La unidad nacional iraqu¨ª
Algunas encuestas indican que dos tercios de la poblaci¨®n iraqu¨ª se muestran contentos por la situaci¨®n actual del pa¨ªs y creen que est¨¢n mejor ahora que antes de la ca¨ªda del r¨¦gimen anterior. Es la alegr¨ªa por la liberaci¨®n de una aut¨¦ntica pesadilla que ha dejado a la sociedad iraqu¨ª una dram¨¢tica herencia: 5 millones de hu¨¦rfanos, 750.000 viudas y decenas de fosas comunes, entre otros. Pero esta alegr¨ªa queda truncada por la realidad cotidiana que viven los ciudadanos y los grandes problemas a los cuales tienen que hacer frente en cada momento. Los servicios b¨¢sicos a¨²n son muy precarios; el paro, muy extendido, y la inseguridad sigue siendo la mayor preocupaci¨®n de la totalidad del pueblo.
La mayor¨ªa es laica y se identifica como iraqu¨ª, no como sun¨ª, chi¨ª o cristiana
Los iraqu¨ªes deben sacrificar ambiciones ¨¦tnicas y religiosas por la unidad nacional
La invasi¨®n del pa¨ªs por las fuerzas de la coalici¨®n, aparte de la ocupaci¨®n, gener¨® una serie de complicaciones que pod¨ªan haberse evitado. Se ha suprimido el Estado con toda su compleja estructura, se ha anulado el ej¨¦rcito, la polic¨ªa y las fuerzas de seguridad, en vez de depurarlos y echar mano de ellos para la reconstrucci¨®n. Se han destruido muchos ministerios y edificios oficiales de forma innecesaria y muy probablemente intencionada. El trato dado a los iraqu¨ªes por parte de las tropas americanas e inglesas es p¨¦simo y va desde la violaci¨®n de los hogares y las detenciones arbitrarias hasta los maltratos sufridos por los presos en su poder.
Pero lo m¨¢s grave del nuevo Irak consiste en que en lugar de fomentar la identidad nacional y unir los esfuerzos para solventar los innumerables problemas, cada cual arrima el ascua a su sardina. El nombramiento de los miembros del Consejo de Gobierno iraqu¨ª en virtud de las pertenencias ¨¦tnicas y religiosas ha resucitado y fortalecido de forma pat¨¦tica estos sentimientos. Las campa?as separatistas van en aumento y la lucha violenta ¨¦tnica y religiosa no deja mucho espacio para el optimismo. El sentimiento sectorial se ha incrementado de una manera alarmante, especialmente entre los seguidores de ciertos grupos religiosos, adem¨¢s de que la expansi¨®n del radicalismo religioso est¨¢ resultando fuera de todo control.
A pesar de las acusaciones de algunos, las parcelas del poder en el Gobierno de Sadam no estaban distribuidas desde el punto de vista ¨¦tnico o religioso. Todo el pueblo iraqu¨ª sufri¨® las crueldades de un partido represor y chovinista y solamente estaba a salvo si se incorporaba a sus filas, que englobaban a seguidores de todas las religiones, etnias y culturas. En el nuevo Irak se est¨¢n formando los centros del poder de los cuales surgir¨¢ seguramente el futuro Gobierno nacional. Por ello existe una lucha declarada entre las diferentes fuerzas y grupos. Encontramos un verdadero toma y daca para sacar el mayor provecho de la coyuntura pol¨ªtica actual. Hay que dejar claro que la mayor parte de la sociedad es laica y se identifica como iraqu¨ª y no como sunn¨ª, chi¨ª o cristiana. Los cl¨¦rigos sun¨ªes y sus seguidores est¨¢n resignados al verse marginados y su papel disminuido, por lo que esperan un apoyo expl¨ªcito de sus vecinos ¨¢rabes que comparten con ellos la misma doctrina.
Los chi¨ªes entusiastas, que no son m¨¢s que una peque?a parte de esta colectividad, han fijado la experiencia del Ir¨¢n de los ayatol¨¢s como modelo, a pesar de su fracaso en conseguir el desarrollo econ¨®mico y social en ese pa¨ªs que gobiernan desde hace veinticinco a?os y pese a la fragilidad de la democracia iran¨ª. Esta fragilidad se puso de manifiesto en las ¨²ltimas elecciones, cuando el Consejo de Guardianes invalid¨® la candidatura de cerca de dos mil reformistas. Adem¨¢s, los islamistas iraqu¨ªes no tienen, como los iran¨ªes, una tradici¨®n arraigada de un islam pol¨ªtico que pueda establecer las bases de un r¨¦gimen m¨ªnimamente s¨®lido y viable.
