?ltima cena en La Moncloa
Blair y Aznar despiden hoy una relaci¨®n que ha marcado durante siete a?os la pol¨ªtica exterior espa?ola
Tony Blair y Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar celebran esta noche su ¨²ltima cena en la intimidad del poder. Ser¨¢ una cena en familia, como en los mejores tiempos de una relaci¨®n que ha marcado la pol¨ªtica exterior espa?ola desde mayo de 1997, cuando Blair gan¨® las elecciones brit¨¢nicas y empez¨® a tratarse con Aznar en un Consejo Europeo dominado por franceses y alemanes. Una relaci¨®n que comenz¨® a cuajar en la Semana Santa de 1998, en las marismas del coto de Do?ana, tras firmar Blair los Acuerdos de Viernes Santo. Que alcanz¨® su velocidad de crucero en marzo de 2000, cuando la cumbre de Lisboa consagr¨® su alianza econ¨®mica. Y que toc¨® techo el 16 de marzo de 2003 en las Azores, cuando los dos primeros ministros flanquearon al presidente George W. Bush en la cumbre que abri¨® la veda para invadir Irak.
Los dos pol¨ªticos se comunican en franc¨¦s, porque Aznar no habla ingl¨¦s ni Blair espa?ol
A pesar de la sinton¨ªa personal, el balance de la relaci¨®n es controvertido
Su relaci¨®n comenz¨® a fraguarse en el Consejo Europeo de Amsterdam, en junio de 1997
Desde entonces, todo ha ido de mal en peor para los dos primeros ministros. Blair cabalga de crisis en crisis, super¨¢ndolas todas, pero dej¨¢ndose el carisma hecho jirones en el camino, y las urnas han convertido en humillaci¨®n la estudiada jubilaci¨®n anticipada de Aznar, que cre¨ªa tenerlo todo atado y bien atado. Aunque la relaci¨®n fue interesada al principio, quienes la conocen dicen que hay entre ellos un entendimiento que va m¨¢s all¨¢ del pragmatismo. Los dos son profundamente atlantistas en lo pol¨ªtico y liberales en lo econ¨®mico. Han vivido preocupaciones coincidentes, como el terrorismo en el Ulster y en el Pa¨ªs Vasco. Comparten, adem¨¢s, una misma generaci¨®n biol¨®gica, un perfil familiar semejante y una proclamada fe religiosa.
Aunque se hab¨ªan visto varias veces antes, su relaci¨®n empez¨® a fraguarse en el Consejo Europeo de Amsterdam, en junio de 1997. El socialista Lionel Jospin acababa de ganar las elecciones legislativas francesas con un programa socialdem¨®crata a la antigua que chocaba con el Nuevo Laborismo. En esa cumbre, Blair y Aznar empezaron a vislumbrar que estaban condenados a entenderse. Ambos representaban una generaci¨®n muy distinta de la de Kohl, Chirac o Jospin. Para Blair, Aznar era una opci¨®n estupenda para consolidar su pol¨ªtica de alianzas bilaterales que buscaba debilitar la influencia del eje franco-alem¨¢n en Europa. Una estratagema ideada junto a los otros dos pilares del Nuevo Laborismo, Gordon Brown, todav¨ªa ministro del Tesoro, y Peter Mandelson, dos veces ex ministro a la fuerza, quiz¨¢s el laborista que mejor se entiende con los espa?oles.
"Para Aznar era un man¨¢ relacionarse con alguien como Blair en un momento en que quer¨ªa ocupar el centro pol¨ªtico que hab¨ªa dejado el PSOE. Le ofrec¨ªa una imagen que ¨¦l, espa?olito de Valladolid, bajito y con bigote, no ten¨ªa", explica alguien que sigui¨® con detalle ese acercamiento. "En clave espa?ola, Blair ha sido muy importante para Aznar, m¨¢s al principio que ahora, porque es una relaci¨®n que le ha centrado", admite un hombre muy pr¨®ximo al jefe del Gobierno espa?ol en funciones. "En aquella ¨¦poca, Aznar se fue de fin de semana con muchos. Se fue a Venecia con Prodi. Estuvo con Chirac. Pero la relaci¨®n que mejor funcion¨® fue con Blair, porque entre ellos hay una gran afinidad ideol¨®gica, por ejemplo en pol¨ªtica econ¨®mica y en el papel que creen que ha de jugar el Estado", a?ade.
