El bajo gasto p¨²blico social
A ra¨ªz de la publicaci¨®n de las ponencias de las jornadas sobre L'Estat de benestar a Catalunya (21, 22 y 23 de julio de 2003) y El Estado de bienestar en Espa?a (18 y 19 de diciembre de 2003) que dirig¨ª, que se celebraron en la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo (UIMPB) y que mostraban que la Espa?a social no iba bien y que la Catalu?a social, en varias dimensiones y componentes del Estado de bienestar, iba peor, hubo varios partidos de la oposici¨®n y movimientos sociales que utilizaron tales datos en las ¨²ltimas campa?as electorales catalana y espa?ola para denunciar una situaci¨®n que consideraban, con raz¨®n, intolerable. Las fuerzas conservadoras y liberales y sus aliados en el mundo intelectual respondieron con todo tipo de insultos no s¨®lo a los partidos y movimientos sociales en oposici¨®n, sino tambi¨¦n a los autores de tales estudios. Tal respuesta contin¨²a hoy en un tono m¨¢s moderado, aunque a veces no menos insultante. Lamento que ello sea as¨ª, pues la importancia de los asuntos tratados merece un debate en el que los desacuerdos se expresen con el rigor que tales asuntos exigen.
En nuestros trabajos mostramos que el gasto p¨²blico social (que incluye, entre otros, el gasto en pensiones y en servicios p¨²blicos como sanidad, educaci¨®n, servicios sociales, ayudas y servicios de ayuda a las familias -como escuelas de infancia, servicios domiciliarios para personas con discapacidades y residencias de ancianos-, vivienda social y prevenci¨®n de la exclusi¨®n social) es muy bajo, a lo cual se nos ha respondido que estos datos en realidad no significan nada. Estoy en profundo desacuerdo con esta afirmaci¨®n puesto que el hecho de que Suecia, por ejemplo, gaste el 32,3% de su PIB en gasto p¨²blico social (sin incluir educaci¨®n) y Espa?a s¨®lo el 20,1%, supone que Suecia tiene proporcionalmente muchos m¨¢s fondos para sus servicios del Estado de bienestar que Espa?a, lo cual hace posible que Suecia, por lo general, tenga unos servicios p¨²blicos de mayor calidad que Espa?a, tal como documentaron varios ponentes de las jornadas. Naturalmente que el porcentaje del gasto p¨²blico social sobre el PIB no es un dato suficiente para explicar la calidad de tales servicios puesto que el elevado gasto p¨²blico social posibilita pero no garantiza la calidad de los servicios p¨²blicos. Pero la evidencia internacional muestra claramente que un bajo gasto p¨²blico social, como es el caso espa?ol, dificulta enormemente el desarrollo de unos servicios p¨²blicos de alta calidad.
Se ha negado tambi¨¦n que el hecho de que el gasto p¨²blico social como porcentaje del PIB haya ido disminuyendo desde el a?o 1993 sea una realidad preocupante puesto que el gasto p¨²blico social ha ido en realidad aumentando, aunque su porcentaje sobre el PIB ha ido disminuyendo como consecuencia de que el PIB ha estado creciendo m¨¢s r¨¢pidamente. Esta observaci¨®n merece dos respuestas. Una es que si el gasto social como porcentaje del PIB ha estado descendiendo desde 1993 hasta hoy significa que el Gobierno no ha aprovechado el elevado crecimiento econ¨®mico del pa¨ªs para mejorar su Estado de bienestar en la medida que su desarrollo econ¨®mico lo permita. Si nuestro PIB per c¨¢pita, por ejemplo, es el 82% del promedio de la UE, pero nuestro gasto p¨²blico social per c¨¢pita es s¨®lo el 60% y ello contin¨²a siendo as¨ª (o deterior¨¢ndose), la oposici¨®n al Gobierno tiene todo el derecho a denunciar que tal Gobierno no est¨¢ aprovechando el crecimiento de su nivel de riqueza para poner sus servicios p¨²blicos al nivel de desarrollo econ¨®mico que el pa¨ªs tiene, que es precisamente lo que est¨¢ pasando en Espa?a. A esta respuesta debe, adem¨¢s, a?adirse otra, que es que para analizar la evoluci¨®n del gasto p¨²blico social y ver si hay o no crecimiento del d¨¦ficit social con la UE, la mejor manera es ver los cambios en el gasto p¨²blico social per c¨¢pita. Pues bien, tal gasto, en el periodo 1993-1996, en realidad descendi¨® y luego (despu¨¦s de 1996) aument¨® muy lentamente, mucho m¨¢s lentamente que el promedio de la UE, con lo que el d¨¦ficit de gasto p¨²blico social de Espa?a con la UE ha ido creciendo. As¨ª, Espa?a es no s¨®lo el pa¨ªs con el gasto p¨²blico social m¨¢s bajo de la UE (despu¨¦s de Irlanda y Portugal), sino tambi¨¦n el que tiene un crecimiento mayor del d¨¦ficit social de Espa?a con la UE-15.
Tampoco es cierto, como se ha dicho, que cuanto mejor vaya la econom¨ªa menor gasto social ser¨¢ necesario. Esto es s¨®lo cierto para las prestaciones por desempleo, que disminuyen cuando baja el paro. Pero el crecimiento econ¨®mico debe posibilitar el crecimiento del gasto p¨²blico social a fin de satisfacer las necesidades humanas (como sanidad y servicios de ayuda a las familias) y econ¨®micas (como educaci¨®n y vivienda). Suecia, un pa¨ªs que incluso el semanario liberal The Economist define como uno de los m¨¢s eficientes econ¨®micamente (con muy bajo desempleo y salarios altos), tiene el gasto p¨²blico mayor. Y tampoco es cierto que el crecimiento econ¨®mico requiera mayores desigualdades de renta. Suecia, de nuevo, tiene las menores desigualdades de renta de la UE y goza a la vez de una de las econom¨ªas m¨¢s competitivas hoy existentes.
Otros dos comentarios. Cuando en el estudio mostramos Catalu?a en t¨¦rminos comparativos, lo hacemos principalmente con otras comunidades auton¨®micas, mostrando tambi¨¦n la gran distancia que existe entre el gasto p¨²blico social de Espa?a y Catalu?a y el de la UE. Creo que la evidencia de nuestro d¨¦ficit social es abrumadora; basta con hablar con las consejer¨ªas de las comunidades aut¨®nomas y con los ministerios responsables de las ¨¢reas sociales en Espa?a. Todas ellas tienen problemas graves debido al bajo gasto p¨²blico social.
Vicen? Navarro es catedr¨¢tico de Pol¨ªticas P¨²blicas de la Universidad Pompeu Fabra.
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