La provincia del horror
Santiago del Estero, uno de los territorios m¨¢s pobres de Argentina, vive sumido en continuas violaciones de los derechos humanos
"Es la provincia del horror, el orden feudal y el caudillismo". As¨ª define Fernando Rinaldi, de la Comisi¨®n de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia de Argentina, la provincia de Santiago del Estero, uno de los territorios m¨¢s depauperados del pa¨ªs. Un poder inmovilista que parec¨ªa eterno se descompone a marchas forzadas mientras el Gobierno federal se encuentra en la disyuntiva de intervenir o no la provincia. Las denuncias no cesan, incluida la de la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos de la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA), y quienes gobiernan la provincia se saben cada d¨ªa m¨¢s aislados.
Hablar de Santiago del Estero es hablar de los Ju¨¢rez y el juarismo. De Carlos Arturo Ju¨¢rez, el caudillo de 87 a?os que maneja todos los resortes de la provincia desde 1948 -m¨¢s de 50 a?os en el poder-, y de su esposa, Mercedes Nina Aragon¨¦s de Ju¨¢rez, gobernadora desde diciembre de 2002.
"Cuando entr¨¦, cre¨ªa estar en los 70. Se respiraba la atm¨®sfera de aquellos tiempos"
"Muchos cr¨ªmenes siguen impunes. Los asesinos y violadores andan sueltos"
He aqu¨ª otra cara de Argentina. A 1.150 kil¨®metros al norte de Buenos Aires, Santiago del Estero est¨¢ enclavada en medio de un cintur¨®n de pobreza que se extiende desde Formosa y Chaco y llega hasta Tucum¨¢n y Catamarca. Detr¨¢s de la imagen apacible de una ciudad de provincias, la m¨¢s antigua del pa¨ªs, con 450 a?os a cuestas, hay una realidad dolorosa de violaciones de derechos humanos y de impunidad, que los santiague?os padecen desde hace d¨¦cadas.
Viejas pr¨¢cticas de la dictadura siguen vigentes. Recientemente, ha salido a la luz el espionaje m¨¢s grosero por parte del aparato de inteligencia de la polic¨ªa, "la Gestapo de Santiago del Estero", seg¨²n la denominan muchos ciudadanos. El esc¨¢ndalo salt¨® al descubrirse que el Departamento de Informaciones de la Polic¨ªa (DIP) de la provincia, conocido como D-2, espiaba a miles de santiague?os. M¨¢s de 40.000 carpetas contienen los datos de otros tantos ciudadanos sobre su vida p¨²blica y privada.
Cristina Torres, delegada de la Secretar¨ªa de Derechos Humanos de la Naci¨®n, visit¨® las dependencias de la D-2. "Cuando entr¨¦, cre¨ªa estar en los a?os setenta", recuerda. "Se respiraba la atm¨®sfera insoportable de aquellos tiempos". La periodista Marcela Esp¨ªnola, de Radio Estudio Uno, figura en una carpeta que la describe como dirigente de una c¨¦lula subversiva, seg¨²n le confes¨® un antiguo agente del servicio de inteligencia. El obispo de la di¨®cesis de Santiago del Estero, Juan Carlos Maccarone, tambi¨¦n ha estado en el punto de mira del DIP, que ha espiado a varios cargos eclesi¨¢sticos.
Carlos Ju¨¢rez ha negado todas las acusaciones en alguna declaraci¨®n oficial, pero no atendi¨® los reiterados requerimientos de este diario para una entrevista. Los portavoces gubernamentales suelen responder con acusaciones a "sectores de una militancia hist¨®rica conocida", "opuestos al peronismo" y que "tratan de socavar situaciones", en palabras de Guillermo Abreg¨², secretario de prensa del Gobierno provincial.
Los acontecimientos se han precipitado en los ¨²ltimos tiempos y en la capital provincial se respira un aire de fin de r¨¦gimen. Aliados clave de Ju¨¢rez han sido destituidos o detenidos, el jefe de Gabinete y el ministro de Gobierno han dimitido, y otros empiezan a tomar distancias de cara al posjuarismo, como N¨¦stor Carlos Ick, el pilar principal del poder econ¨®mico. Para protegerse de las embestidas de la justicia, el anciano caudillo se ha hecho nombrar ministro de Econom¨ªa de la provincia por la se?ora gobernadora.