El PSOE de Felipe Gonz¨¢lez construy¨® su pol¨ªtica exterior en torno a Francia y Alemania, los principales inversores en Espa?a, sus principales socios comerciales, garantes de la lucha contra ETA los franceses, impulsores los alemanes del desarrollo espa?ol a trav¨¦s del presupuesto europeo. Pero, aunque en todos estos a?os no ha logrado aprender ingl¨¦s, en Aznar siempre ha dominado su vertiente anglo-americana, un punto com¨²n en algunos de sus principales ministros y colaboradores m¨¢s pr¨®ximos, como Rodrigo Rato, Javier Zarzalejos o Gabriel Elorriaga.
La primera gran expresi¨®n de esa naciente amistad lleg¨® en la Semana Santa de 1998. Blair hab¨ªa aceptado la invitaci¨®n de Aznar de pasar unos d¨ªas en familia en Do?ana. Su mujer, Cherie, se adelant¨® con los ni?os y su madre mientras ¨¦l viajaba a Irlanda del Norte para cerrar las conversaciones de paz. El acuerdo se retras¨® y el primer ministro se qued¨® en Belfast hasta el viernes por la noche, cuando, al cabo de agotadoras discusiones, se firm¨® la paz y pudo volar a Do?ana. Los paseos por las marismas del coto se convirtieron en el mejor remedio al estr¨¦s acumulado esos d¨ªas.
Tony y Jos¨¦ Mar¨ªa tienen que comunicarse en franc¨¦s. Blair no habla espa?ol y los esfuerzos de Aznar por hablar ingl¨¦s han resultado tan bald¨ªos como reveladores. Cuando a¨²n estaba en la oposici¨®n, viaj¨® a Londres de la mano de Emilio Bot¨ªn para convencer a la City de que era una alternativa cre¨ªble al liderazgo de Felipe Gonz¨¢lez. Acomplejado quiz¨¢s por haber le¨ªdo su texto en castellano, sinti¨® la necesidad de invitar a los asistentes a formular sus preguntas en ingl¨¦s. La primera recay¨® en un ejecutivo escoc¨¦s de acento imposible y Aznar se apresur¨® a ponerse los cascos porque no entend¨ªa nada.
Siendo ya jefe de Gobierno, en julio de 1996, se acerc¨® a Wimbledon para ver la final que Arantxa S¨¢nchez Vicario perder¨ªa ante Steffi Graf. Cuentan observadores atentos que, arrinconado en una esquina de la segunda fila del palco de autoridades, Aznar intentaba evitar cualquier tipo de conversaci¨®n con los invitados, que sin duda se iban a dirigir a ¨¦l en ingl¨¦s. Tal era su apuro que, cuando se gir¨® hacia a ¨¦l la mujer del arzobispo de Canterbury de la ¨¦poca, George Carey, para hacerle un comentario, Aznar se ech¨® para atr¨¢s para que Eileen Carey trabara conversaci¨®n con la entonces ministra de Cultura, Esperanza Aguirre, ignorando que la mujer del arzobispo habla un espa?ol estupendo.
En los d¨ªas en Do?ana, Blair y Aznar "daban paseos en los que hablaban mucho, sobre todo de pol¨ªtica, de la naturaleza, del campo; ese fin de semana hablaron mucho de terrorismo", asegura una fuente cercana a Aznar. Aznar conoce de cerca el problema de Irlanda del Norte porque en La Moncloa ha tenido desde el principio a uno de los principales expertos espa?oles en el proceso irland¨¦s: Javier Zarzalejos. Consejero de informaci¨®n en la Embajada espa?ola en Londres antes de que el Partido Popular llegara al Gobierno, Zarzalejos ha estudiado con detalle el proceso de paz, buscando siempre un paralelismo con el Pa¨ªs Vasco.
Aunque quiz¨¢ con menos precisi¨®n, Blair tambi¨¦n conoce el problema vasco. Cuando estudiaba en Oxford ten¨ªa un amigo trotskista que militaba en la IV Internacional y con muchas vinculaciones con la resistencia vasca al franquismo, con militantes de ETA VI Asamblea. Es entonces cuando se ilumina religiosamente a trav¨¦s de un predicador australiano, Peter Thomson, cuando desarrolla sus ideas de comunitarismo, de humanidad ¨²nica, ese pensamiento socialista que le permite asociarse a la pol¨ªtica de poder m¨¢s dura y al mismo tiempo distinguir entre el bien y el mal. "Cherie es una cat¨®lica de Liverpool, a a?os luz del Valladolid de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y Ana Botella. Tony es un anglicano ecumenista. Su gran creencia es una especie de Dios com¨²n con esp¨ªritu humano, con vocaci¨®n de hacer el bien al mundo", afirma un agudo comentarista.
