Humor negro
Mi amiga me ve con un ejemplar de El coleccionista de cabezas reducidas, de ?scar Alonso Alvarez:
- ?Ay!, yo compr¨¦ ese libro, por la portada. Yo tambi¨¦n soy un poco siniestra.
- Pues no s¨¦ qu¨¦ decirte. ?A t¨ª qu¨¦ te ha parecido?.
- A veces, s¨ª; a veces, no.
No es mala descripci¨®n, aunque resulte imprecisa.
- Me gusta el humor negro que destila, ese juego perverso al que se apunta el autor, como un ni?o travieso trasteando con las ideas... Con las ideas y con fuego.
- S¨ª, pero a m¨ª me parece que no termina de rematar los argumentos, como si algo se le fuera de las manos. Los cuentos largos resultan menos brillantes que los cortos, y, a veces, se alarga demasiado en la descripci¨®n de las situaciones.
- ?Hombre!, yo lo le¨ª de un tir¨®n, pero s¨ª en alg¨²n caso me qued¨¦ algo atascada.
- Me gusta el juego de inteligencia que hay en el texto, y las continuas referencias que pasan de cuento en cuento, esa cervecer¨ªa que aparece en casi todos ellos, alusiones personales, juegos de palabras. Todo eso me divierte, pero se ve muy f¨¢cilmente el ingenio.
- Es siniestro, pero me pareci¨® que explicaba demasiado las cosas, y que en vez de fijarse en las acciones, se quedaba en las conversaciones entre los personajes. Pero se lee f¨¢cil...
- No s¨¦ si demasiado...
- ?Venga, no seas tan duro! Los cuentos se leen con gracia, aunque no s¨¦ si lo noto un poco ingenuo en la expresi¨®n de esa vena siniestra que me gusta tanto, como si no llegara hasta el final.
Y as¨ª seguimos mi amiga y yo, como el cliente y el camarero del ¨²ltimo cuento, sabiendo que el juego termina cuando termina el art¨ªculo.
?scar Alonso Alvarez: El coleccionista de cabezas reducidas. Elea, Bilbao, 2003. 149 p¨¢ginas, 15 euros.
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