Regreso tras cuatro a?os
La etapa de la galer¨ªa La Brocha se finiquit¨® hace cuatro a?os con una exposici¨®n de Xabier Urberuaga (Gernika, 1974). Por estos d¨ªas de hoy, el propio Urberuaga vuelve a exponer en el mismo espacio, que ahora se llama Epelde & Mardaras, inici¨¢ndose con ¨¦l la estela de futuras exposiciones individuales.
Las ideas conceptuales de ahora siguen siendo parecidas a las de antes. Tambi¨¦n su pulso gr¨¢fico es semejante al que mostraba hace cuatro a?os. La diferencia m¨¢s acusada se sustenta en el color. En las obras de ahora los colores se han avivado. Se los ve correr exultantes en dulce mont¨®n de un cuadro a otro, al punto de crear una atm¨®sfera festiva y de l¨²dico encantamiento.
Adem¨¢s de la fruici¨®n del color, hay otro a?adido: servirse del ordenador. A su trav¨¦s se sucede el proceso tecnol¨®gico, el cual cambia y modifica parte de las im¨¢genes de los cuadros para crear otras im¨¢genes e incluso para yuxtaponer las que son originales con las de nueva creaci¨®n. En determinadas fases los archivos digitales se imprimen sobre tela y se presentan sobre soportes de madera a la manera de los cuadros de los que partieron.
En el inicio de la creaci¨®n, Urberuaga compone con cualquier cosa, por m¨ªnima que sea. Utiliza una amalgama entreverada de magmas mat¨¦ricos y signos diversos como ¨®leo, rotuladores, l¨¢piz, hojas de bloc, flechas, puntos y pespuntes, tachismo gr¨¢fico, fotograf¨ªas, cruces, collages varios, adem¨¢s de textos trazados a mano e impresos. En suma, un compendio de elementos de historias dentro de historias, que pod¨ªan espetarse como sacadas directamente de la realidad cotidiana si no fuera porque esa realidad viene transformada por el trasvase del mundo de la publicidad, del cine, la televisi¨®n, las narraciones gr¨¢ficas en vi?etas y de los medios de informaci¨®n en general.
A la vista de la suma de obras que llenan el espacio expositivo, acabamos por percibir una especie de empalagamiento producido por la excesiva profusi¨®n de fragmentos. Todo es fragmento. Nada conclusivo. Notamos que las obras que se mueven s¨®lo dentro de lo fragmentario, tal lo exhibido aqu¨ª, juegan con ventaja, porque al mostrarse en fragmentos ponen al descubierto -no s¨¦ si consciente o no- una manera de no dejarse ver como totalidad. Ni se dejan ver ni consiguientemente catalogar. El artista est¨¢ en su derecho a hacer lo que hace, mas tiene que aceptar que ese escamoteo puede llevar consigo la creencia de que estamos frente a obras con una dosis bastante cargada de superficialidad, cuyo fin parece perderse por las avenidas de lo prescindente, vol¨¢til, ef¨ªmero.
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