Tras las huellas de 190 vidas
La voluntad de las familias, factor clave en el homenaje a las v¨ªctimas del 11-M
Vidas Rotas, el homenaje de EL PA?S a las v¨ªctimas del 11-M, ha supuesto un descubrimiento para el equipo period¨ªstico que lo elabor¨® y, tal vez, para muchos lectores: no hay personas insignificantes, peque?as, mediocres ni superfluas. Todas tienen algo especial. No son perfiles biogr¨¢ficos, ni notas necrol¨®gicas al uso. Son retazos de vidas y del vac¨ªo que han dejado en quienes las compartieron.
"?No tendr¨¢ usted otra foto en la que su mujer aparezca con los ojos abiertos?"
Un descubrimiento asombroso: que no hay vidas peque?as, in¨²tiles o insignificantes
As¨ª se hizo:
El 11 de marzo, a tres d¨ªas de las elecciones, EL PA?S hierve a primera hora de la ma?ana. Hasta el ¨²ltimo periodista est¨¢ en la calle o en la redacci¨®n, preparando una edici¨®n especial. No hay tiempo para nada que no sea urgente, pero, en medio del dolor y el estupor, de la fiebre y la excitaci¨®n, queda claro que el desaf¨ªo profesional que plantea la matanza exige mirar m¨¢s all¨¢ del d¨ªa a d¨ªa. Es en esas horas fren¨¦ticas cuando se decide brindar a las v¨ªctimas de la matanza el mejor tributo posible: retratarlos desde el recuerdo de quienes mejor les conocieron.
Aunque no es el mejor momento para enfriar los ¨¢nimos, se marcan las l¨ªneas de trabajo: no forzar a los familiares; no publicar semblanzas con la oposici¨®n de los parientes pr¨®ximos; recurrir exclusivamente a testimonios directos; publicar s¨®lo fotos autorizadas; suprimir referencias negativas a los fallecidos; dar libertad de estilo, aunque sometiendo los textos a un minucioso proceso de edici¨®n; buscar la esencia de los personajes, lo distintivo; retirar del equipo a quien no pueda soportar la carga psicol¨®gica; y recabar la ayuda de toda la redacci¨®n.
A la hora del balance, el sabor es agridulce, aunque globalmente positivo. No ha habido quejas de familiares y s¨ª numerosas muestras de agradecimiento. Algunos parientes llamaron a EL PA?S porque, al ver los primeros cap¨ªtulos, quisieron que se incluyera en la serie a un ser querido.
Historias de gente diversa: por nacionalidad, por religi¨®n, por profesi¨®n, por aficiones, por car¨¢cter. Grande en su sencillez. Sin otro nexo que viajar en aquellos malditos trenes. Sacarlas a relucir ha sido un privilegio, aunque tambi¨¦n plante¨® dudas como ¨¦sta: ?Es l¨®gico presentar exclusivamente el lado positivo de los personajes tan s¨®lo porque un acto terrorista brutal les ha convertido en v¨ªctimas?
Hubo momentos muy duros. En los primeros d¨ªas, cuando el dolor estaba a flor de piel, se envi¨® a decenas de redactores y alumnos de la Escuela de Periodismo en busca de familiares de fallecidos. A hospitales, tanatorios, cementerios, iglesias, Instituto Anat¨®mico Forense, pabellones de Ifema, pueblos del Corredor del Henares, barriadas en las que paraban los trenes... M¨¢s de uno volvi¨® arrojando la toalla, incapaz de asumir lo que vio y oy¨® en esos lugares. Y comenzamos a preguntarnos: ?Nos estaremos pasando? ?No habr¨ªa que dejar tranquilos a los familiares? Nuestra justificaci¨®n es que se acometi¨® la tarea con prudencia, intentando convencer, pero nunca presionar.
