"No podemos m¨¢s. Queremos normalidad"
Las familias vivieron con emoci¨®n el funeral y agradecieron a la familia real sus muestras de dolor
De uno en uno. Besos, abrazos, apretones de manos, palabras de ¨¢nimo. Medio millar de familiares de v¨ªctimas de los atentados del 11-M recibieron ayer el consuelo de la familia real en La Almudena. As¨ª estuvieron 45 minutos. Y fueron los ¨²ltimos en abandonar la catedral, cuando ya no quedaba nadie por confortar.
Todos agradecieron esas atenciones. El personal de protocolo que acomodaba a los familiares los trataba con extrema delicadeza. Incluso los polic¨ªas que rodeaban la catedral, al comprobar las acreditaciones, se mostraban exageradamente amables, olvidando por un d¨ªa la dureza que suele acompa?ar a las estrictas medidas de seguridad.
En los bancos se arracimaban j¨®venes con pendiente, personas mayores, algunas con bast¨®n, de mediana edad. Muchos abrigos de pa?o y anoraks. Trabajadores. Rostros eslavos, andinos o magreb¨ªes, todos juntos. Pocos hablaban entre ellos, aunque luego destacar¨ªan que se hab¨ªan sentido muy arropados por el hecho de estar todos juntos.
"He cogido hoy el tren en el que muri¨® mi hijo. Los terroristas no van a cambiar mi vida"
"Nos ha ayudado mucho ver que los Reyes estaban igual de mal que nosotros"
"La Reina es la madre de Espa?a. Son una familia muy buena, cercana al pueblo"
A la salida, destrozados, todos los familiares coincid¨ªan en sus palabras de agradecimiento a la familia real. Ana Mar¨ªa Barroso, madre de Alberto Arenas, piloto de 24 a?os que muri¨® mientras iba a trabajar desde su casa en Parla, estaba entregada: "La Reina es la madre de Espa?a. Son una familia muy buena. He sentido mucho consuelo, mucho amparo. Los Reyes son muy sencillos, muy cercanos al pueblo. Yo he visto c¨®mo me ha abrazado la infanta Cristina, y s¨¦ que lo ha sentido de verdad. Ellos tambi¨¦n tienen hijos, est¨¢n amenazados, saben lo que es esto".
Ana Mar¨ªa, su marido y la hermana de Alberto temieron ayer por el caos de tr¨¢fico en el centro de la ciudad. Y decidieron trasladarse a Madrid desde Parla en el tren de cercan¨ªas. El mismo que aquella ma?ana del 11-M tom¨® Alberto. "Me ha dolido mucho tener que pasar por donde ¨¦l muri¨®. Es duro. Pero es mi forma de llegar a Madrid. Los terroristas no van a lograr que cambie mi vida diaria".
Ana Mar¨ªa estaba preocupada porque hab¨ªa escuchado muchas cr¨ªticas de algunas otras familias hacia el Gobierno. "Tenemos que estar todos unidos, porque pele¨¢ndonos entre nosotros no logramos nada. No entiendo a la gente que critica al Gobierno. Pero tampoco hay que desear la muerte de quien ha hecho esta locura. Ha pasado, y ya est¨¢. Mi hijo, que era piloto, ya lo dijo cuando vio lo de Nueva York. 'Mam¨¢: eso es un atentado, y le puede pasar a cualquiera".
Pero muchos familiares no piensan como Ana Mar¨ªa. De hecho, muchos ni siquiera acudieron al funeral. Quedaron algunas sillas vac¨ªas en el fondo de las dos naves laterales. Y en el exterior era evidente el vac¨ªo de las 10 filas de sillas naranjas preparadas para algunos familiares. Los que recibieron el pase para seguir la ceremonia desde all¨ª pudieron entrar en la catedral, porque hab¨ªa sitio, y evitar as¨ª la lluvia. Hubo espacio en la Almudena para ellos y para todos los invitados extranjeros -s¨®lo el estadounidense Colin Powell inclin¨® ligeramente la cabeza ante los familiares al entrar y el portugu¨¦s Jorge Sampaio lo hizo al salir-.
Las alabanzas iban todas dirigidas hacia la familia real. Concepci¨®n Bodega, viuda de Jos¨¦ Garc¨ªa S¨¢nchez, bancario de 45 a?os, lo ten¨ªa claro: "Yo no soy mon¨¢rquica, pero he sentido el calor de los Reyes. Se han implicado mucho, fila por fila, se notaba que lo sent¨ªan". Todos los familiares destacaban esa sensaci¨®n. Adem¨¢s de la felicidad de poder hablar con los Reyes, todos se fueron con la idea de que realmente sent¨ªan lo que les dec¨ªan, de que los abrazos eran de verdad y las l¨¢grimas, sinceras. Maite Rodr¨ªguez, hermana del fallecido ?ngel Luis Rodr¨ªguez, inform¨¢tico de 34 a?os, coincid¨ªa: "Nos ha ayudado mucho ver que los Reyes estaban igual de mal que nosotros".
