Los abogados, ante las nuevas preocupaciones sociales
Hace dos siglos de la muerte de Kant, pero la vigencia del mundo que ¨¦l ilumin¨® ense?¨¢ndonos a filosofar todav¨ªa da luz al campo del pensamiento, y desde luego, al campo del derecho. En su Metaf¨ªsica del derecho nos dio Kant la m¨¢s moderna versi¨®n de lo jur¨ªdico: la b¨²squeda de la libertad como arbitrio entre la libertad de uno y la libertad de todos.
En un mundo en el que felizmente impera la aspiraci¨®n de vivir diariamente las libertades de nuestra avanzada civilizaci¨®n, tiene que acoplar de manera cotidiana el progreso cient¨ªfico y t¨¦cnico a las pautas globales del Estado de derecho: democracia como sistema de selecci¨®n de los titulares del poder, respeto a los derechos fundamentales como blindaje intocable de la dignidad de la persona e imperio de la ley para todos.
Hemos dedicado preferente atenci¨®n a una red de atenci¨®n a los ciudadanos
Madrid mismo es una ciudad construida sobre la emigraci¨®n intranacional
Una profesi¨®n como la de abogado, tan cercana a las cosas que van mal a las gentes, a las cosas que preocupan a los ciudadanos, nos permite ver los perfiles y ribetes novedosos que a veces arrojan las tensiones y los conflictos de la ciudadan¨ªa. Ese an¨¢lisis, expresado despu¨¦s del 11-M, ha de estar marcado, como todos lo estamos, por la pesadumbre, por la tragedia y por la indignada emoci¨®n de quienes estando tan cerca de la muerte estamos vivos para contarlo y para intentar enfrentarnos a tanta maldad como el terrorismo comporta. Hasta vencer.
No es peque?o el esfuerzo que los abogados hemos de hacer en esta materia. Por un lado, imponer el clima de serenidad que el debido proceso requiere. Por otra parte, conseguir que la defensa con todas las garant¨ªas permita tambi¨¦n llamar justicia a la que se imparte a los terroristas, y adem¨¢s, hacer esto compatible con la expresi¨®n m¨¢s rotunda de indignaci¨®n y condena.
En la gran metr¨®polis, una sociedad poli¨¦drica y variopinta acumula toda clase de tensiones y problemas. Algunas son nuevas y otras son simplemente presentaciones renovadas de los problemas de siempre.
Hace m¨¢s de diez a?os, cuando todav¨ªa el fen¨®meno migratorio no hab¨ªa tomado ni la dimensi¨®n ni el porte problem¨¢tico que hoy presenta, desde el Colegio de Abogados de Madrid dimos la voz de alarma sobre algo que ya se ve¨ªa que pod¨ªa llegar a suceder. Hoy nos encontramos ante una estad¨ªstica que revela que el 6,7% de nuestra poblaci¨®n es ya emigrante, alcanzando a igualar las cuotas de Francia y cerca ya de la de Alemania. Y la proyecci¨®n a 20 a?os previene que se alcance hasta el 25%. Ninguna sociedad se puede permitir el lujo de que sea un problema convivir con el 25% de sus convecinos. La historia muestra que si la integraci¨®n no se hace gradual y efectiva el final es racismo, xenofobia y conflicto. La di¨¢spora, el holocausto, las deportaciones y las expulsiones nacieron de los fundamentalismos segregadores. Y, por cierto, nada solucionaron. La tragedia del volver a empezar en esta materia puede y debe ser evitada.
