JUAN LUIS GARC?A ARNAIZ / El guapete del barrio

A sus 17 a?os, reci¨¦n estrenado un curso de pintor en la escuela taller de Fuencarral, la mayor ilusi¨®n de Juanlu, como le conocen sus colegas de Parla, era ser independiente. En el apogeo de la adolescencia, lo ten¨ªa claro: quer¨ªa empezar a ganar dinerillo y, en el futuro, montar su propio negocio. Qui¨¦n sabe, quiz¨¢ una empresa de pinturas. Quiz¨¢, despu¨¦s, sacarse el carn¨¦ de conducir y comprarse un coche. Aunque siempre dec¨ªa que "en transporte p¨²blico se iba muy bien", recuerda Luis, su padre. Quiz¨¢ un piercing en la nariz o la lengua, a pesar de que a Marimar, su madre, no le hac¨ªa gracia y pese a que llevaba ya dos aritos de oro en las orejas, que se quitaba cuando iba al colegio de la Sagrada Familia de Pinto. "Yo le dec¨ªa que, cuando fuera mayor de edad y hubiese reflexionado un poco m¨¢s sobre qui¨¦n quer¨ªa ser, hiciera lo que quisiera", dice Marimar.

Pint¨® de amarillo su habitaci¨®n "porque le encantaba cambiar de ambiente, y siempre andaba moviendo muebles de ac¨¢ para all¨¢". Y all¨ª siguen pegados en la pared los carteles de las chicas m¨¢s sexy y de los coches m¨¢s deportivos. Sigue en perfecto orden su colecci¨®n de mecheros. Permanece cerrada su carpeta, llena de sus improvisados dibujos de h¨¦roes de animaci¨®n japoneses. Guardadas sus zapatillas del 48, que soportaban sus 1,90 metros de altura. Y colgada, su gorra, la que se pon¨ªa cuando no ten¨ªa tiempo de engominarse y secarse el pelo a las seis de la ma?ana, antes de tomar el tren a Atocha.

Porque si Juanlu era algo, era presumido. Y ¨¦xito no le faltaba. Era el guapete del barrio. A su edad, muchas hab¨ªan ca¨ªdo ya.

Noble, servicial, a veces ni?era (sin muchas reticencias) de su hermano Jorge, de ocho a?os, que ahora tiene miedo a dormir solo; cari?oso, celoso de sus cosas y amante de sus amigos... Juan Luis, como lo llaman sus padres, "era un chaval rebelde y maravilloso". El atentado del 11 de marzo acab¨® con su vida casi antes de que empezara