Sin embargo, muchas familias ten¨ªan palabras duras para el presidente del Gobierno en funciones. Concepci¨®n Bodega, inmediatamente despu¨¦s de hablar maravillas de los monarcas, sin ser preguntada, quer¨ªa que quedara constancia de su enfado. "Ha sido un acto muy bonito, ya s¨®lo me queda el refugio de la religi¨®n. Pero all¨ª sobraban muchos altos cargos. Menos mal que Aznar no se ha acercado a nosotros. No quiero estar con ¨¦l, ni con [Tony] Blair. Yo le hago responsable de la muerte de mi marido. Nosotros fuimos a todas las manifestaciones contra esa guerra que no quer¨ªa nadie, injusta, hecha por intereses econ¨®micos. Al final siempre paga el pueblo".
Los familiares siguieron la misa con seriedad y l¨¢grimas, sin atreverse a responder en las partes cantadas -las m¨¢s abundantes-, que fueron un di¨¢logo entre el coro y el altar. S¨®lo al darse la paz se quebr¨® la solemnidad, y las familias pudieron recibir el consuelo de los Reyes.
Algunos, m¨¢s religiosos, se involucraron mucho en el funeral. "Ha sido muy emotivo. La solista del coro nos ha puesto los pelos de punta", explicaba Maite Rodr¨ªguez. Otros no estaban tan satisfechos. Andr¨¦s, esposo de la fallecida Mar¨ªa Paz Criado Pleiter, secretaria de 52 a?os, era m¨¢s cr¨ªtico: "No todas las v¨ªctimas eran cat¨®licas. Yo soy agn¨®stico. Los representantes de otras confesiones deb¨ªan haber participado. Hubiera sido mejor un acto ecum¨¦nico. Ha sido una ceremonia fr¨ªa. S¨®lo nos han trasmitido calor los Reyes".
Se ve¨ªa enseguida que las v¨ªctimas profesaban distintas religiones. Una mujer tocada con el tradicional hiyab (pa?uelo musulm¨¢n) recibi¨® las condolencia del Pr¨ªncipe y do?a Letizia.
Algunos se encontraron con gente conocida. Maite Rodr¨ªguez se cruz¨® con una psic¨®loga que la atendi¨® en el Ifema. "Todav¨ªa se acordaba de m¨ª, y del nombre de mi hermano".
El funeral desat¨® los sentimientos encontrados de muchos familiares, que al abandonar la iglesia, mientras se dirig¨ªan a sus coches, iban comentando entre ellos sus sensaciones. Muchos no quer¨ªan hablar con la prensa, prefer¨ªan reservar ese momento para la intimidad de la familia.
No as¨ª el padre de Eva Abad, una chica de 30 a?os que trabajaba en un despacho de loter¨ªa: "Los Reyes han estado muy bien. Pero me he quedado con ganas de gritarle a Aznar. Porque no le consiento que diga que se va con las manos limpias. No es verdad. El Rey s¨ª quiere al pueblo, pero Aznar no. No le hemos dicho nada porque somos mejores personas que ¨¦l, pero bien sabe que es el responsable de todo esto", comentaba el padre de Eva.
Otra familia, que no quiso dar el nombre de su hija fallecida, tambi¨¦n estaba muy emocionada por el apoyo de la familia real, pero enseguida, sin ser preguntados, aclaraban: "Eso est¨¢ bien, y de verdad que nos sirve de mucho apoyo, pero hemos estado juntos en la iglesia con el culpable de todo esto, y es muy duro. Nadie lo dice abiertamente, y menos all¨ª, porque no es el lugar ni el momento, pero todos lo sabemos".
La familia de Jos¨¦ Gallardo Olmo, un militar, sal¨ªa de la catedral con un profundo desconsuelo, pero agradec¨ªa a los Reyes su "paciencia". "Se les ve¨ªa realmente afectados, es emocionante", comentaba la viuda. Otros, como la familia de Francisco Jos¨¦ Narv¨¢ez, de 28 a?os, que trabajaba en una aseguradora, comentaban el tiempo, triste como el funeral, lluvioso como el del atentado. La de Mar¨ªa Josefa ?lvarez, prefer¨ªa, como otras, mirar al futuro. "El funeral ha estado bien. Pero ya no podemos m¨¢s. Despu¨¦s de esto s¨®lo queremos volver a la normalidad".
Con informaci¨®n de: Charo Nogueira, Antonio Fraguas y Carlos E. Cu¨¦
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.