Libros sin final
?Qu¨¦ tienen en com¨²n Paul Auster y M¨¤rius Serra? Sus ¨²ltimas novelas. La del primero se titula Oracle night (Anagrama la publicar¨¢ antes de fin de a?o) y la del segundo De com s'escriu una novel.la (Emp¨²ries). Ambas tratan de c¨®mo vivir a cuestas con una novela inacabada. Auster teje uno de sus habituales mecanismos de azares envolventes, situado entre Brooklyn y Manhattan, enlazando casualidades improbables pero veros¨ªmiles. Narra la peripecia de un escritor convaleciente que, tras una larga hospitalizaci¨®n, descubre traum¨¢ticas realidades en su entorno y dentro de s¨ª mismo. El libro contiene otra novela en su seno, un texto que muere (igual que el hijo de uno de los personajes) o que, seg¨²n c¨®mo se mire, nunca nace (igual que la semilla de hijo de otro de los personajes).
El libro de Serra, en cambio, parte de una novela a medias pero editada, Monocle, que los lectores de La Vanguardia tuvieron que terminar. Fue una de esas superproducciones que van cambiando de manos, muriendo y renaciendo. Mientras se coc¨ªa el proyecto de escribir este libro colectivo, con sus promociones y propuestas, sus anuncios y res¨²menes, su car¨¢cter multimedia y sus patrocinios, siempre me pregunt¨¦ en qu¨¦ clase de l¨ªo andaba metido Serra. Ahora lo entiendo: estaba creando el material para este espl¨¦ndido De com s'escriu una novel.la. Los que no la han le¨ªdo suponen que se trata de otro de esos rigurosos ejercicios de estilo a los que nos tiene acostumbrado el autor o de un cotilleo sobre los t¨®xicos bajos fondos del gremio de las letras. Error: es un libro sobre el dolor, el amor y la dificultad de compaginar biograf¨ªa y vida, el testimonio de la impotencia que supone darte cuenta de que ojal¨¢ pudieras controlar el destino de tus seres queridos (hijos, mujer, amigos, colegas) con la misma inconsecuencia con la que dejas campar a sus anchas a tus personajes (hijos, mujer, amigos, colegas). De paso, sirve para retratar el mundillo (nunca mejor dicho) literario de una ciudad en la que conviven influyentes agentes literarias, funcionarios culturales sin escr¨²pulos, vanidades de todo tipo, editores adictos a un movimiento que agrava la inestabilidad del mercado y multitud de aparentes complicidades que, al final, resultan ser pu?aladas medi¨¢ticas. Una ciudad en la que, por fin, la residencia sanitaria de Vall d'Hebron tiene m¨¢s relevancia literaria que el ateneo o que estar amargado o permanentemente borracho.
El or¨¢culo de Auster tambi¨¦n profundiza en el sufrimiento y el amor. La historia que su protagonista escribe en un cuaderno portugu¨¦s con poderes paranormales es una reflexi¨®n sobre el dolor de los que conviven con ¨¦l: una esposa atormentada por el pasado, un amigo y colega tan grande como d¨¦bil y, a lo largo de todo el relato, la sensaci¨®n de avanzar cent¨ªmetro a cent¨ªmetro, venciendo la adversidad con m¨¢s esperanza que arrogancia. En tiempos de imparables, es un consuelo comprobar que todav¨ªa quedan escritores capaces de levantar edificios literarios habitables sobre la inestable base de la duda y la observaci¨®n. En tiempos de impostores adictos a c¨¢nones de lectura que sacralizan alijos de p¨®lvora mojada, la actualidad emocional de Auster y la sinceridad notarial de Serra son los mejores estimulantes para enfrentarse al d¨ªa de Sant Jordi. Habr¨¢, como siempre, ciertas dificultades para distinguir al parable del imparable, al peor del mejor, al t¨ªmido del falso modesto. Y en los escaparates, muchos libros inacabados. Unos por incapacidad del autor. Otros por prisa del editor. Y un tercer grupo de privilegiados que, con la excusa de lo inacabado, consiguen el desenlace perfecto.
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