Cortes cervantinas
Ya hemos tenido discurso de investidura, sesi¨®n de investidura, vestidura y, por lo tanto, tenemos presidente. Tambi¨¦n nuevas formas, muy alabadas por todos. Lo que nadie se esperaba era que lo de las nuevas formas supusiera la introducci¨®n de la literatura en el hemiciclo, vamos, que se hiciera pol¨ªtica con literatura, cosa no vista por aquellos pagos desde la ¨¦poca de Castelar o m¨¢s. Asegur¨® Zapatero con Cervantes en el discurso investidor que aspiraba a un Gobierno de "meollo y sustancia". Observaci¨®n que, sin citarla como tal, fue criticada por quienes precisamente no ve¨ªan en sus palabras ning¨²n meollo ni sustancia, sino antes al contrario formas y maneras, vamos, buenas palabras por no decir palabrer¨ªa. Hombre, ya habr¨¢ tiempo para la cr¨ªtica, pero no parece sensato que se pidan hechos a quien s¨®lo ha tenido tiempo de ofrecerse para actuar. ?O acaso se puede actuar antes de haber actuado? Pero, como he dicho, en la celebrada sesi¨®n no hubo metaf¨ªsica, sino literatura, que es la que la hizo fausta o, por mejor decir, cervantina.
Porque quien le entr¨® al trapo literario fue el estrenado portavoz del PNV, Josu Erkoreka, advirti¨¦ndole que si se met¨ªa por aquellos vericuetos de El Quijote iban desviados, ya que se sent¨ªa en la obligaci¨®n de recordarle que la ¨²nica victoria que Don Quijote obtuvo en las muchas peleas y combates que trab¨® fue con el vizca¨ªno y, claro, como tratara de decirle que iban a embestirles a lanzazos la cosa empezaba mal, tanto como empez¨® (o acab¨®) con el PP con quien, por cierto, iba el PSOE de perrito faldero -o gozquecillo, en terminolog¨ªa cervantina-, seg¨²n ha dicho no Erkoreka, sino un redivivo y espantable fantasma llamado Arzalluz o trasunto de aquel bat¨¢n que mantuvo a Don Quijote pr¨®ximo a una desagradable fuente de olor. Hay que advertir, sin embargo, que, como cualquier lector de El Quijote sabe, Don Quijote gan¨® muchos combates, por ejemplo contra los guardias de la Santa Hermandad que conduc¨ªan a los galeotes o contra el due?o del Yelmo de Mambrino, etc¨¦tera. S¨®lo los vizca¨ªnos acomplejados se saben de memoria el combate en que Don Quijote descabalga a un vizca¨ªno tan acomplejado y cerril que no puede aceptar que se tomen a broma el honor y la hidalgu¨ªa vizca¨ªnos.
L¨¢stima es que todo quedara ah¨ª, porque tambi¨¦n hab¨ªa un tufillo cervantesco en la advertencia que le hizo Erkoreka a Zapatero acerca de su planteamiento de la Constituci¨®n como techo y en el que uno y otro interlocutor pod¨ªan haber mentado lo de "con la Iglesia hemos topado, Sancho", el primero porque volv¨ªa a verla como obst¨¢culo alzado en su camino y, el segundo, porque se topaba as¨ª con la m¨¢s acabada expresi¨®n del fundamentalismo nacionalista: la Constituci¨®n ser¨¢ siempre rechazable mientras no contenga el programa de m¨¢ximos del nacionalismo, claro que, entonces se llamar¨¢ plan Ibarretxe y nunca ser¨¢ visto por los nacionalistas como un techo, sino como algo l¨®gico, natural y acogedor por m¨¢s que haya otros que se sientan inc¨®modos bajo semejantes tejas, tal y como lo ocurri¨® al pobre Don Quijote despu¨¦s que los desaforados encantadores le escamotearon la habitaci¨®n de los libros.
Por lo dem¨¢s, hubo en el discurso de ZP algo del de DQ ante los cabreros (con perd¨®n), que lamentaba poco la p¨¦rdida de la Edad de Oro al preferir plantearse el restablecimiento de la misma desfaciendo todos los entuertos que se lo impidieran. Y as¨ª fue como Don Quijote lleg¨® a Barcelona, donde vivi¨® el episodio de la Cabeza Encantada. ?Recuerdan? Era una cabeza de pega que dec¨ªa la verdad y a la que el pobre Don Quijote le pregunt¨®: "?Fue verdad o sue?o lo que yo cuento que me pas¨® en la cueva de Montesinos?", porque en la cueva so?¨® (o vivi¨®) el desenga?o de su profesi¨®n de caballero. La cabeza catalana s¨®lo le pudo responder: "A lo de la cueva hay mucho que decir: de todo tiene". Y a lo de la cabeza tambi¨¦n, me refiero, a lo que pueda estar pasando por muchas, y no precisamente encantadas, de aquella comunidad.
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