El asesinato de dos muchachas en el llamado crimen de la D¨¢rsena, hace un a?o, fue la gota que rebas¨® el vaso y que sac¨® a la luz el horror que se vive en la Argentina profunda. Leyla Bsheir Nazar, de 22 a?os, hija de un inmigrante liban¨¦s, desapareci¨® despu¨¦s de asistir a una de las fiestas frecuentadas por hijos de los poderosos, en las que abundan drogas y sexo. Patricia Villalba, de 26 a?os, fue secuestrada 20 d¨ªas despu¨¦s, cuando sal¨ªa de su trabajo en un puesto de frutas. La ma?ana del 6 de febrero de 2003, el cuerpo descuartizado de Leyla fue hallado en un descampado a pocos metros del cad¨¢ver de Patricia, que estaba con las manos atadas.
La crueldad del caso fue un mazazo para los santiague?os, que siguen sin saber qu¨¦ hay detr¨¢s de la muerte de dos j¨®venes inocentes. La sospecha es un¨¢nime: Leyla y Patricia vieron algo o alguien que no deb¨ªan. Y en Santiago del Estero, a los testigos inc¨®modos se les elimina. El malestar de la poblaci¨®n fue de tal magnitud, que el Gobierno provincial se vio obligado a forzar la dimisi¨®n, entre otros, de la c¨²pula judicial y policial y del jefe del espionaje, el todopoderoso Jos¨¦ Musa Azar, mano derecha de Ju¨¢rez. Est¨¢ detenido desde noviembre, acusado de ser el autor intelectual de la muerte de las dos chicas, aunque las malas lenguas aseguran que sigue impartiendo ¨®rdenes desde su cautiverio.
"Todos hablan ahora del doble crimen de la D¨¢rsena, aunque hay otros muchos cr¨ªmenes que siguen impunes", recuerda el periodista Jorge Vida. "La c¨¢rcel de la provincia est¨¢ llena de ladrones de bicicletas y de gallinas, pero los asesinos y violadores andan sueltos. La justicia depende del poder pol¨ªtico y econ¨®mico". Vidal es el coordinador de las Madres del Dolor, una organizaci¨®n que naci¨® en 1998 para protestar contra los cr¨ªmenes impunes y que ha adquirido notoriedad en el ¨²ltimo a?o con las marchas que cada viernes recorren las calles de Santiago del Estero. "Empezamos pidiendo justicia por nuestros hijos y ahora ya pedimos justicia por todo", dice Olga Villalba, madre de la asesinada Patricia. Unas 150 causas de violaciones de derechos humanos est¨¢n abiertas en la provincia, que incluyen unos 60 cr¨ªmenes sin resolver.
Para el Gobierno del presidente N¨¦stor Kirchner (peronista), la permanencia en el poder de los Ju¨¢rez (tambi¨¦n peronistas) es cada vez m¨¢s inc¨®moda. Los funcionarios de la Secretar¨ªa de Derechos Humanos consideran que es tarde para decretar la intervenci¨®n de la provincia, por tratarse de una decisi¨®n del alto coste pol¨ªtico. Preferir¨ªan la renuncia de la gobernadora y de su marido, que siguen aferrados a sus puestos.
"Los cr¨ªmenes impunes de hoy son los desaparecidos de ayer", observa Fernando Rinaldi, que viaja con frecuencia a Santiago del Estero junto al secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde. Muchos testimonios pueden explicar historias dram¨¢ticas de violencia e intimidaci¨®n, en las que siempre aparece la sombra de la polic¨ªa provincial. Otros no est¨¢n para contarlo. Como C¨¦sar Iturre, gobernador entre 1987 y 1991, que una vez en el poder rompi¨® con el caudillo. Al dejar el cargo, la persecuci¨®n de los Ju¨¢rez fue implacable y busc¨® refugio en Paraguay. Los asesinos dieron con ¨¦l en Asunci¨®n.
El anterior obispo de Santiago del Estero, Gerardo Sueldo, era un s¨ªmbolo de la resistencia. Promovi¨® la agrupaci¨®n Madres del Dolor y cre¨® la Secretar¨ªa Diocesana para los Derechos Humanos, la primera y ¨²nica en Argentina, y desde el p¨²lpito convocaba a los fieles a rebelarse contra Ju¨¢rez. Muri¨® una madrugada de septiembre de 1998 en un accidente de tr¨¢fico que despert¨® grandes sospechas.
