Cara y cruz del papa Borgia
Habil¨ªsimos maquinadores pol¨ªticos, retorcidos negociadores que no dudaban en quitarse de en medio, sin piedad alguna, a quienes estorbaban sus ambiciones, sean ¨¦stos parientes tan cercanos como sus hijos o hermanos, por medios como la intriga, el asesinato o el envenenamiento, para no hablar de sus numerosos enemigos pol¨ªticos entre los reyes y pr¨ªncipes de su ¨¦poca. Licenciosos y lujuriosos sin freno, se ha especulado sobre el amor del papa Borgia, Alejandro VI, por su hija Lucrecia, a quien tambi¨¦n se relaciona con dos de sus hermanos, con alg¨²n hijo ileg¨ªtimo salido de esas relaciones, sin descontar sonadas org¨ªas en el palacio Vaticano. Se ha mencionado siempre que Maquiavelo se inspir¨® en C¨¦sar Borgia para su c¨¦lebre obra El Pr¨ªncipe. Una leyenda tan fascinante como oscura que pocos, o nadie, se han molestado en desmentir.
EL PAPA BORGIA
Lola Gal¨¢n y Jos¨¦ Catal¨¢n Deus
Aguilar. Madrid, 2004
410 p¨¢ginas. 22,50 euros
El papa Borgia pretende indagar en esa sarta de acusaciones, muchas veces infundadas, para dejar algo m¨¢s clara y limpia la imagen de Alejandro VI, nacido Rodrigo Borja en X¨¢tiva (Valencia) en 1431. Lola Gal¨¢n, que ha tenido a su cargo la corresponsal¨ªa de EL PA?S en Italia durante seis a?os, y el tambi¨¦n periodista y escritor Jos¨¦ Catal¨¢n Deus han elaborado un minucioso relato de la vida de este pont¨ªfice renacentista, en el que tratan de separar los libelos y tergiversaciones interesadas de sus enemigos y que pr¨¢cticamente nadie se ha ocupado de investigar y desmentir. Incluida la propia Iglesia.
Segund¨®n de la peque?a nobleza valenciana, Rodrigo Borja fue destinado a la Iglesia al cumplir los siete a?os. Su t¨ªo, el cardenal Alfonso Borja, juega un papel important¨ªsimo en su vida al convertirse en su protector y m¨¢s a¨²n despu¨¦s de ser elegido Papa en 1455 con el nombre de Calixto III. Ah¨ª empieza Rodrigo a labrar una carrera que lo sit¨²a como vicecanciller del Vaticano -responsable de la organizaci¨®n interna de la Iglesia- y general de las tropas pontificias de Italia con s¨®lo 26 a?os. Su t¨ªo muere en 1458, pero Rodrigo Borgia (para entonces ya se hab¨ªa italianizado su apellido) mantiene ese alt¨ªsimo puesto con los siguientes cuatro papas hasta conseguir ¨¦l mismo el trono papal en el crucial a?o de 1492.
El libro que ahora aparece es un trabajo que combina el estilo directo y ¨¢gil del periodismo con la investigaci¨®n hist¨®rica. La tesis de los autores sobre la relevancia de la labor de Alejandro VI en la amenazada supervivencia del poder de la Iglesia se ve, m¨¢s que confirmada, por lo menos puesta en limpio para una evaluaci¨®n m¨¢s desapasionada. Si bien no se niega su debilidad por las mujeres (tuvo siete hijos, aunque evidentemente no reconocidos) s¨ª se ponen en duda los excesos que se le achacan. Lo mismo en cuanto a los cr¨ªmenes pol¨ªticos. Alejandro VI tuvo un innegable talento para la diplomacia y la negociaci¨®n, pero no hay pruebas fehacientes de su participaci¨®n en muchos de los violentos ajustes de cuentas que se le atribuyen, a veces por mano de sus hijos. Esta biograf¨ªa presenta en un detallado y ameno relato a un aut¨¦ntico hombre de su ¨¦poca. Se separa el grano de la paja a partir de una amplia documentaci¨®n, lo que permite al lector acercarse a la complejidad de la vida pol¨ªtica a finales del siglo XV y principios del XVI. Se?ala los intereses de quienes se opusieron a este "extranjero" en el trono romano, que tuvo en sus manos durante una d¨¦cada muchas de las decisiones concernientes a buena parte de Europa y la reci¨¦n descubierta Am¨¦rica. Las armas de la difamaci¨®n fueron de las m¨¢s eficaces al te?ir de infamia toda su carrera. El papa Borgia no fue un santo pero s¨ª, quiz¨¢, uno de los m¨¢s h¨¢biles pol¨ªticos de su tiempo.
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