Reliquias y otros tesoros venerables
En su mayor parte fueron donados a Bilbao en 1590 por el Inquisidor Mart¨ªn de Olloqui y Ugarte
Pocos bilba¨ªnos conocen que su primer templo diocesano, la Catedral de Santiago, guarda, en un reducido espacio, uno de los tesoros antropo-hagiogr¨¢ficos m¨¢s importantes de la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica: El cuerpo de San Fructuoso, las cabezas de San Bonifacio, San Euleterio, San Tarsicio, San Lucio, San Antero y San Nemesio y otros restos piadosos colocados en seis grandes relicarios conforman el valioso fondo del relicario catedralicio bilba¨ªno.
Semejante revelaci¨®n, que para muchos puede resultar novedosa, se remite a tiempos casi inmemoriales. Bilbao y su catedral no fueron ajenos al fen¨®meno del hallazgo de cuerpos y reliquias de santos, cuyo mayor abuso y comercio alcanz¨® su m¨¢ximo esplendor en la Edad Media. La fiebre desatada por este tipo de transacci¨®n result¨® de tal calibre que los caminos se llenaron de peregrinos para pedir la intercesi¨®n de los santos a trav¨¦s de sus restos.
Los feligreses de la Catedral de Santiago de Bilbao ignoran la existencia del arc¨®n
Es en ese contexto donde nace la peregrinaci¨®n a Santiago, bajo cuya advocaci¨®n se halla precisamente la Catedral bilba¨ªna. El grueso del osario de la catedral fue acumulado por un dadivoso Inquisidor de la villa, quien seguramente se hizo con ¨¦l en el mercado de reliquias de su ¨¦poca.
En el Retablo de la Virgen de los Remedios, convertido en capilla-relicario despu¨¦s de la reforma del templo, est¨¢n expuestas al p¨²blico con notable visibilidad algunas de las reliquias que conten¨ªan el ba¨²l enviado a Bilbao en 1590 don Mart¨ªn de Olloqui y Ugarte, Inquisidor apost¨®lico en el Reino de Sicilia y De¨¢n de Badjol:
"Hallar¨¢n en este ba¨²l", dec¨ªa en una nota el se?or Olloqui, "el mayor tesoro que en tan poco lugar se hallara en Castilla, ni a¨²n en toda Espa?a".
El inquisidor bilba¨ªno explicaba en su misiva que tama?o tesoro "fue recogido en muchos a?os y a mucha costa" y antes de dar paso al inventario se?alaba: "ah¨ª van puestos los nombres de los santos conocidos con sus testimonios, as¨ª de ellos como de los que se ignora el nombre, que son todos huesos y reliquias de santos y m¨¢rtires sacados, yo presente, de lugares santos donde los ten¨ªan con la veneraci¨®n que se merece".
La relaci¨®n resulta exhaustiva y extensa. En el largo listado del relicario est¨¢n todos los que son en el santoral ya que, adem¨¢s de las cabezas de los santos Euleterio, Tarsicio, Lucio, Antero y Nemesio, el inquisidor no dud¨® en clasificar afanosamente los restos de otros santos no menos venerables que pertenecen a San Antonio, San Alejandro, Santa Agueda, Santa Apolonia, San Benedicto, San Blas, Santa Beatriz, Santa Cecilia, San Calixto, San Cornelio, los santos Cosme y Dami¨¢n, San Crist¨®bal, San Dionisio, San Fabi¨¢n, San Faustino, San Jorge, San Genesio, San Laureano, Santa Luc¨ªa, Santa Lucina, San Lucas evangelista, San Juli¨¢n San Jer¨®nimo, San Hermete, San Marcelo, Santa Margarita, San Marcelino, San Pancracio, Santa Susana, San Silvestre, San Sebasti¨¢n, San Saturnino, San Soterio, San Tiburcio, San Valeriano, San Vicente M¨¢rtir, San Cen¨®n, San Minucio, San M¨¢ximo, San Gabino, San Ceferino, San Saturnino, San Quirino, Sal Melqu¨ªades papa y un extenso y fatigoso etc¨¦tera de enunciar.
No obstante, en la Capilla de la Virgen de los Remedios, ubicada detr¨¢s del altar del templo, solo se muestra una peque?a parte de aquellos vestigios antropo-hagiogr¨¢ficos donados por Mart¨ªn de Olloqui.
Otros piadosos restos como el cuerpo de San Fructuoso o la cabeza de San Bonifacio fueron donados en su d¨ªa por el Marqu¨¦s de Villagodio y su hermano don Alfredo de Echeverr¨ªa y Bengoa y se guardan en un arc¨®n situado debajo del altar junto a los regalados por el ilustre inquisidor bilba¨ªno.
El p¨¢rroco de la catedral, Luis Alberto Loyo, admite que apenas se tiene informaci¨®n sobre este asunto y al mismo tiempo manifiesta estar sorprendido por el tema que nos ha llevado hasta ¨¦l:
"En los a?os que llevo aqu¨ª es la primera vez que alguien se interesa sobre el osario" confiesa,"ciertamente este es un aspecto desconocido para la mayor parte de los bilba¨ªnos y tambi¨¦n para nosotros, ya que la documentaci¨®n existente sobre el patrimonio del relicario es muy escasa".
En el imaginario de la ciudad todo lo referente a reliquias se circunscrib¨ªa hasta ahora a las existentes en la Iglesia de San Sant¨®n que pertenecen a San Antonio de Padua y San Antonio Abad.
Por lo que respecta a la Catedral de Santiago la casi totalidad de sus feligreses saben que en su interior se conservan los restos de los que fueran Obispos de la Di¨®cesis, monse?ores G¨²rpide y A?overos, pero ignoraban la existencia del arc¨®n que encierra el misterio legado por un Inquisidor.
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