"Prefiero siempre lo nuevo a lo bueno"
"?Vos me reconocer¨¢s?", pregunta por tel¨¦fono C¨¦sar Aira, tras fijar como lugar de encuentro La ?pera, un caf¨¦ enorme y ruidoso de los que a¨²n hay en Buenos Aires, que resiste, con m¨¢s pedigr¨ª bohemio que encanto, al paso del tiempo. Desde hace a?os, Aira (Pringles, 1949), autor de "m¨¢s de sesenta libros entre novelitas, teatro y ensayos", no concede entrevistas en su pa¨ªs. Ese gesto explica su eterna juventud en las fotograf¨ªas y aquello de "el secreto mejor guardado de la literatura argentina", que acompa?¨® las primeras ediciones espa?olas de sus libros (C¨®mo me hice monja y El llanto, entre otros). "Ya no es as¨ª: ahora me conocen hasta en las pizzer¨ªas", afirma el escritor, con un fastidio que se parece mucho a la coqueter¨ªa. Por estos d¨ªas, Aira est¨¢ de estreno: la editorial Beatriz Viterbo reimprime una docena de sus t¨ªtulos emblem¨¢ticos; se publica su nueva novela, La chica moderna (Interzona), "una f¨¢bula de chicas que salen a buscar novio", y pronto se editar¨¢ en Espa?a otra: Las noches de Flores.
"Un escritor aparece una vez cada 30 a?os. Borges solo ya es casi demasiado"
La singularidad de su estilo -obras breves, argumentos provocadores que unen lo cotidiano, el disparate y la reflexi¨®n-, su opci¨®n por las editoriales peque?as y cierta alergia a la promoci¨®n no han impedido que Carlos Fuentes le augurara el premio Nobel de Literatura para 2020. "Me gustar¨ªa ganarlo por el dinero", dice Aira, que se r¨ªe de lo consagrado y que quiso clonar a Fuentes en una de sus novelas, El congreso de literatura, para dominar el mundo con un ej¨¦rcito de intelectuales "superiores" y poderosos. Premios no ha habido a¨²n: "Parad¨®jicamente, dej¨¦ de enviar originales para ser jurado. Me falt¨® el paso intermedio, que es el suculento", bromea.
Pregunta. Usted hace literatura de cualquier cosa: una hoja de propaganda, una noticia... ?Qu¨¦ papel juega el azar en su obra?
Respuesta. Yo creo que mi estilo no est¨¢ en la prosa, que es correcta, sino en la forma de imaginar, en la fantas¨ªa. ?ltimamente prefiero la f¨¢bula, el cuento de hadas, la alegor¨ªa. En esa l¨ªnea est¨¢n La chica moderna y Las noches de Flores. Curioso, para quien empez¨® hace 30 a?os como un joven militante de izquierdas, con la idea de escribir grandes novelas realistas; pero es as¨ª, no s¨¦ por qu¨¦. Mis libros salen de las cosas que veo, de lo que vivo. Incorporo la realidad a la manera de un diario ¨ªntimo. Eso me obliga a una especie de artesan¨ªa de verosimilizaci¨®n, porque nunca me ha gustado el surrealismo por el surrealismo mismo. Siempre que incorporo algo, por disparatado que sea, busco un giro argumental para que la necesidad recubra el azar.
P. ?Se obliga a sorprender?
R. No me gusta lo convencional. Quiero que la sinuosidad de los acontecimientos sea la textura de mis novelas. Que sorprendan p¨¢gina a p¨¢gina. Creo que improvisar, saber adaptarse y responder al instante es la clave de la felicidad.
P. ?Esa alegr¨ªa se transmite a su literatura?
R. Ojal¨¢. Quiz¨¢s empiece a notarse m¨¢s, porque me estoy reconciliando con mi oficio. Yo viv¨ª muchos a?os con la certeza de que hab¨ªa llegado a la literatura por descarte, por falta de talento para para, actuar, bailar o para explorar el Himalaya. Hace muy poco tiempo, comprend¨ª que la literatura no es algo menor, sino el arte supremo. Una convicci¨®n que en los sesenta asociaba al cine, porque all¨ª se daban todas las revoluciones y uno fracasaba si no era Godard.
P. ?Por qu¨¦ cambi¨® de opini¨®n?
R. Dej¨¦ de hacer traducciones para vivir; soy consciente de haber tenido cierto ¨¦xito. Ya no hay que probar nada. Tambi¨¦n var¨ªan las expectativas. Uno a los 20 a?os quiere ser un genio: Balzac. Despu¨¦s se conforma con ser uno mismo. Adem¨¢s, no hay que ser tan exigentes. Un escritor realmente bueno aparece una vez cada 30 a?os. En Argentina, en el siglo XX, hemos tenido una buena cosecha: Arlt, Osvaldo Lamborghini, Alejandra Pizarnik... Borges solo ya es casi demasiado.
P. A usted no le ha ido mal...
R. No, desde hace tres a?os incluso, como no tengo gustos caros, vivo de mis libros. Pero lo m¨ªo nunca ha sido masivo. Cuando el peri¨®dico La Naci¨®n incluy¨® La guerra de los gimnasios en una colecci¨®n que se vend¨ªa con el diario, algunas personas me telefonearon pidiendo que les devolviera la plata. Fue un error. La literatura perd¨ªa lo que tiene de bueno: lo no obligatorio, esa discreci¨®n, la amabilidad de esperar al lector. Si un libro m¨ªo tiene que esperar un siglo, que as¨ª sea.
P. A 20 a?os de su muerte, ?qu¨¦ opina de Cort¨¢zar como escritor?
R. El mejor Cort¨¢zar es un muy mal Borges. Lo que sucede, creo, es que Cort¨¢zar tiene la nostalgia de la juventud. Nos iniciamos con Cort¨¢zar y amamos en ¨¦l nuestra adolescencia. Yo leo muy poca literatura contempor¨¢nea, pero prefiero lo nuevo a lo bueno.
P. ?La novedad es en s¨ª misma un valor literario para usted?
R. S¨ª, si tengo que elegir me quedo siempre con lo nuevo. Lo bueno es lo trillado, lo normalizado, lo que ya sabemos. Buscamos otra cosa: algo que a¨²n no tiene nombre. Si hay influencias en mi obra, son siempre de gente joven, a la que me une un vampirismo ben¨¦volo: voy a ellos en busca de sangre fresca, para renovarme yo.
Babelia
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