'Casablanca' en los Pirineos
Un libro cuenta la ruta de los pilotos aliados derribados para escapar de los nazis
Durante la Segunda Guerra Mundial, el decisivo papel jugado por la fuerza a¨¦rea aliada tuvo un alto precio en bajas: 100.000 tripulantes y pilotos perdieron la vida y 30.000 fueron hechos prisioneros. Un grupo peque?o, pero significativo, unos 2.000 de los que fueron derribados sobre la Europa ocupada -B¨¦lgica, Holanda y Francia-, consigui¨® escapar. De esos, 800 fueron rescatados por la L¨ªnea Cometa, resistentes belgas y franceses con contactos en el Pa¨ªs Vasco. La L¨ªnea Cometa organiz¨® una ruta de la libertad que iba de Bruselas a Par¨ªs, de all¨ª a San Juan de Luz y los Pirineos hasta Gibraltar, desde donde los aviadores volaban a Londres. The freedom line (La l¨ªnea de la libertad), del periodista Peter Eisner, reci¨¦n aparecido en EE UU -y que Taurus publicar¨¢ en Espa?a el pr¨®ximo oto?o-, cuenta la historia de aquellos rescates heroicos, de los l¨ªderes de Cometa, perseguidos por la Gestapo, y de uno de los que volvieron a la libertad, el piloto estadounidense Robert Grimes.
En el verano del a?o 2000, Peter Eisner, n¨²mero dos de Internacional en The Washington Post y casado con Musha Salinas Leturia, nacida en Argentina, hija de exiliados vascos de San Sebasti¨¢n y Bilbao, estaba en San Juan de Luz almorzando con unos familiares. "Al regresar a San Sebasti¨¢n iba con un primo de mi mujer por la costa, en lugar de por la autopista. Y me dijo, en Ir¨²n: '?Por qu¨¦ no paramos en este hotel?'. Era un sitio muy agradable y yo empec¨¦ a hacer preguntas. Me dijeron que estaba all¨ª desde la guerra y que algunos le llamaban Casablanca, porque hab¨ªa esp¨ªas, hab¨ªa alemanes, americanos, era como en la pel¨ªcula de Ingrid Bergman y Humphrey Bogart".
Eisner sigui¨® preguntando. "Otra prima de mi mujer me habl¨® de una red que ayudaba a escapar a los pilotos ca¨ªdos en territorio nazi. Conoc¨ª al historiador Juan Carlos Aberasturi, que cuenta con gran detalle estas operaciones en un libro. Cuando lo le¨ª, me llam¨® la atenci¨®n algo tr¨¢gico: en v¨ªsperas de la Navidad de 1943, varios pilotos y gu¨ªas cruzaron el Bidasoa, que ven¨ªa crecido. Dos se ahogaron, pero hubo supervivientes". Entre ellos, un tal Robert Grimes. "Ser¨¢ dif¨ªcil encontrarlo, casi sesenta a?os despu¨¦s", pens¨® Eisner. Pero a su vuelta a Washington empez¨® a buscar. Bob Grimes estaba vivo y habitaba no lejos de su casa. "Le llam¨¦, empezamos a hablar y me cont¨® la historia, que no hab¨ªa contado ni a su familia, de la noche del 24 de diciembre de 1943 y de su aventura. As¨ª empez¨® el libro".
En el relato, "que podr¨ªa ser una gran pel¨ªcula", seg¨²n John Whiteclay Chambers, catedr¨¢tico de Historia Militar en la Universidad Rutgers, desfila el reparto real de esta Casablanca: la fundadora de la red, la belga D¨¦d¨¦e de Jongh; su sucesor cuando la Gestapo la atrap¨®, Jean-Francois Nothomb; las hermanas Micheline y Nadine Dumont; el traidor Jean Masson; el ¨¦pico gu¨ªa vasco Florentino Goicoetxea, y el piloto Bob Grimes. "Me impresion¨® el detalle de lo que me contaban: yo pod¨ªa ver en sus ojos que estaban reviviendo sus peripecias, que lo ten¨ªa todo dentro", dice Eisner, que ha consultado archivos y libros publicados sobre la red y hablado con decenas de personas. No ha podido hacerlo con D¨¦d¨¦e, que est¨¢ viva, en B¨¦lgica, con 86 a?os, "pero muy enferma por lo que sufri¨® en el campo de concentraci¨®n nazi al que fue a parar cuando la detuvieron", y con Florentino Goicoetxea, que muri¨® hace 20 a?os.
