Ni credibilidad ni capacidad

Es posible que el tr¨¢gico 11-M haya podido perjudicar las expectativas de IU. De ninguna manera creo que para decidir su hundimiento. El desplome de esta fuerza que lleg¨® a ser decisiva en 1994, pulverizando aquellos apoyos en una estrategia negativa y oportunista que el electorado castig¨®, ven¨ªa gest¨¢ndose desde hace a?os. Creo que son varias sus explicaciones. Me detengo s¨®lo en dos.

La cultura de la autodestrucci¨®n y de la disputa permanente instalada en el interior de IU nunca pod¨ªa favorecer sus aspiraciones de representatividad y gobernabilidad. IU ha aparecido en los ¨²ltimos a?os (?quinquenios?) como una estructura pol¨ªtica inhabitable por la permanente pelea y la continua transmisi¨®n de lucha por el (peque?o) poder. Nunca por verdaderos proyectos pol¨ªticos alternativos o diversos. Y quien no hace acogedora su casa poco puede ofrecer al de fuera.

Desde otra perspectiva, IU ha pretendido ser a partir de 1996 una recolectora de todo lo que se mueve fuera o en contra del modelo social y pol¨ªtico establecido. No es eso negativo, puesto que precisamente esas posiciones radicales reflejan las peculiaridades de nuestras sociedades modernas avanzadas. El problema es que si a la vez se conserva una estructura y un estilo pol¨ªtico anclados en la m¨¢s f¨¦rrea doctrina burocr¨¢tica y leninista (es un decir) es dif¨ªcil conciliar ambas tendencias. Porque el problema no es la existencia de una corriente comunista; el verdadero problema es que esa corriente ha pretendido ser dominante desde una cultura de la exclusi¨®n y del autoritarismo.

Los resultados a lo largo de estos 20 a?os son concluyentes. La sociedad andaluza, ni tan compleja ni tan diversa a lo mejor, se encauza a trav¨¦s de un Partido Socialista que ha sabido recoger inteligentemente todos los hilos de ese entramado social. Inform¨¢tica y cofrad¨ªas; asistencia social y copla; subvenci¨®n a emprendedores j¨®venes y televisi¨®n folcl¨®rica. IU quiz¨¢ no ha sabido comprender que los movimientos sociales alternativos a lo mejor no necesitan como representante electoral un partido que, a pesar de sus buenas intenciones, recoge tambi¨¦n lo m¨¢s desgastado y viejo de la pol¨ªtica. Lo que precisamente dice combatir pero que seguramente no es capaz de realizar.

No son tiempos para pensar que una fuerza como IU pueda llegar a ser ya algo determinante y decisivo en el mapa pol¨ªtico andaluz a pesar de que puede existir, sin duda, una parte social de izquierdas cr¨ªtica con el poder pol¨ªtico en Andaluc¨ªa. Lo pudo haber sido en el pasado, a trav¨¦s de aquella opci¨®n llamada IU-Convocatoria por Andaluc¨ªa. Hoy es seguro que sus principales representantes no tienen ya la credibilidad ni la capacidad de regenerar una nueva propuesta. Tendr¨¢n que ser otros y de distinta forma los que tengan que realizar esa tarea de dotar a la sociedad andaluza de una representaci¨®n pol¨ªtica a la izquierda del PSOE.

Javier Aristu fue fundador de IU en Andaluc¨ªa y dej¨® la coalici¨®n en 1993.