El Colegio de Abogados de Madrid tom¨® en su d¨ªa conciencia de estas experiencias propias y de otros. Madrid mismo es una ciudad construida sobre la emigraci¨®n intranacional. Desde hace mucho tiempo, a trav¨¦s de servicios de orientaci¨®n jur¨ªdica y de facilitaci¨®n de defensa de oficio, cuando a¨²n los poderes p¨²blicos no hab¨ªan reconocido esta necesidad, hemos venido facilitando la protecci¨®n jur¨ªdica b¨¢sica a estos colectivos, que todav¨ªa no se llamaban colectivos de exclusi¨®n, pero que eran objeto de profundas y nefastas marginaciones. Una vez que la persona inmigrante ha ingresado en el espacio nacional, las medidas que puedan tomarse frente a su posible situaci¨®n de ilegalidad han de respetar en todo caso los factores emblem¨¢ticos de su dignidad: o sea, sus derechos fundamentales. El hecho de la extranjer¨ªa nos presenta as¨ª la necesidad de que los abogados contribuyamos a depurar el marco jur¨ªdico que discipline y organice este problema, que es, otra vez hay que decirlo, una suma ingente de problemas personales marcados por la tragedia. En ese marco te¨®rico, el tratamiento debe afrontar tanto el puro derecho de extranjer¨ªa como el derecho de asilo y el derecho a la integraci¨®n.
El Colegio de Abogados de Madrid ha asumido desde hace tiempo que los inmigrantes forman parte del bloque de los ciudadanos que han de beneficiarse de nuestro programa b¨¢sico de "justicia para todos". Casi 350 abogados prestan 20.000 servicios de asistencia de alta especializaci¨®n -incluso divididas las ¨¢reas de asilo y extranjer¨ªa-, que se prosigue hasta la v¨ªa contenciosa. Y desde nuestros servicios de asistencia, que datan de antes de 1995, mediante convenios con las administraciones, se atiende y orienta a miles de inmigrantes en cuatro sedes diferentes, incluso en la puerta de entrada del pa¨ªs, como es el aeropuerto de Barajas.
Este fen¨®meno de la masificaci¨®n de nuestra justicia es por s¨ª mismo muy positivo y coincide adem¨¢s con la proclamaci¨®n de la Constituci¨®n y el vuelco que todo nuestro ordenamiento jur¨ªdico sufre como consecuencia de la aplicaci¨®n de la Carta Magna. Es, como se ve, ensanchamiento de la demanda de justicia porque se hace com¨²n y se extiende a todos la percepci¨®n de las libertades y la exigencia de los derechos.
As¨ª que nuestra tarea es, como hace 400 a?os cuando naci¨® el Colegio, que el abogado sea el guardi¨¢n de la libertad del ciudadano y quien le defienda ante la justicia. Pero esa tarea debe partir de un punto esencial: que quienes no tengan medios para sufragar su propio abogado cuenten con uno que les defienda sin costo alguno para el justiciable. S¨®lo as¨ª se abre para todos por igual la puerta de la justicia. S¨®lo as¨ª se empieza bien el camino que nos haga a todos iguales ante la ley. Desde el momento inicial de la vigencia constitucional, el 1 de enero de 1979, los abogados madrile?os, como todos los abogados espa?oles, nos propusimos que la asistencia letrada al detenido desde el primer momento de su detenci¨®n consagrada en el art¨ªculo 17 de la Constituci¨®n Espa?ola marcara un punto de inflexi¨®n irreversible en el funcionamiento de los dispositivos policiales. Es nuestro orgullo proclamar la enorme eficacia que este principio ha tenido en la vida espa?ola.
En Madrid se practican al a?o casi 90.000 asistencias a detenidos en centros de detenci¨®n, y ese momento cr¨ªtico en el que la polic¨ªa o la Guardia Civil cumple con su obligaci¨®n de detener queda sujeto, por la propia presencia del abogado, a las pautas m¨¢s estrictas del Estado de derecho.
El principio de "justicia para todos" requer¨ªa y requiere de un turno de oficio de elevada calidad, pues s¨®lo a trav¨¦s de esa calidad se equilibra el acceso a la justicia de quienes tienen medios con el de aquellos que no los tienen. Los abogados del Colegio de Madrid nos hemos propuesto hace a?os arrumbar los t¨®picos y las inercias en ocasiones despectivas sobre la calidad del turno de oficio. Por la propia condici¨®n de pobreza o indigencia del cliente hemos querido ser muy exigentes con la propia calidad de nuestro servicio: hemos implantado la capacitaci¨®n previa; la especializaci¨®n; la garant¨ªa de disponibilidad; la formaci¨®n permanente... Tambi¨¦n en este orden de cosas, y dada la espectacular demanda de justicia de la ciudadan¨ªa en una sociedad avanzada, hemos dedicado preferente atenci¨®n a los servicios de orientaci¨®n jur¨ªdica especializados, creando una red de atenci¨®n a los ciudadanos para que cuando se aproximan a la justicia, cualquiera que sea su problema, sean adecuadamente atendidos por abogados que les den una primaria orientaci¨®n sobre el rumbo que deben tomar para resolver sus cuitas.
