El inc¨®modo perd¨®n de Panucci
"Lo peor no fue la violencia ni el secuestro del espect¨¢culo por parte de una minor¨ªa", dijo el lunes un miembro del Gobierno, bajo condici¨®n de anonimato. "De todo lo que ocurri¨® en el Ol¨ªmpico del Roma", sigui¨® "lo peor fue que nadie crey¨® a la polic¨ªa cuando asegur¨® que el rumor sobre la muerte de un muchacho era infundado".
Pietro Calabrese, director de La Gazzetta dello Sport, el mayor diario deportivo de Italia, expres¨® el mismo asombro: "Tres ultras hablaron con m¨¢s autoridad que los representantes del Estado". "El f¨²tbol italiano est¨¢ muy enfermo y no soy optimista sobre lo que pueda ocurrir", a?adi¨®.
El problema al que se enfrenta el calcio es doble. Por un lado, la quiebra t¨¦cnica de varias sociedades, las p¨¦rdidas generalizadas -ahora mismo, ninguno de los 10 primeros clasificados genera beneficios- y las cuentas ficticias. Por otro, el crecimiento del fen¨®meno ultra, que en ninguna parte es tan visible como en Roma.
Los ultras romanos tienen emisoras de radio y crean opini¨®n, influyen en la contrataci¨®n de entrenadores y futbolistas y no pierden ocasi¨®n de demostrar qui¨¦n manda. El caso de Panucci, ex madridista y lateral del Roma, es significativo: tras negarse a saltar al campo en el ¨²ltimo minuto y desafiar a Fabio Capello, dos semanas atr¨¢s, fue obligado a pedir perd¨®n en p¨²blico, pero no al entrenador, sino a una comisi¨®n de ultras.
Otra frase significativa la pronunci¨® Totti cuando el Lazio-Roma estaba a punto de suspenderse: "Aqu¨ª las cosas no son como en el norte", le explic¨® al ¨¢rbitro; "si seguimos jugando, esa gente nos espera a la puerta de casa y nos rompe el culo".
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