Un mes despu¨¦s
Ha pasado un mes desde el atentado de Madrid, y ser¨ªa absurdo pensar que con la catarsis electoral del 14-M ya podemos pasar p¨¢gina. Una de las habilidades del terrorismo es la capacidad de culpabilizar a sus v¨ªctimas. Al sacar a Aznar y al PP del Gobierno, la sociedad espa?ola se habr¨ªa aliviado de cualquier culpabilidad. Al fin y al cabo, fueron ellos los que nos metieron en la guerra de Irak contra la voluntad de la inmensa mayor¨ªa. Ser¨ªa lamentable que se impusiera la idea de que con Aznar fuera y las tropas espa?olas en Irak de regreso estamos libres de culpa -que no tenemos ninguna- y de responsabilidades de futuro -que tenemos muchas. Como ser¨ªa lamentable que cundiera cierta tendencia a la mitificaci¨®n del verdugo. La contaminaci¨®n religiosa del pensamiento pol¨ªtico hace que todav¨ªa alguna gente considere la autoinmolaci¨®n de los terroristas islamistas como una prueba de autenticidad. Creen tanto en su causa, dicen, que est¨¢n dispuestos a entregar su vida. La creencia -religiosa o laica, que tambi¨¦n la hay- rompe la noci¨®n de l¨ªmite cuando asume el principio de que en nombre de Dios (o de la verdad) todo est¨¢ permitido y se convierte en barbarie totalitaria. Dichosos los ciudadanos descre¨ªdos que tenemos aprecio a la vida.
Aznar se equivoc¨® metiendo a Espa?a en la guerra de Irak en nombre de la lucha contra el terrorismo porque esta guerra no ten¨ªa nada que ver con este objetivo, sino que formaba parte de una estrategia, que el tiempo confirmar¨¢ como err¨®nea, de refuerzo de la hegemon¨ªa norteamericana. Parafraseando a Romano Prodi, "si se quiere ser un l¨ªder mundial, hay que saber c¨®mo cuidar de todo el planeta y no s¨®lo de los intereses norteamericanos". La guerra de Irak no ha hecho el mundo m¨¢s seguro y, probablemente, ni siquiera habr¨¢ mejorado la posici¨®n estrat¨¦gica de Estados Unidos, con lo cual, adem¨¢s de ser un disparate moral, es un error pol¨ªtico. Ni por inter¨¦s nacional, ni por inter¨¦s global, ni por ego¨ªsmo, ni por solidaridad se justifica la presencia de Espa?a en este conflicto: es una guerra ideol¨®gica que s¨®lo ha servido para dar mayor carta de naturaleza al delirio del conflicto entre el Occidente cristiano y el mundo musulm¨¢n.
Pero el error de Aznar ni es explicaci¨®n suficiente ni es coartada de la acci¨®n terrorista del 11-M. Por tanto, el cambio de Gobierno no modifica la situaci¨®n de amenaza. Supone, eso s¨ª, el final de una estrategia que ha sido humillante porque la sociedad espa?ola nunca quiso entrar en esta guerra. Pero Irak es una historia y el 11-M otra, por m¨¢s que los terroristas utilicen Irak como se?uelo en la medida en que se les ha regalado un argumento -la ocupaci¨®n neoimperialista de Irak- para ir ganando adeptos y causando estragos.
Con o sin las tropas en Irak estamos en el punto de mira del terrorismo isl¨¢mico, que detect¨® en Espa?a un eslab¨®n d¨¦bil en la relaci¨®n entre el Occidente cristiano y el mundo ¨¢rabe. Por proximidad geogr¨¢fica con el Magreb, por desatenci¨®n policial y por los importantes movimientos migratorios que llegan desde el Sur, Espa?a era un pa¨ªs de f¨¢cil acceso y movilidad y con muchas posibilidades de crear las redes de cobertura necesarias. Por el lugar que ocupa en el mapa geopol¨ªtico -y por los conflictos de intereses en esta zona de frontera entre mares y continentes- era un interesante objetivo de la acci¨®n terrorista, con grandes posibilidades de contaminaci¨®n y multiplicaci¨®n..
