Feminicidio
La palabra feminicidio salt¨® como un chirrido la primera vez que fue o¨ªda, pero estos d¨ªas ha vuelto sin ser buscada. Contundente por su contenido y temerosa por no ser reconocida en los diccionarios oficiales. Otra mujer andaluza muerta a cuchilladas por el hombre que la cre¨ªa suya, dicen los peri¨®dicos. Un sentimiento de dolor, impotencia y miedo invade a las mujeres cuando oyen el aumento inexorable de la "cuenta" de las muertes.
En los casos m¨¢s recientes de mujeres muertas por sus parejas, seg¨²n han informado los medios de comunicaci¨®n, no existieron agresiones previas de las v¨ªctimas, en algunos ni siquiera hubo discusi¨®n o intercambio de palabras. Otros dos datos suelen coincidir: las parejas se hallaban en un per¨ªodo de separaci¨®n, y el agresor intent¨® autolesionarse tras quitar la vida a quien hab¨ªa sido su compa?era.
El tr¨¢mite de la separaci¨®n, estad¨ªsticamente se ha confirmado como un importante factor de riesgo para la vida e integridad f¨ªsica de las mujeres. Las instituciones est¨¢n alertadas para activar los medios legales cuando tienen conocimiento de las amenazas y coacciones, que suelen aparecer o reiterarse en los momentos de la separaci¨®n. El problema surge cuando la polic¨ªa o el juzgado no han recibido noticia de estas violencias y el agresor se sit¨²a en una posici¨®n de contumacia, cuando no de venganza, contra la mujer que decide romper el v¨ªnculo matrimonial. Aqu¨ª nada les acobarda, nada les amilana, ni las penas ni el reproche social, y si hace falta terminan con su vida tras arrebatar la de la mujer que decidi¨® hacer uso de su libertad. Un informe del Observatorio del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) ha puesto de manifiesto que en el a?o 2003 ha aumentado en casi un 59% las muertes de mujeres por violencia dom¨¦stica, y que en el 75,5% de los casos los ¨®rganos judiciales no ten¨ªan noticia de los malos tratos previos.
Podr¨ªamos preguntarnos si este aumento de muertes no est¨¢ adquiriendo los signos de una "guerra santa" no declarada, donde a la acci¨®n de defenestrar, asfixiar, acuchillar o disparar a la mujer, le sigue el suicidio del agresor en una suerte de autoinmolaci¨®n y reivindicaci¨®n de una masculinidad sexista. No solo razones est¨¦ticas generan ¨¦ste interrogante, tambi¨¦n la frecuencia con que la autolesi¨®n del agresor suele generar sentimientos de l¨¢stima y de indulgencia. Sentimientos que se traducen en justificaciones que presentan el arrebato, los celos, el estado pasional, la locura o el estado depresivo, como la ¨²nica explicaci¨®n racional de un hecho no previsible en hombres que son amables y buenas personas con el vecindario o con sus compa?eros de trabajo.
?Por qu¨¦ no se divulga que, en casos como los conocidos recientemente, la acci¨®n de matar aparece como un acto de propiedad y venganza que no tiene excusas racionales... que las mujeres murieron por raz¨®n de su g¨¦nero femenino y como consecuencia de la socializaci¨®n de estos hombres en el sexismo violento?
Quiz¨¢ sea hora de resaltar esta causa social y pol¨ªtica. Quiz¨¢ sea hora de levantar el velo y se?alar con el vocablo feminicidio la intenci¨®n espec¨ªfica de estos agresores. Intencionalidad que no es otra que exteriorizar y hacer visible a trav¨¦s del acto de matar el poder masculino sobre las mujeres, poder del que se creen investidos en virtud de una socializaci¨®n en la masculinidad violenta. La comunidad no deber¨ªa cerrar los ojos ni buscar explicaciones que solapan la propia voluntad del agresor; pues, generalmente, quien ha ejercido violencia sobre su compa?era durante el tiempo de convivencia, internamente sabe que puede llegar a matarla.
Para conocer la realidad tenemos el instrumento de las palabras. Homicidio o asesinato son t¨¦rminos neutrales que no dan raz¨®n sobre la causa ¨²ltima de estas muertes. La palabra feminicidio ha llamado a la puerta de nuestro vocabulario para descorrer el velo y dejar al descubierto la causa pol¨ªtica y social de estas muertes.
Inmaculada Montalb¨¢n Huertas es magistrada y coordinadora de la Comisi¨®n Violencia de G¨¦nero de Jueces para la Democracia.
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