Maitines
Con nocturnidad y acaso con alevos¨ªa, hoy se adelantaron los relojes en toda la Uni¨®n Europea, mas no en la madrile?a calle de G¨¦nova, donde se pararon el d¨ªa 14 (?o fue el siglo XIV?) y andan como locos buscando a un relojero que los componga y los devuelva a la realidad, al horario puntual de esta parte del mundo.
En G¨¦nova, el cambio les sorprendi¨® cantando maitines; en Ferraz, tocando a v¨ªsperas y completas. Todo es cuesti¨®n de horas can¨®nicas. Las calles de una ciudad, como las personas y las instituciones, tienen sus momentos de esplendor y sus traves¨ªas del desierto.
Ahora le toca resurgir a Ferraz, una de las primeras v¨ªas que se abrieron en el barrio de Arg¨¹elles en 1856, y cuyo nombre homenajea a don Valent¨ªn Ferraz, alcalde de la villa durante el bienio progresista de Espartero y presidente del Consejo de Ministros en una de las pocas ocasiones en que los liberales gobernaron durante el reinado de Isabel II. Ni siquiera Franco se atrevi¨® a tocar el nombre de Ferraz.
En G¨¦nova no se les quita la cara de pasmo. Sic transit gloria mundi. Pero esa calle ya est¨¢ acostumbrada a retiros mon¨¢sticos, misereres y meaculpas. Primero se llam¨® ronda de los Frailes Recoletos y estaba se?alada en sus n¨²meros impares por las tapias de las huertas de tres conventos: las Salesas, las Teresas y Santa B¨¢rbara. Claro, que en Ferraz, casi puerta con puerta con la sede de los socialistas, est¨¢ la bas¨ªlica del Coraz¨®n de Mar¨ªa, donde tambi¨¦n se sabe de penitencia y golpes de pecho durante los ¨²ltimos ocho a?os.
Como consuelo, a los genoveses les quedan los libros de horas utilizados por los nobles medievales para su uso personal, algo as¨ª como breviarios laicos. Pues bien, al igual que ZP, los principales libros de horas espa?oles proceden, precisamente, de Le¨®n: el Liber canticorum et orarum de la reina do?a Sancha, conservado en el museo de San Isidoro, y el manuscrito visig¨®tico Diurno, de Fernando I de Le¨®n, ambos del siglo XI. A maitines, Jos¨¦ Mari.
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