Hegemon¨ªa
En los pr¨®ximos d¨ªas se va a celebrar el debate de investidura que abrir¨¢ las puertas de La Moncloa al pr¨®ximo presidente del Gobierno espa?ol, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. Lo cual supone un acontecimiento hist¨®rico, dado el cambio radical de mayor¨ªa parlamentaria que ha impuesto su hegemon¨ªa contra todo pron¨®stico. Pero esta alternancia imprevista se ha producido con tanta facilidad que, a diferencia de otras ocasiones (como, por ejemplo, en 1996, cuando Aznar desbanc¨® a Gonz¨¢lez con una ventaja tan ajustada que a duras penas logr¨® negociar una mayor¨ªa parlamentaria), esta vez no existe suspense alguno, dada la un¨¢nime previsi¨®n de investir a Zapatero. Por lo tanto, el ¨²nico inter¨¦s informativo del debate residir¨¢ en el contenido pol¨ªtico del programa que presente el candidato m¨¢s que en su nuevo talante escenogr¨¢fico, que se presume revestido de un estilo formal de inequ¨ªvoco aroma kennediano.
?Qu¨¦ ser¨ªa deseable encontrar en el discurso de ZP? Ante todo, hay tres puntos centrales de referencia obligada. El primero es el estricto cumplimiento del programa electoral en sus ¨¢reas de protecci¨®n de los derechos (educaci¨®n, empleo, vivienda y servicios sociales) que se dirigen a las cinco emes de exclusi¨®n social: mujeres, menores (j¨®venes), mayores, migrantes y minor¨ªas (sexuales, religiosas o ¨¦tnicas). El segundo es todo lo referente a la renegociaci¨®n del pacto territorial: reforma del Senado, Plan Hidrol¨®gico, Estatutos catal¨¢n y vasco. Y el tercero se centra en las relaciones exteriores, dislocadas por la pol¨ªtica de Lebensraum de Aznar: y aqu¨ª destaca la retirada de nuestras tropas en Irak.
Pero del discurso de investidura cabe esperar algo m¨¢s. Las pol¨ªticas concretas no son suficientes, por necesarias que resulten, pues adem¨¢s hacen falta estrategias a largo plazo. Ante todo convendr¨ªa comprometerse a ejercer buen gobierno, entendido no s¨®lo en t¨¦rminos tecnocr¨¢ticos de solvencia t¨¦cnica y eficacia administrativa, sino sobre todo en t¨¦rminos democr¨¢ticos de servicio p¨²blico y responsabilidad pol¨ªtica: transparencia, imparcialidad, rendici¨®n de cuentas, imperio de la ley... Despu¨¦s est¨¢ la necesidad de proceder a la regeneraci¨®n democr¨¢tica de nuestro sistema representativo, hoy afectado por m¨²ltiples defectos cong¨¦nitos: partidocracia, parcialidad del Poder Judicial, corrupci¨®n clientelar, falta de control de los abusos de poder, impunidad gubernamental... Esta regeneraci¨®n pendiente s¨®lo puede ser abordada por consenso interpartidario y multilateral negociado en p¨²blico con luz y taqu¨ªgrafos. Pero nunca se llevar¨¢ a cabo si su iniciativa no es asumida como propia y liderada con decisi¨®n por el poder ejecutivo, ¨²nico capaz de sacarla adelante.
Finalmente, queda la promulgaci¨®n de los objetivos ¨²ltimos. Todo gobernante necesita una narrativa capaz de crear una tensi¨®n ¨¦tica entre los ciudadanos, definiendo una estrategia a largo plazo que le permita mantener su hegemon¨ªa pol¨ªtica sobre la sociedad civil que ha de liderar. ?Qu¨¦ quiere hacer Zapatero con su pa¨ªs, una vez que asuma las riendas del poder? ?Cu¨¢l ser¨¢ su estrategia de fondo, su meta moral, su leitmotiv? Recu¨¦rdese el New Deal de Roosevelt, la Nueva Frontera de Kennedy, la Gran Sociedad de Johnson. ?Cu¨¢l es la utop¨ªa factible con la que sue?a Zapatero, y cuya esperanza le gustar¨ªa contagiarnos? Si Zapatero consigue hacernos creer en ¨¦l, podr¨ªa recuperarse la confianza del electorado en las instituciones pol¨ªticas (Partido Socialista incluido), gravemente deteriorada tras los pasados esc¨¢ndalos. Para eso parece el l¨ªder ideal, pues no es narcisista ni megal¨®mano como sus antecesores, sino modesto y ecu¨¢nime. Pero si logra devolver a los ciudadanos la confianza en s¨ª mismos, correr¨¢ el peligro de alcanzar la hegemon¨ªa, obteniendo mayor¨ªa absoluta en el 2008. Entonces volver¨¢ a resurgir la oportunidad, y por tanto la tentaci¨®n, de abusar del poder. ?Sabr¨¢ ZP resistirla o caer¨¢ en ella como sus predecesores?
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