Estos religiosos, y quienes los apoyan, se olvidan de que los chi¨ªes no representan un movimiento pol¨ªtico hegem¨®nico. Y, como los dem¨¢s sectores de la sociedad, pertenecen a clases y orientaciones muy variopintas. Su papel en la historia moderna de Irak no se caracteriza por su doctrina religiosa, sino por su sentido patri¨®tico, inseparable de la posici¨®n de los dem¨¢s grupos ¨¦tnicos y religiosos.
Su lucha por el poder central preocupa mucho a los dem¨¢s iraqu¨ªes porque su llegada al Gobierno significar¨ªa la imposici¨®n del islam como base de la sociedad, y quiz¨¢ ¨²nica fuente de legislaci¨®n. Est¨¢n utilizando sus milicias en amplias campa?as de intimidaciones, llegando a asesinar a quienes se oponen a sus leyes. Adem¨¢s, est¨¢n obligando a las mujeres a llevar el pa?uelo, algo que la mayor¨ªa de las j¨®venes iraqu¨ªes hab¨ªan separado de su vida hac¨ªa tiempo.
Por otro lado, no debemos olvidar que la sociedad iraqu¨ª est¨¢ sumida en una crisis general por las guerras sufridas y el embargo, y sabemos que en las ¨¦pocas de crisis afloran los sentimientos religiosos e incluso las supercher¨ªas de toda ¨ªndole. El pueblo iraqu¨ª, en su mayor¨ªa, no busca una sociedad religiosa, sino laica; no busca un Estado isl¨¢mico, sino el Estado de derecho.
Los que venimos advirtiendo del riesgo de un enfrentamiento entre los diferentes grupos, especialmente entre chi¨ªes y sun¨ªes, sabemos que el fondo del debate es otro muy distinto. En Irak, afortunadamente, a lo largo de la historia nunca hubo una lucha sangrienta entre las dos colectividades. Hay tribus enteras y familias completas que son una mezcla de sun¨ªes y chi¨ªes. Tribus como Delem, Azza, Zubayr Shammar, Yanabi... que est¨¢n repartidas a lo largo y ancho de la geograf¨ªa del pa¨ªs.
Algunos partidos pol¨ªticos kurdos reclaman la ciudad de Kirkuk para incorporarla a la futura regi¨®n aut¨®noma de Kurdist¨¢n, factor inquietante para el resto de los iraqu¨ªes por albergar esta ciudad la mayor reserva del petr¨®leo del pa¨ªs. Las milicias kurdas (peshmerga) est¨¢n jugado un papel cuestionable, enfrent¨¢ndose a los ¨¢rabes y turcomanos y expulsando a muchas familias de estas etnias de esta ciudad. Reclaman tambi¨¦n otras zonas con minor¨ªas kurdas como Janaqin, Mandali, Badra...
A diferencia de los cl¨¦rigos chi¨ªes, los kurdos no aspiran al poder central. Son conscientes adem¨¢s de la imposibilidad de un Kurdist¨¢n independiente por las circunstancias geopol¨ªticas de los pa¨ªses ¨¢rabes vecinos, y de Ir¨¢n y Turqu¨ªa. Por lo tanto, el ¨²nico futuro posible para el pueblo kurdo es la formaci¨®n de una federaci¨®n dentro del conjunto iraqu¨ª unido y solidario.
Las dem¨¢s minor¨ªas, como los asirios, caldeos, arameos, yazid¨ªes, turcomanos, defienden la unidad nacional porque es lo que les favorece. Son, de momento, el sector m¨¢s d¨¦bil y vulnerable de la sociedad iraqu¨ª. No tienen pr¨¢cticamente representaci¨®n en el Consejo del Gobierno provisional y la Ley B¨¢sica de Administraci¨®n en la que se asentar¨¢ la nueva Constituci¨®n no contempla un papel activo para ellos.
Los iraqu¨ªes, que anhelan la paz y la democracia como el agua de mayo, deben superar sus desavenencias si desean conseguir ambos objetivos. Deben sacrificar muchas de sus ambiciones ¨¦tnicas y religiosas en el altar de la unidad nacional.
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