Entre las obsesiones ideol¨®gicas del presidente Aznar est¨¢ la afirmaci¨®n de que todos los terrorismos son lo mismo y distinguir entre terrorismos conduce inevitablemente por el camino equivocado. No se sabe si por inercia o por obediencia debida, Mariano Rajoy sigue repitiendo machaconamente este argumento, que si antes era disparatado, despu¨¦s de todo lo visto es adem¨¢s absurdo.
La autoinmolaci¨®n de seis terroristas en Legan¨¦s ha venido a aportar la prueba definitiva de la necedad de la amalgama entre terrorismos. Que los grupos terroristas tengan como arma principal la violencia pol¨ªtica contra civiles y no uniformados y que parte de su actividad navega a trav¨¦s de redes subterr¨¢neas por las que circula tambi¨¦n el narcotr¨¢fico, el tr¨¢fico de armas y el dinero negro, con s¨®rdidas alianzas entre estos criminales actores, no significa que sean la misma cosa. Y la primera responsabilidad del pol¨ªtico es aportar an¨¢lisis adecuados de la realidad, porque los malos an¨¢lisis pueden provocar horrendas cat¨¢strofes, aunque sea de buena fe.
Tampoco sirve el discurso que relaciona el terrorismo con las enormes desigualdades que la globalizaci¨®n ha hecho m¨¢s evidentes si cabe. Trabajar por un mundo m¨¢s justo era exigible antes del terrorismo y sigue siendo exigible ahora. Pero pensar que venciendo a la pobreza y reduciendo las desigualdades se resolver¨ªan los problemas de violencia pol¨ªtica supone dar por bueno el mito rousseauniano de que las relaciones sociales son las que pervierten al bondadoso ser humano. Un argumento que choca con la evidencia de las pulsiones violentas que el hombre ha llevado siempre puestas.
Aunque los medios siempre determinan los fines, en ETA los medios y los fines son distintos, mientras que en el terrorismo islamista, en cierto sentido, son la misma cosa. De ETA sabemos el d¨®nde, el qui¨¦n y el por qu¨¦. Del terrorismo islamista sabemos poco, porque incluso el organigrama y la forma de relaci¨®n entre las distintas franquicias de esta marca llamada Al Qaeda est¨¢n muy poco claros. Para empezar, no sabemos hasta d¨®nde alcanzan los v¨ªnculos del grupo que hizo el atentado de Madrid: ?el sistema de toma de decisiones era aut¨®nomo o la ¨²ltima palabra estaba en alg¨²n nodo referencial de la red? No lo sabemos. Y puede que sea relativamente irrelevante porque la estructura difusa de Al Qaeda permite a cualquier nodo o punto atribuirse la direcci¨®n o coger el relevo del grupo que ahora ha sido desmantelado.
Todos estos problemas exist¨ªan antes del 11-M, y no ¨¦ramos conscientes de ello porque en Espa?a terrorismo se conjugaba con ETA, y existen despu¨¦s del 14-M, independientemente de lo que haga Zapatero en Irak, donde, no hay que enga?arse, la situaci¨®n ha empeorado durante el ¨²ltimo mes, con lo cual la decisi¨®n de retirar las tropas adquiere mayor relieve todav¨ªa. Un mes despu¨¦s es importante no perder de vista la complejidad del escenario. La ciudadan¨ªa debe ser consciente de que estamos en zona de peligro, de modo que actuar con normalidad, porque los terroristas no tienen derecho a condicionar nuestra vida, no quiere decir inconsciencia ni desentendimiento. Y, sobre todo, que cualquier pol¨ªtica, por local que sea, hoy s¨®lo tiene sentido si se piensa en t¨¦rminos globales. Algo que hay dudas fundadas de que se tenga claro en Catalu?a porque a menudo la clase pol¨ªtica da muestras de ensimismamiento manifiesto.
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