"Era muy fuerte y el mejor gu¨ªa", recuerda Eisner, "recog¨ªa a los grupos en San Juan de Luz, atravesaba con ellos el Bidasoa y acababan en un caser¨ªo en Oyarzun, donde esperaban al c¨®nsul brit¨¢nico de San Sebasti¨¢n o Bilbao. Fui a ese caser¨ªo y habl¨¦ con una persona que ten¨ªa diez a?os entonces pero que recordaba muy bien a Florentino y que me cont¨® muchas cosas. Pude reconstruir las historias, que est¨¢n vivas, porque cada a?o, supervivientes y familiares se juntan y hacen aquel recorrido: cruzan el r¨ªo y la monta?a y llegan al caser¨ªo de Oyarzun".
Aquella noche del 24 de diciembre de 1943 hac¨ªa ese recorrido Bob Grimes, que ahora lo recuerda con una sonrisa en su casa de Virginia, el Estado en el que naci¨®. Grimes, que cumplir¨¢ 82 a?os en oto?o, conserva la presencia de un piloto de combate gracias al metro noventa de estatura que no se ha inclinado con el paso de los a?os. El 20 de octubre de 1943 despeg¨® de Snetterton Heath en una nueva misi¨®n con su cuatrimotor del Grupo de Bombardeos 96, pero Grimes y su tripulaci¨®n fueron derribados sobre B¨¦lgica. "Ese fue el peor momento, cuando llegu¨¦ a tierra, herido en la pierna, y encontr¨¦ a dos belgas. No sab¨ªa si era buena o mala gente. Sab¨ªa muy poco franc¨¦s. Con eso y con se?ales, entend¨ª que me avisaban de que hab¨ªa alemanes cerca con perros. Y me dec¨ªan, vete, vete, tienes que irte. Yo casi no pod¨ªa andar".
La buena estrella de Grimes le acompa?¨®: los belgas le escondieron y Cometa se puso en contacto con ¨¦l. Le curaron y organizaron su salida. Al pasar a Espa?a, todo iba bien en el grupo de diez personas, excepto dos cosas: hab¨ªa llovido mucho y Florentino estaba enfermo. El cruce nocturno del Bidasoa, con gu¨ªas menos expertos, se complic¨®. Un americano y un franc¨¦s se ahogaron y en pleno drama apareci¨® una patrulla de la Guardia Civil. En la confusi¨®n de los disparos, uno de los miembros de Cometa, Richard, logr¨® escapar, igual que los dos gu¨ªas vascos, Manuel y Mart¨ªn. Pero tres norteamericanos y un belga -Grimes, Horning, Stanford y Daniel Mouton- fueron detenidos.
Despu¨¦s de la angustia de la primera noche, en la que pudieron quemar los documentos que Cometa enviaba a Londres, y de unos d¨ªas tensos en Ir¨²n, todo ello espl¨¦ndidamente detallado en el libro de Eisner, los diplom¨¢ticos brit¨¢nicos se movilizaron. Tras recuperarse en Alhama de Arag¨®n y viajar a Madrid y Gibraltar, los pilotos volaron a Londres el 29 de enero de 1944. "No tuvimos muchos contactos, pero todo el mundo era muy simp¨¢tico en Espa?a", dice Grimes, que tiene dentro todo lo que pas¨®: "Es imposible olvidarlo. Son lugares, ciudades, personas que est¨¢n incrustadas en el cerebro. A veces, cuando estoy durmiendo, me despierto y est¨¢ todo all¨ª. Ocurri¨® hace mucho, pero parece que fue ayer mismo".
Cuando trabajaba en el libro, Eisner entr¨® en estos recuerdos: "Ten¨ªa la impresi¨®n de rescatar historia. Y me impresionaron los responsables de Cometa, el coraje, el sentido humano tan fuerte, su claridad moral". Grimes no lo duda. "Siempre he pensado que aquellos hombre y mujeres eran las mejores personas del mundo. No hay nada que yo dejar¨ªa de hacer por ellos. Fueron los mejores".
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