El ¨²ltimo eslab¨®n de la esperanza
La Unidad de Cuidados Intensivos de Pedriatr¨ªa de Cruces cumple 30 a?os con una renovaci¨®n integral de sus instalaciones
La Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de Pedriatr¨ªa es uno de los lugares m¨¢s soleados del Hospital de Cruces. Desde sus ventanas puede contemplarse una magn¨ªfica vista de Barakaldo, bajo una larga hilera de montes que avanza hacia el sur en busca del horizonte. La UCI de Pediatr¨ªa de Cruces fue creada a mediados de la d¨¦cada de los 70 y, con el paso de los a?os, ha terminado converti¨¦ndose en uno de los centros de referencia de todo el norte de Espa?a.
"Nuestros pacientes proceden mayoritamente de Euskadi y de Navarra, pero tambi¨¦n atendemos casos que nos derivan desde centros hospitalarios de otras comunidades y provincias lim¨ªtrofes, como Cantabria, La Rioja o Burgos", se?ala Javier Pilar, m¨¦dico adjunto de la UCI de Pediatr¨ªa.
La celebraci¨®n del 30? aniversario de este servicio va a coincidir con el comienzo de una renovaci¨®n integral de sus instalaciones, que aumentar¨¢n su espacio actual tras el traslado de la vecina Unidad de Nefrolog¨ªa Infantil. Las obras durar¨¢n cerca de dos a?os.
La UCI de Pediatr¨ªa de Cruces cuenta actualmente con un total de nueve camas, por las que pasan cada a?o una media de 400 ni?os, aquejados de las patolog¨ªas agudas m¨¢s diversas. "Una cuarta parte son pacientes que han sido sometidos a cirug¨ªa cardiaca o trasplante de ri?¨®n, pero tambi¨¦n tenemos ni?os que nos llegan por complicaciones postoperatorias en intervenciones que en principio no suelen comportar riesgos", explica el doctor Pilar.
Junto a ¨¦l, un equipo compuesto por media docena de m¨¦dicos especializados en cuidados intensivos y un n¨²mero similar de enfermeras y de auxiliares afrontan cotidianamente el reto de luchar contra la enfermedad y la muerte y devolver la esperanza a los familiares de sus peque?os pacientes.
Ellos saben que son el ¨²ltimo eslab¨®n de la cadena, que m¨¢s all¨¢ s¨®lo hay vac¨ªo y llanto. "Nunca es f¨¢cil dar malas noticias; a eso no te acostumbras nunca, aunque lleves 20 a?os trabajando como intensivista", confiesa el doctor Pilar, testigo presencial de curaciones inexplicables y de desenlaces fatales e inesperados.
Desde primeras horas de la ma?ana, la sexta planta del centro m¨¦dico se convierte en un continuo ir y venir de padres, madres y dem¨¢s familiares, a la espera muchas veces de un milagro m¨¦dico que les haga recobrar la normalidad perdida. Sin embargo, en un 4% de los casos, los cuidados intensivos no logran su objetivo, y los peque?os pacientes de la UCI de Pediatr¨ªa terminan sus d¨ªas entre los monitores y la mara?a de cables y sondas que han intentado en vano mantenerles con vida. "Sin duda alguna, nuestra mayor alegr¨ªa es poder sacar adelante esos casos que inicialmente parecen imposibles, pero cada vez que se nos muere un ni?o no podemos evitar sentir su p¨¦rdida como algo propio, sobre todo cuando eres padre", asegura el doctor Pilar.
Comunicar el fallecimiento de un paciente se convierte de este modo en una de las labores m¨¢s ingratas para un m¨¦dico de Cuidados Intensivos. "Siempre hay casos en los que te echan la culpa de todo, pero, por lo general, los familiares est¨¢n informados en todo momento de lo que pasa y, cuando se produce un desenlace fatal, son conscientes de que se ha hecho todo lo humana y t¨¦cnicamente posible", agrega.
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