Las armas de falsedad masiva (I)
La comunicaci¨®n se ha convertido en publicidad; y la comunicaci¨®n pol¨ªtica, en propaganda. Para operar esa conversi¨®n ha sido necesario que la informaci¨®n se transformase en desinformaci¨®n, es decir, que el conocimiento y transmisi¨®n del acontecer real no fuesen posibles, porque los datos disponibles se refer¨ªan a otra realidad, producida por falsificaci¨®n. Desinformar no es s¨®lo informar mal o manipular la informaci¨®n; es imponer una determinada informaci¨®n haciendo imposible que pueda existir cualquier otra que ofrezca contenidos distintos a los suyos. Se trata de un proceso de falsificaci¨®n progresiva que desemboca en una falsedad radical. Desde esa consideraci¨®n, puede explicarse que el 41% de los norteamericanos crean no s¨®lo que Irak ten¨ªa armas de destrucci¨®n masiva, sino que sus tropas las encontraron; que los refugios subterr¨¢neos de Bagdad y de Tora Bora en Afganist¨¢n no s¨®lo existieron, sino que son impresionantes, y que cerca del 70% est¨¦n convencidos de que Sadam Husein fue el principal responsable del ataque a las Torres Gemelas, todo lo cual justifica ampliamente la guerra. Claro que esta falsa realidad en la que coinciden un tan notable porcentaje de ciudadanos es resultado de una programada operaci¨®n de producci¨®n / eliminaci¨®n de acontecimientos y de una potent¨ªsima campa?a de marketing medi¨¢tico.
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