'Con nueve basta' en versi¨®n madrile?a

Carlos y Sara cre¨ªan que no podr¨ªan tener hijos cuando se casaron el 19 de octubre de 1979. A ella, con 23 a?os, los m¨¦dicos apenas le daban posibilidades de ser madre. Pero al a?o lleg¨® la primera sorpresa. Era una ni?a y se llam¨® Sara. Dos a?os despu¨¦s naci¨® Carlos. Luego, Ver¨®nica, Pablo, Andr¨¦s, Ana, Gabriela, Alexia y Mariola. En total, nueve hijos en 14 a?os. La vida de los Molina tiene, sin duda, cierta similitud con la de aquella famosa serie televisiva norteamericana de los a?os ochenta: Con ocho basta.

Los Molina son una de las 34.000 familias numerosas de la capital, aunque hay unas 45.000 sin carn¨¦. Esto es, un 8% de la poblaci¨®n total de Madrid.

"Lo tenemos todo perfectamente organizado", asegura la madre, que cuando contrajo matrimonio trabajaba en la Universidad a Distancia; su esposo a¨²n estudiaba la carrera de Ingenier¨ªa de Caminos. Cuando Carlos termin¨® la licenciatura ya ten¨ªa a cuatro v¨¢stagos en el mundo.

"Somos anticonsumistas. El que quiera yogures de sabores, que les ponga mermelada"

Los Molina no pertenecen a ninguna congregaci¨®n, ni han formado una familia numerosa atendiendo a motivos religiosos. "Cada hijo es una sorpresa que hemos tenido. No sentimos que se trate de una equivocaci¨®n", dice Sara a sus 47 a?os. Ella explica que se trata de una "opci¨®n de vida". Esa elecci¨®n no es sencilla, pero tampoco una barrera infranqueable si se salda con "austeridad". "Somos anticonsumistas. En el frigor¨ªfico, por ejemplo, s¨®lo tenemos yogures naturales. El que lo quiera de sabores, que le ponga mermelada". Pero hay gastos fijos que no se pueden reducir. En un mes esta familia bebe entre 200 y 220 litros de leche, consume 50 kilos de detergente para lavadora y 48 rollos de papel higi¨¦nico.

En un piso de 90 metros cuadrados de la calle de Orense vivieron de alquiler con seis hijos. Cuando vino el noveno se mudaron a la calle del Lagarto, a una vivienda de 120 metros cuadrados. La situaci¨®n ahora es mucho m¨¢s c¨®moda. Residen desde hace cuatro a?os en un chal¨¦ en Las Rozas de 400 metros cuadrados de su propiedad.

Salen de vacaciones s¨®lo una semana, en julio. Se marchan a un hotel en Moj¨¢car (Almer¨ªa), aunque este a?o est¨¢n pensando en buscar una villa en Europa. "Cuando eran m¨¢s peque?os ten¨ªamos un monovolumen acondicionado con tele y v¨ªdeo para los viajes largos. Llev¨¢bamos una nevera con fruta y bebidas para que s¨®lo tuvi¨¦ramos que parar para ir al ba?o. ?F¨ªjate lo que era eso!", hace memoria Sara.

Un d¨ªa cualquiera, el despertador suena a las 7.30. Ana (17 a?os), Gabriela (15), Alexia (13) y Mariola (10) desayunan con su padre, y ¨¦l las acompa?a hasta el autob¨²s que las deja en Aravaca, donde asisten al colegio privado Mater Salvatoris. Luego Carlos se marcha a trabajar a una empresa inmobiliaria. La siguiente tanda aguanta en la cama hasta las ocho. Sara (23), Carlos (22), Ver¨®nica (21), Pablo (20) y Andr¨¦s (18) entran a trabajar a las 9.00, y entre ellos se las arreglan para dejar el ba?o libre -la vivienda tiene cuatro cuartos de ba?o-. "Los mayores" trabajan por la ma?ana y estudian por la tarde.

Sara, que cuenta con ayuda en las tareas dom¨¦sticas, aprovecha este tiempo desde hace dos a?os para trabajar en asuntos sociales. Es la presidenta de la Asociaci¨®n de Familias Numerosas de Madrid. "Cuando los mayores eran adolescentes y las otras muy peque?as dej¨¦ de trabajar". Las diez de la noche es la hora de la cena. Es el tiempo que Carlos y Sara aprovechan para hablar con los primog¨¦nitos. "Es fundamental la comunicaci¨®n. Para potenciarla, los s¨¢bados por la ma?ana preparo un desayuno tipo buffet para todos, con la condici¨®n de que los que han trasnochado se levanten para comenzar el d¨ªa en familia", explica la madre. En esta casa est¨¢ todo calculado. Los tel¨¦fonos m¨®viles est¨¢n prohibidos en la mesa, y si suena el fijo mientras comen, no se contesta. Cada semana, una pareja de chicos se encarga de recoger la mesa y limpiar la cocina. A diario, cada uno es responsable de su cama y de la ropa. Los mayores destinan el 20% de su sueldo mensual a un plan de pensiones para sus padres. "Es una forma de concienciarlos", dice la madre, "hay que ahorrar costes y participar en todas las tareas". Los horarios de salidas nocturnas son estrictos, y en relaci¨®n directa con la edad. Hasta los 16 a?os no salen solos. Con la mayor¨ªa de edad ya pueden alternar hasta la una de la ma?ana, y a partir de los 19 la hora tope son las tres de la madrugada. "Estamos abiertos a negociar con ellos. Si van a alguna fiesta, y por un motivo especial, pueden regresar m¨¢s tarde. El d¨ªa de Nochevieja, por ejemplo, pueden volver a dormir cuando quieran".