Preg¨²ntale a Kant
Analiza el autor el impacto del 11-M sobre los resultados electorales y se pregunta si ¨¦ticamente cabe alegrarse por la victoria del PSOE.
La victoria electoral del PSOE en las presentes circunstancias pueden causar efectos perturbadores en el ¨¢nimo de los ciudadanos. ?Qu¨¦ sentir¨¢, que pensar¨¢ un votante del PP tras el brutal atentado y la inesperada derrota? ?C¨®mo deber¨ªa sentirse un votante de izquierdas ante una victoria de la que seguramente no hubiera disfrutado de no haberse producido tan bestial cataclismo? Creo que la primera de estas dos preguntas hay que proyectarla hacia la moral cat¨®lica, pues es la que la mayor¨ªa de los votantes de derechas practican, y contrastarla con el concepto de pecado y los preceptos de arrepentimiento y penitencia. En mi opini¨®n, y probablemente en la del Papa, pues conden¨® la guerra de Irak, el Gobierno del PP ha transgredido el c¨®digo ¨¦tico de la fe que tan ostentosamente profesan sus miembros al participar en esta guerra. Una guerra ileg¨ªtima respecto al derecho internacional vigente cuando fue declarada; justificada a sabiendas con argumentos mendaces, como el de la posesi¨®n de armas de destrucci¨®n masiva, y que es ¨¦ticamente injusta, pues ha presentado, como expresi¨®n pol¨ªtica y moral de las sociedades y naciones que representan el bien un acto de barbarie provocado por las oscuras ansias de poder y seguridad de la potencia imperial global. La derrota del PP ha de ser una penitencia muy amarga para quienes se resisten a realizar un acto de contricci¨®n, a pesar de que el 11-M recibieron una estruendosa llamada al arrepentimiento. S¨®lo tienen cuatro a?os para recordar que a la penitencia no corresponde el perd¨®n si no se da el arrepentimiento y la contricci¨®n.
Es mucho m¨¢s grave que un pol¨ªtico emponzo?e los principios morales del Estado de derecho
La segunda pregunta me preocupa m¨¢s, pese que algunos puedan pensar que es cog¨¦rsela con papel de fumar. El domingo electoral me fui a dormir francamente contento por el triunfo del PSOE, pero a la vez perturbado por un sentimiento de culpa que, de seguro, forma parte de nuestra herencia cultural judeo-cristiana. Dando por supuesto que el resultado electoral ha sido condicionado por el atentado, me preguntaba si era l¨ªcito alegrarse por el efecto de una causa moralmente repulsiva. A los que la moral cat¨®lica, o religiosa en general, no nos resulta especialmente ¨²til, debemos responder esta clase de preguntas desde una moral laica. Y nadie mejor que Kant, moralista laico por excelencia, para ayudarnos a encontrar una respuesta correcta.
Kant fue el primero en elaborar s¨®lidamente un c¨®digo ¨¦tico con la pretensi¨®n de respetar las reglas que regulan los procesos de obtenci¨®n del conocimiento. Para ¨¦l, la explicaci¨®n de las cosas tal y como suceden en la naturaleza es un proceso aplicable a la conducta humana en sociedad. Las acciones humanas, adem¨¢s de ser explicadas emp¨ªricamente identificando las causas que operan detr¨¢s de ellas, son enjuiciadas desde la moral dictaminando cu¨¢ndo los hombres obran de modo que su voluntad pueda valer al mismo tiempo como una ley (moral) universalmente v¨¢lida. Se trata del famoso imperativo categ¨®rico.
En cumplimiento de esta regla, la cuesti¨®n de si es ¨¦ticamente admisible alegrarse por este triunfo del PSOE exige determinar las causas y los efectos, lo cual puede resolverse provisionalmente dando respuesta a dos sencillas preguntas. Primera: ?el resultado electoral es un efecto directo del atentado? Segunda: ?La reacci¨®n de los pol¨ªticos tras el atentado respet¨® el imperativo categ¨®rico; es decir, obraron bien de acuerdo con principios universalmente v¨¢lidos?
La primera pregunta no es puramente ret¨®rica. Es cierto que todos los sondeos realizados antes del atentado indicaban que el PP ganar¨ªa las elecciones y que un cambio tan radical respecto a la intenci¨®n de voto expresada s¨®lo es explicable por la irrupci¨®n de un acontecimiento tan extraordinario como la matanza del 11-M. Sin embargo, entre la causa (atentado) y el efecto (resultado electoral) media una concatenaci¨®n de causas y efectos. Las m¨¢s destacables, y las m¨¢s visibles para los electores, furon las reacciones del Gobierno y de los partidos tras el atentado. Estas reacciones nos plantean ya la segunda pregunta. Pienso que el hecho decisivo que ha alterado el sentido del voto ha sido la manipulaci¨®n de la informaci¨®n sobre el resultado de las investigaciones policiales que el Gobierno fue ofreciendo el viernes y s¨¢bado siguientes. Parece cierto que el Gobierno pretend¨ªa que la ciudadan¨ªa decidiera el sentido de su voto creyendo en la autor¨ªa de ETA. Es un argumento que tiene un car¨¢cter especulativo, ya que se funda en una atribuci¨®n de intencionalidad apoyada en indicios y no en pruebas fehacientes, pero as¨ª lo interpret¨® una significativa parte de la ciudadan¨ªa en vista del resultado electoral y de la opini¨®n expresada en las manifestaciones.
De manera que la ciudadan¨ªa ha castigado pol¨ªticamente al Gobierno por su intento (fallido gracias a la movilizaci¨®n popular) de controlar las consecuencias electorales del atentado. Es probable que la intenci¨®n de imponer esta penitencia no solicitada fuera reforzada por las declaraciones de algunos pol¨ªticos del PP (y de UPN en Navarra) que, en un ejercicio de bajeza moral inconcebible, presumiendo la culpabilidad de ETA y negando la posible existencia de responsables alternativos, se esforzaron en criminalizar a la oposici¨®n pol¨ªtica por una supuesta connivencia y/o transigencia con la organizaci¨®n terrorista. No califico de bajeza moral semejante actitud por insinuar insidiosamente un compadreo entre partidos democr¨¢ticos y ETA, que tambi¨¦n, sino por querer rentabilizar pol¨ªticamente un hecho tan depravado y el dolor desesperado de tantas familias. Creo que es mucho m¨¢s grave al respecto que un pol¨ªtico emponzo?e los principios morales que sustentan el Estado democr¨¢tico de derecho y la confianza que los ciudadano le otorgan, que la corrupci¨®n materialista de esos gallipienzos y roldanes sencillamente interesados en meter la mano en la caja.
Por lo tanto, creo ¨¦ticamente l¨ªcito alegrarse por esta victoria del partido socialista. Pero no desde la pulsi¨®n primaria de sus simpatizantes y afiliados o desde la experimentada por otros antagonistas del PP, sino por la del que ve restaurada la fe en los principios que regulan nuestra convivencia y castigada la prepotencia de aquellos que, tal vez creyendo fortalecerlos, los exponen a un peligro mayor del que supone el terrorismo.
Jos¨¦ Mar¨ªa P¨¦rez-Agote Aguirre es profesor de Sociolog¨ªa de la Universidad P¨²blica de Navarra.
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