Las relaciones entre Cherie Blair y Ana Botella se prestan a interpretaciones de todo tipo. Hay quien asegura que "entre ellas no hay sinton¨ªa". Cherie es una mujer de izquierdas, independiente, feminista, con una carrera brillante, que cree que la mujer ha de estar a la altura del hombre y no tiene ning¨²n inter¨¦s en cocinar o limpiar la casa. Es completamente distinta de Ana Botella. "En Do?ana, Cherie sol¨ªa dejar las botas llenas de barro en el recibidor: ni le pasaba por la cabeza que tuviera que ocuparse de algo as¨ª, lo que sorprend¨ªa y molestaba a su anfitriona", comenta una fuente. "No he comprobado que las mujeres se llevaran mal", contradice un testigo cercano de la relaci¨®n. "En este momento no s¨¦ si son tan amigos, pero antes hac¨ªan todo lo posible por verse, unas veces con los hijos y otras sin", a?ade.
"?Hasta d¨®nde hay amistad entre dos pol¨ªticos?", se pregunta un funcionario espa?ol. "Blair y Aznar tienen una morfolog¨ªa especial, de tradiciones, actitudes y caracteres muy diferentes, pero como hombres pol¨ªticos establecieron un buen entendimiento". Pero su amistad no siempre ha estado bien vista, especialmente entre la militancia laborista. Tampoco se ha entendido bien en el PSOE, que la ha vivido como un c¨¢liz.
Blair y Aznar cimentaron su alianza en el plano econ¨®mico. Esa relaci¨®n funcion¨® de maravilla en marzo de 2000, cuando la UE lanz¨® la Agenda de Lisboa, un cat¨¢logo de iniciativas impregnado de las propuestas hispano-brit¨¢nicas. Pero los momentos m¨¢s intensos llegaron con la crisis de Irak, un conflicto que casi hace estallar al laborismo por la alianza de Blair con Bush y Aznar. "Tony Blair dice el nombre 'Jos¨¦ Mar¨ªa' con el mismo cari?o con que dice 'Sally'
[Morgan, asesora en Downing Street] o 'Alastair' [Campbell]. Para algunos de sus amigos es tan dif¨ªcil tragar con esa atracci¨®n por un hombre de la derecha como con la cercan¨ªa con George W. Bush", escribe Peter Stothard en Treinta d¨ªas. Un mes en el coraz¨®n de la guerra de Blair.
Las fotos de la cumbre de las Azores fueron como una bofetada para muchos de esos amigos. "No tienen ninguna buena pinta para un diputado que podr¨ªa no votar por nosotros", dice Stothard que coment¨® expresivamente Fiona Millar, asesora de Cherie y esposa de Campbell. Fiona no se refer¨ªa a Bush, sino a Aznar: "Algunos de nosotros a¨²n nos acordamos de ciertos espa?oles de la derecha con ojos marrones".
Pero Blair "se sent¨ªa a gusto con Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, el primer l¨ªder de la derecha en Espa?a en dos d¨¦cadas de democracia", escribe John Kampfner en La guerra de Blair. "Le gustaba por su sobriedad, austeridad y atlantismo", asegura, aunque el mito de la austeridad castellana de Aznar qued¨® hecho a?icos cuando cas¨® a su hija Ana en El Escorial. "La relaci¨®n de Blair con Berlusconi era m¨¢s circunspecta".
A pesar de la sinton¨ªa personal, el balance de la relaci¨®n entre Blair y Aznar es controvertido. La Agenda de Lisboa se ha quedado en permanente referencia de la ret¨®rica reformista. El di¨¢logo sobre Gibraltar quiz¨¢ haya abierto el camino a futuros avances, pero no ha servido para cerrar ning¨²n acuerdo entre los dos pa¨ªses y ha consagrado el principio de que nada se podr¨¢ hacer sin la aprobaci¨®n de los gibraltare?os. Los electores espa?oles han truncado a ¨²ltima hora los sue?os de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar de pasar a la historia por la guerra de Irak. Su pol¨ªtica atlantista en contraposici¨®n al eje franco-alem¨¢n parece igualmente ef¨ªmera. Dicen que se va a instalar unos meses en Londres, donde viven su hija Ana y su yerno, Alejandro Agag. Est¨¢ decidido a estudiar ingl¨¦s. Ahora lo necesita m¨¢s que nunca porque, en el circuito de ex jefes de Gobierno reconvertidos a conferenciantes, el no hablar ingl¨¦s rebaja el cach¨¦.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.