Uno de los reporteros relata c¨®mo, tras entrevistar al marido de una de las v¨ªctimas, ¨¦ste le trajo una foto de su esposa mientras cortaba la tarta de su ¨²ltima fiesta de cumplea?os. La mir¨® y se puso a llorar. El periodista, con un nudo en la garganta, haciendo de tripas coraz¨®n, se vio obligado a preguntarle: "?No tendr¨¢ otra en la que no salga con los ojos cerrados?"
Para intentar saber en qu¨¦ terreno moral nos mov¨ªamos, se encarg¨® a una redactora que plantease a Fernando Chac¨®n Fuertes, presidente del Colegio Oficial de Psic¨®logos de Madrid, la siguiente pregunta: "?Cree que la publicaci¨®n de Vidas Rotas es positiva para los familiares de las v¨ªctimas?". La respuesta fue larga y llena de matices, pero se resume as¨ª: "Quien sufre el dolor de una muerte, sobre todo si es imprevista, quiere, consciente o inconscientemente, tener un recuerdo, el mejor posible, del ser querido. Por eso, los perfiles est¨¢n siendo bien acogidos por los familiares, al menos en los casos de los que yo tengo conocimiento, y se entienden como un reconocimiento. Es muy importante poner cara y nombre a las v¨ªctimas de los atentados para evitar que ocurra como, en un momento determinado, pas¨® con las del terrorismo de ETA: que la sociedad iba perdiendo sensibilidad y los asesinados se convert¨ªan en simples n¨²meros. A alguien puede parecerle que se prolonga innecesariamente el dolor, pero, si el trabajo se hace con delicadeza, en t¨¦rminos generales el efecto es beneficioso y favorece la empat¨ªa, la identificaci¨®n con los sentimientos de los dem¨¢s".
Han sido relativamente numerosos (26) los casos de rechazo total a la publicaci¨®n de los retratos, a lo que hay que a?adir los de las familias que no se opusieron a que se publicase el texto, pero s¨ª la fotograf¨ªa. La norma que se ha aplicado ha sido la de respetar, ante todo, la voluntad de los parientes de las v¨ªctimas, aunque ello supusiera la no utilizaci¨®n de material obtenido leg¨ªtimamente de fuentes pr¨®ximas al fallecido y suficiente para elaborar una semblanza completa.
En una ocasi¨®n, se llam¨®, por cortes¨ªa, al padre de un fallecido que inicialmente hab¨ªa colaborado para leerle el texto que se iba a publicar al d¨ªa siguiente. Antes de que el reportero iniciase la lectura, este familiar dijo que hab¨ªa cambiado de opini¨®n y que no quer¨ªa que el retrato de su hijo apareciese en el diario. Con la p¨¢gina maquetada, y cercano ya el cierre de la edici¨®n, se suprimi¨® la semblanza.
Varias veces, un redactor de EL PA?S estuvo ante la puerta de la vivienda de los familiares de una de las v¨ªctimas, con un tel¨¦fono m¨®vil a la oreja y una pregunta para el coordinador del equipo: "?Llamo o no llamo?". La respuesta fue siempre: "No, si acaso intenta un acercamiento indirecto".
La b¨²squeda result¨® extremadamente compleja, con m¨¦todos que, con frecuencia, trascendieron lo period¨ªstico para derivar en lo detectivesco, y con un trabajo de campo que incluy¨® el peinado de barrios y pueblos enteros. Una muestra: tras muchos esfuerzos bald¨ªos entre la comunidad ucrania, incluyendo contactos en Kiev, un reportero acudi¨® el 21 de marzo a la iglesia del barrio de Arg¨¹elles en la que cada domingo se reunen miles de ucranios cat¨®licos. Al final de la misa, el sacerdote, a petici¨®n del periodista, pidi¨® ayuda para localizar a los familiares de dos compatriotas fallecidos el 11-M. Esfuerzo in¨²til: nadie sab¨ªa nada. Finalmente, los parientes de una de las v¨ªctimas fueron localizados como resultado de una investigaci¨®n paralela. La esposa del segundo fue hallada y entrevistada por la corresponsal de EL PA?S en la antigua URSS en una vivienda de Lviv, en Ucrania Occidental.
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