Dos a?os antes del golpe militar de 1976 los santiague?os ya viv¨ªan bajo un r¨¦gimen dictatorial. "Los allanamientos eran moneda com¨²n. Se repet¨ªan las escenas de polic¨ªas y militares rompiendo a culatazos las puertas de viviendas", explica un poblador de edad avanzada. El comisario general de la polic¨ªa, Jos¨¦ Musa Azar, fue una pieza esencial en la log¨ªstica de la represi¨®n en las provincias de Tucum¨¢n, donde operaba el general Domingo Bussi, y Santiago del Estero. El nombre de Musa Azar figura en el informe Nunca M¨¢s, de la Comisi¨®n Nacional sobre Desaparici¨®n de Personas (Conadep).
Es probable que los Ju¨¢rez tengan los d¨ªas contados como gobernantes. Puede que acaben sentados en el banquillo o, qui¨¦n sabe, fugitivos en otro pa¨ªs. El interrogante es: ?y despu¨¦s, qu¨¦? "Eso no empez¨® con Ju¨¢rez y es muy posible que no termine con Ju¨¢rez", dice el soci¨®logo Luis Garay, que pas¨® toda la dictadura en la c¨¢rcel. "El problema es que no se vislumbran alternativas. Estamos deseando que caiga y al mismo tiempo temblamos por qui¨¦n pueda venir".
R¨¦cord de permanencia en el poder
Carlos Arturo Ju¨¢rez naci¨® en el seno de una familia de clase media no influyente el 6 de febrero de 1917 en La Banda, la ciudad colindante con Santiago del Estero, al otro lado del r¨ªo Dulce. Se cas¨® con Luz M¨¢rquez, con la que tuvo dos hijas y un var¨®n (fallecido). El segundo matrimonio, con Mercedes Nina Aragon¨¦s, esposa actual y gobernadora de Santiago del Estero, se celebr¨® en M¨¦xico, pues en Argentina no hab¨ªa ley de divorcio en aquellos a?os.
Militante peronista, Ju¨¢rez procede de Acci¨®n Cat¨®lica, que representa al sector religioso m¨¢s conservador de la provincia. En 1949 fue elegido gobernador de la provincia por primera vez, con Juan Domingo Per¨®n como presidente de la naci¨®n. Estuvo en el cargo hasta el golpe militar de 1955, a?o en el que parti¨® hacia el exilio. En 1973, regres¨® por segunda vez como gobernador, tras una maniobra que le permiti¨® derrotar a su rival en las elecciones internas del Partido Justicialista (PJ, peronista). Tras el golpe de Estado de 1976 parti¨® de nuevo hacia el exilio. Seg¨²n una versi¨®n de Jos¨¦ Musa Azar, antes del levantamiento militar, Ju¨¢rez mantuvo una reuni¨®n con el general Jorge Rafael Videla, quien le anunci¨® la inminente rebeli¨®n.
Despu¨¦s de un prolongado exilio en Europa, el caudillo regres¨® a Argentina en mayo de 1982, en plena guerra de las Malvinas. Recuperada la democracia, gan¨® las elecciones que le colocaron al frente de la gobernaci¨®n de Santiago del Estero hasta 1989. El 16 de diciembre de 1993 estall¨® el santiague?azo. El gobernador era Fernando Lobo, peronista como Ju¨¢rez, mientras que el presidente de la Rep¨²blica era Carlos Menem, tambi¨¦n peronista. La ira popular, contenida desde hac¨ªa demasiado tiempo, estall¨® ante el impago de los salarios de los 45.000 empleados p¨²blicos. Las sedes de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial fueron pasto de las llamas, as¨ª como la residencia de varios dirigentes pol¨ªticos. Menem habl¨® de un acto de sedici¨®n y orden¨® la intervenci¨®n de la provincia por parte del Gobierno federal.
En las siguientes elecciones, una vez m¨¢s el ganador fue Ju¨¢rez, reelegido para un quinto mandato. Dimiti¨® a medio camino para asumir como senador de la naci¨®n. Todo estaba perfectamente calculado. Su esposa asumi¨® primero como vicegobernadora y en diciembre de 2002 se convirti¨® en la m¨¢xima autoridad provincial.
El "l¨ªder y conductor" y el "protector ilustre de Santiago del Estero", como le llaman sus ac¨®litos, pas¨® moment¨¢neamente a un segundo plano, pero no por ello dej¨® las riendas del poder. Carlos Ju¨¢rez conoce a su pueblo como pocos.
?sta es, sin duda, la clave del ¨¦xito de su pol¨ªtica paternalista, basada en el asistencialismo. Su popularidad es may¨²scula en las zonas rurales, donde profesan veneraci¨®n por el tata Ju¨¢rez (padre en quechua), que es capaz de enviar cartas personalizadas a los campesinos, interes¨¢ndose por sus problemas, cuando se acercan las elecciones.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.