles y tendr¨¢n, sin duda, efectos sobre la marcha de nuestra econom¨ªa. Mi primera impresi¨®n, sin embargo, es que los efectos de la tragedia del 11-M tendr¨¢n mucho menos impacto del que tuvo el 11-S para los norteamericanos. Desgraciadamente, estamos m¨¢s acostumbrados a sufrir el terrorismo en nuestras carnes y eso nos hace m¨¢s duros -que no m¨¢s acomodaticios-. En cambio, por ser una democracia m¨¢s reciente, estamos menos acostumbrados a los cambios de gobierno, y ¨¦stos crean incertidumbre. En todo caso, los efectos de unos y otros sucesos ser¨¢n de naturaleza distinta: los primeros se agotar¨¢n a corto plazo, mientras que los segundos -cualquiera que sea su signo- deber¨ªan notarse m¨¢s a medio plazo, si es que estamos ante un verdadero cambio de rumbo de la pol¨ªtica econ¨®mica.
El primer efecto de la masacre del 11-M ser¨¢, muy probablemente, un deterioro notable del clima de confianza de los empresarios, y sobre todo de los consumidores, no s¨®lo en Espa?a, sino tambi¨¦n a escala europea. Esta semana ya conocimos la brusca ca¨ªda de un indicador alem¨¢n de confianza empresarial (el ZEW), debida en parte a este efecto. Tenemos tambi¨¦n los antecedentes del 11-S. Adem¨¢s, por lo que respecta a Espa?a, el momento no era especialmente bueno en este aspecto. Como se ve en los gr¨¢ficos adjuntos, tanto el indicador de confianza de los consumidores como el de los empresarios empezaron a recuperarse en Espa?a antes que en el resto de los pa¨ªses de la zona del euro -lo que se plasm¨® en una recuperaci¨®n del consumo y de la inversi¨®n en capital fijo tambi¨¦n anterior-, pero esta recuperaci¨®n se fue frenando a lo largo del pasado a?o, como tambi¨¦n empezaron a dar signos de cansancio los dos agregados de la demanda interna se?alados. Los datos conocidos esta semana de la Encuesta de Presupuestos Familiares sobre el gasto de los hogares en el cuarto trimestre del pasado a?o (gr¨¢fico derecho) pueden ser significativos a este respecto. Los efectos del elevado endeudamiento parecen pasar factura. En este sentido, un deterioro de las expectativas en estos momentos podr¨ªa frenar adicionalmente el gasto, tanto en consumo como en compra de viviendas. Tambi¨¦n el proceso inversor podr¨ªa verse afectado al posponerse algunos proyectos. Tendremos que revisar algo a la baja nuestras previsiones de crecimiento.
Sin embargo, creo que estos efectos no deber¨ªan ser ni muy profundos ni muy duraderos. Hay una gran diferencia entre el momento actual y el del 11-S: en aquella ocasi¨®n la econom¨ªa norteamericana y las europeas se encontraban en la fase descendente del ciclo, mientras que ahora la recuperaci¨®n ya se ha iniciado, aunque todav¨ªa con mucho plomo en las alas. Lo que pueden acarrear estos acontecimientos es una recuperaci¨®n m¨¢s lenta durante alg¨²n tiempo, pero no una vuelta a la recesi¨®n. En todo caso, el Banco Central Europeo deber¨ªa estar -ya lo estar¨¢, desde luego- muy atento a los datos que se vayan publicando sobre indicadores de confianza y, si ¨¦stos se deterioran significativamente, deber¨ªa plantearse una rebaja de los tipos de inter¨¦s. Igualmente, la primera labor de los llamados a gobernar en los pr¨®ximos a?os es generar confianza entre los agentes econ¨®micos.
?ngel Laborda es director de Coyuntura de la Fundaci¨®n de las Cajas de Ahorros (Funcas).
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