Tres religiones se unen para rendir homenaje a las v¨ªctimas del 11-M
Musulmanes, cat¨®licos y ortodoxos piden tolerancia y uni¨®n para vencer al terrorismo
Musulmanes, cat¨®licos y ortodoxos se dieron cita ayer en los alrededores de la estaci¨®n de Atocha de Madrid para recordar a las v¨ªctimas de los atentados del 11-M y unir as¨ª sus voces contra el terror. A 300 metros del punto m¨¢s simb¨®lico de la masacre, y que sigue siendo visitado cada d¨ªa, unas dos mil personas unieron sus sentimientos para recordar que la religi¨®n debe constituir un elemento de uni¨®n entre los pueblos.
Un mes despu¨¦s de la tragedia del 11-M que seg¨® la vida de 190 personas, la zona cero de Madrid acogi¨® un acto organizado por la asociaci¨®n cat¨®lica de San Egidio bajo el lema La paz es el nombre de Dios: las religiones recuerdan a las v¨ªctimas e invocan la paz. Bajo el cielo encapotado y amagando tormenta se unieron "una mezcla de culturas y religiones; un reflejo de lo que es nuestro pa¨ªs", dec¨ªa una asistente.
Se guard¨® un minuto de silencio, se record¨® uno por uno los nombres de los fallecidos, con el Adagio, de Albinoni y el traqueteo los trenes de fondo, y se ley¨® un manifiesto que llam¨® a la unidad frente al terror y resumi¨® el sentimiento general: "Las religiones no justifican nunca el odio y la violencia, el fundamentalismo es la enfermedad infantil de las religiones".
Los padres de Juan Pablo Moris sacaron fuerzas de su dolor para estar en Atocha. "Rechazamos el odio, no ha tenido cabida en nuestros corazones. Si antes no era racista ahora mucho menos. Todos somos iguales y mi dolor refuerza mi esperanza en el futuro".
El imam de la Mezquita del Centro Isl¨¢mico de Madrid quiso dejar claro que la matanza s¨®lo pod¨ªa ser obra de "los aliados del diablo, pero han de saber que estamos fuertes y unidos contra ellos. Todas las religiones estamos en el mismo barco en esta misi¨®n. El islam no es aniquilaci¨®n, ni destrucci¨®n, es misericordia".
Las l¨¢grimas no hicieron distinci¨®n durante el homenaje entre los miembros de distintas religiones y nacionalidades. Algunos, familiares y conocidos; otros, simplemente, solidarios. Jes¨²s y Purificaci¨®n vienen de Getafe y desde los atentados han asistido a todas las concentraciones. "A nosotros no nos ha pasado nada. Tuvimos suerte porque nuestro hijo cog¨ªa ese tren, pero a ¨¦l no le pill¨®. Ahora estamos muy sensibilizados". Julio tampoco conoce a ninguna v¨ªctima, pero se ha sumado a la concentraci¨®n "para mostrar lo cerca que estamos de los fallecidos y la incomprensi¨®n hacia los verdugos".
El mayor reflejo de la incomprensi¨®n a la que se enfrentan los inmigrantes de origen ¨¢rabe lo represent¨® una de las im¨¢genes m¨¢s emotivas del acto: un numeroso grupo de mujeres tocadas con el hijab se deshacen en l¨¢grimas. Entre ellas la madre de Sana, una joven marroqu¨ª de 13 a?os que muri¨® por las bombas del 11-M. Khadja Radi explicaba su tormento y el de miles de inmigrantes musulmanes que viven en Espa?a: "Vengo a Atocha y lloro, y siento el dolor por los que murieron como cualquier espa?ol, pero cuando voy por la calle tengo que bajar la cabeza, y tengo que aguantar que me llamen 'mora terrorista'. Y ruega: "Por favor, que no mezclen el islam con el terror y la muerte, porque el islam rechaza el terrorismo y llama a la paz".
Momentos antes, ajenos a todo homenaje, los padres de Juan Antonio S¨¢nchez, una de las v¨ªctimas lloraban y entonaban una plegaria junto a la fotograf¨ªa de su hijo pegada en una de las paredes exteriores de la estaci¨®n. Emocionados, rodeados de familiares y curiosos, intentan rehacerse, como cada semana, cuando esta pareja peruana que roza ya los 80 a?os, se acercan a este lugar. Juan Francisco, el padre, que viv¨ªa en casa de su hijo fallecido ("porque ¨¦l ten¨ªa muy buen coraz¨®n y me socorr¨ªa porque yo no tengo recursos") est¨¢ ahora con otro de sus nueve hijos, "pero ellos tienen otras cargas y tambi¨¦n tienen que cuidar de su madre". Cuando las l¨¢grimas asoman se calla y dice: "No s¨¦ que voy a hacer ahora". Para su madre, venir a la estaci¨®n es una forma de decirle que 'f¨ªsicamente le hemos perdido, pero que espiritualmente est¨¢ con nosotros".
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