En el a?o 2003 se han atendido 115.000 consultas en los distintos servicios, lo unos de car¨¢cter general, los otros de car¨¢cter espec¨ªfico, como son los que se refieren a la mujer, el dedicado al mundo penitenciario, el dedicado a los menores, el dedicado a extranjeros y los de car¨¢cter municipal y de consumo.
La tensi¨®n enorme que a la sociedad de hoy le produce el problema de la violencia dom¨¦stica nos llev¨® a disponer ya hace mucho tiempo de equipos de letrados especializados y consultorios espec¨ªficos desde los que llam¨¢bamos la atenci¨®n de la sociedad y de los poderes p¨²blicos sobre la tr¨¢gica situaci¨®n de quienes estaban sujetas al maltrato y a la vejaci¨®n en el ¨¢mbito m¨¢s ¨ªntimo de su vida familiar, y adem¨¢s sufr¨ªan la terrible indefensi¨®n de quien ni siquiera pod¨ªa proclamar su desgracia y reclamar protecci¨®n.
A¨²n queda un tema de preocupaci¨®n social especialmente sensible y respecto del cual se requiere una muy sentada reflexi¨®n. Me refiero al tema de los menores cuyas conductas fuera de la ley producen de un lado profunda conmoci¨®n social y de otro una cierta perplejidad en cuanto a c¨®mo deba procederse para reprimirlas, prevenirlas y en su caso curarlas.
Tanto en el mundo jur¨ªdico como en el ¨¢mbito del poder pol¨ªtico, hab¨ªamos llegado a una formulaci¨®n legal que merec¨ªa general consenso y aplauso. (...) La Ley del Menor es la ley de la segunda oportunidad para los menores que hubieran fracasado en su primera salida a la vida.
Lamentablemente, una serie de casos extremadamente violentos y llamativos produjeron soluciones chocantes que ni la sociedad pod¨ªa asumir ni tampoco cumpl¨ªan con la eficacia reparadora y curativa que se esperaba de la ley. El texto legal est¨¢ ahora muy cuestionado.
Esperamos que si ha de llegar una correcci¨®n o reforma de la Ley del Menor, sea ¨¦sta fruto de la maduraci¨®n y no de la improvisaci¨®n a golpe de episodios coyunturales.
(...) Los ejemplos de preocupaciones sociales a los que antes me he referido -emigraci¨®n, violencia dom¨¦stica, acceso a la justicia, delincuencia juvenil ...- ponen de relieve la expresa necesidad de que los abogados seamos conscientes, todos juntos y cada uno a t¨ªtulo individual, del papel crucial que desempe?amos a la hora de conseguir la paz social mediante el adecuado y firme ejercicio de los derechos.
Por eso, porque nuestro papel es crucial, tenemos que mantener la validez y eficacia de los principios b¨¢sicos de nuestro ejercicio profesional, en tanto son elemento esencial del derecho de defensa para todos. Nos tenemos que reafirmar en que el secreto profesional es en los abogados un deber y en los ciudadanos un derecho; porque el quebrantamiento del sigilo lo que har¨ªa es dejar al justiciable inerme ante la justicia.
(...) Hay que referir siempre las patolog¨ªas de las conductas individuales y las convulsiones de la convivencia -sean nuevas o viejas- a los valores m¨¢s permanentes, y muy esencialmente al valor de la libertad, que es el que termina por explicar el continuado progreso de la peripecia humana.
Luis Mart¨ª Mingarro es decano del Colegio de Abogados de Madrid.
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