Dos pa¨ªses a la sombra de un imperio
Once a?os despu¨¦s del 'divorcio de terciopelo', checos y eslovacos entran juntos y con grandes diferencias en la UE
Los dos pa¨ªses entran en la UE con grandes diferencias econ¨®micas y el trauma de un divorcio que, aunque pac¨ªfico, dej¨® heridas en ambas sociedades. Rep¨²blica Checa mira hacia Alemania. Eslovaquia est¨¢ m¨¢s cerca de Ucrania. Y ambos, a la sombra de un imperio sovi¨¦tico que ya no existe.
En esta primavera de 2004, checos y eslovacos, orgullosos de ser centroeuropeos desde los tiempos del Imperio austro-h¨²ngaro, se aprestan a ingresar a la vez en la UE con unas excelentes relaciones bilaterales, pero manteniendo las diferencias econ¨®micas y sociales que precipitaron su divorcio.
El fr¨ªo d¨ªa de A?o Nuevo de 1993, un pa¨ªs se dividi¨® en dos en el coraz¨®n de Europa. Las carcasas que se dispararon no procedieron de morteros de guerra, sino de fuegos artificiales de fiesta. Despu¨¦s de 75 a?os de matrimonio con el nombre de Checoslovaquia, ambos Estados se separaron de modo pac¨ªfico en un episodio que ha pasado a la historia como el divorcio de terciopelo.
"Somos dos pa¨ªses peque?os, cuando podr¨ªamos ser una potencia media"
Las diferencias que lo provocaron -un noroeste rico, desarrollado y urbano, encabezado por una capital pujante como Praga, y un sureste m¨¢s atrasado y rural, que bascula entre Bratislava, a una hora de Viena, y la zona m¨¢s empobrecida y lim¨ªtrofe con Ucrania- se mantienen. Los checos siguen siendo los ricos y los eslovacos, los pobres. "Por poner un ejemplo", dice el soci¨®logo Ivo Samson, "mi madre checa cobra una jubilaci¨®n de 9.000 coronas [unos 300 euros], mientras que la pensi¨®n de mi suegra, que vive en Eslovaquia, es de unos 200 euros".
"A m¨ª la separaci¨®n no me gust¨® nada", comenta Oldrich Kaspar, etn¨®logo y profesor de Historia en la Universidad de Praga, nacido en 1952 en un peque?o pueblecito checo. "Pero desde el punto de vista hist¨®rico", agrega, "ten¨ªa toda su l¨®gica. Cuando naci¨® la Rep¨²blica de Checoslovaquia en 1918 respond¨ªa a unas razones impuestas por las grandes potencias tras la I Guerra Mundial, que en 1993 hab¨ªan desaparecido. Y como hab¨ªan desaparecido las razones para casarse, pues el matrimonio se deshizo. No obstante, desde un punto de vista emocional me pareci¨® raro nacer y vivir durante 40 a?os en un Estado y que luego fuese otro distinto. Hoy todo me parece muy normal y creo que es un sentimiento compartido por la mayor¨ªa de checos y eslovacos. La separaci¨®n no supuso nada grave y econ¨®micamente nos ha favorecido m¨¢s a los checos que a los eslovacos. Tengo muchos alumnos eslovacos que vienen a estudiar a Praga porque para ellos nuestra Universidad es m¨¢s interesante. No tienen problemas con el idioma porque son dos lenguas muy similares". Al igual que el profesor Kaspar, muchos testimonios coinciden en que fue una separaci¨®n sin dramas donde los esposos mantienen una buena amistad que les lleva a ingresar juntos en el club europeo despu¨¦s de haber entrado a formar parte de la OTAN.
Superadas las fiebres nacionalistas que marcaron la divisi¨®n de Checoslovaquia, encabezadas por el checo Vaclav Klaus y el eslovaco Vlad¨ªmir Meciar, y con Gobiernos claramente europe¨ªstas en la actualidad tanto en Praga como en Bratislava, muchos piensan que los dos pa¨ªses salieron perdiendo, sobre todo en la econom¨ªa y en la cultura. El periodista de la televisi¨®n checa Zdenek Velisek, un veterano que sufri¨® las represalias de los comunistas tras la primavera de Praga de 1968 y recuper¨® su puesto tras la revoluci¨®n de terciopelo en 1989, lo expresa de un modo muy gr¨¢fico. "Perdimos peso demogr¨¢fico, territorio y poder en Europa. En esta hora del ingreso en la UE somos dos pa¨ªses peque?os cuando podr¨ªamos ser una potencia media en el centro de Europa con una poblaci¨®n de 15 millones de habitantes". Lo cierto es que los datos econ¨®micos resultan incontestables y atestiguan que las diferencias entre el Oeste y el Este se han perpetuado. En aquel pa¨ªs muy alargado, donde la majestuosa Praga se alzaba en su extremo occidental y las ¨¢ridas llanuras lim¨ªtrofes con Ucrania alentaban la miseria en el Oriente, los desequilibrios subsisten. El nivel de paro de la Rep¨²blica Checa representa menos de la mitad del desempleo eslovaco (7% frente a 18%), el salario m¨ªnimo de los checos ronda los 200 euros mensuales mientras los eslovacos apenas alcanzan los 120, los vecinos de Praga disponen de 84 tel¨¦fonos m¨®viles por cada 100 habitantes mientras los ciudadanos de Bratislava s¨®lo cuentan con 54 aparatos.
Una larga lista de indicadores muestra que los 10 millones de checos se hallan m¨¢s cerca, no s¨®lo en lo geogr¨¢fico, de los alemanes, en tanto que los cinco millones de eslovacos se escoran hacia Ucrania. Pese a todo, algunas similitudes permanecen, desde la pasi¨®n por el hockey sobre hielo, aut¨¦ntico deporte nacional en los dos pa¨ªses, hasta la devoci¨®n por Estados Unidos, concretada en el apoyo a Washington durante la guerra de Irak, o en las enormes ventas del libro de memorias de Madeleine Albright, que fuera secretaria de Estado con el presidente Bill Clinton y checoslovaca de origen. Todo un term¨®metro de americanofilia de estos pa¨ªses del centro de Europa que, al mismo tiempo, se han considerado siempre el coraz¨®n del continente europeo.
Sin embargo, la ausencia de una consulta popular sobre la separaci¨®n, hace una d¨¦cada, ante el miedo de los dirigentes pol¨ªticos a una derrota del divorcio en las urnas, genera todav¨ªa hoy frustraciones, sobre todo, entre los mayores. "Creo que la mayor¨ªa de las personas de la generaci¨®n de mis padres", comenta la fil¨®loga eslovaca Jarmila Faktorova, de 37 a?os, "contempla la separaci¨®n con cierta nostalgia, como una injusticia o incluso una traici¨®n. ?Por qu¨¦ nadie nos pidi¨® nuestra opini¨®n en un refer¨¦ndum? ?Fronteras entre los dos pueblos? En la actualidad las generaciones j¨®venes ni se acuerdan de la federaci¨®n y el biling¨¹ismo de dos idiomas, el checo y el eslovaco, muy similares; se va perdiendo".
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