Canto del Pico
El palacio del Canto del Pico, difuminado entre la niebla, podr¨ªa ser el castillo de Dr¨¢cula, o el de Herodes, la cl¨ªnica privada del doctor Frankenstein o la segunda residencia de Batman. Encaramado sobre un cerro de Guadarrama, el palacio maldito es un pastiche infame de inefable mal gusto. Este "nido de ¨¢guilas", que hubiera complacido al mism¨ªsimo F¨¹hrer, fue legado en testamento por don Jos¨¦ Mar¨ªa del Palacio y Ab¨¢rzuza, conde de Las Almenas, a don Francisco Franco Bahamonde, en 1940, como tributo p¨®stumo de admiraci¨®n al caudill¨ªsimo.
El mentado conde era, al parecer, un amante de las bellas artes arquitect¨®nicas, que deben ser las m¨¢s dif¨ªciles de coleccionar, pero no hay obst¨¢culos para un hombre emprendedor y con vocaci¨®n de ave de rapi?a; para edificar su palacio-museo de Torrelodones, en 1920, el sensible coleccionista se hizo traer: las columnas del Castillo de Curiel, tallas g¨®ticas de la colegiata de Logro?o, elementos de La Seo de Urgel, el claustro del monasterio valenciano de Valldigna y algunas cosillas m¨¢s.
La fusi¨®n resultante refuerza la idea de que incluso lo m¨¢s sublime puede hacerse rid¨ªculo cuando cae en manos de individuos rid¨ªculos y pretenciosos. Horror art¨ªstico y horror al vac¨ªo, combinados en un descabalado rompecabezas en el que est¨¢n presentes el rom¨¢nico, el mud¨¦jar, el g¨®tico y el d¨®rico-j¨®nico, si cabe. Tanta acumulaci¨®n de monumentalidades nacionales inspir¨® a Su Majestad Alfonso XIII para otorgar al edificio la categor¨ªa de monumento nacional. Los monumentos nacionales, ya se sabe, no tienen por qu¨¦ ser ni hermosos ni feos, basta con que sean monumentales.
El conde de Las Almenas acumul¨® tambi¨¦n en su selecta buitrera, una abigarrada colecci¨®n de objetos art¨ªsticos, relojes, bronces y muebles que fueron desapareciendo, entre otras cosas, por la acci¨®n de depredadores de la familia del ilustr¨ªsimo y excelent¨ªsimo heredero, Francisco Franco, que nunca permiti¨® en vida que se realizara inspecci¨®n o inventario alguno de los bienes que guardaba el edificio.
Pero fue a la muerte del dictador, al quedar el palacio sin protecci¨®n alguna cuando las razzias se intensificaron, as¨ª lo cuenta, Jos¨¦ de Vicente Mu?oz, cronista de Torrelodones en una obra recopilatoria: "Heredado por la hija de Franco y retirada la vigilancia es cuando empieza el calvario y nuestra preocupaci¨®n ante las desapariciones, los robos y la p¨¦rdida de tanta riqueza art¨ªstica y documental como hab¨ªa en su interior y que aunque intent¨¦ protegerla, no se me autoriz¨®".
El conde de Las Almenas apenas goz¨® de su art¨ªstico retiro entre 1930 y 1936, y durante la guerra civil el palacete fue sede del Alto Mando Militar del Ej¨¦rcito Republicano del general Miaja. Guerra, expolio y muerte giran alrededor de un edificio en el que muri¨®, por causas naturales, en 1925, el pol¨ªtico conservador Antonio Maura, dejando su retrato interrumpido por la Parca entre los fondos de la ecl¨¦ctica pinacoteca palaciega.
Una vez expoliada y arrumbada la mansi¨®n, los herederos del dictador se la vendieron a un empresario que ten¨ªa la intenci¨®n de convertirla en hotel de lujo, una especie de parque tem¨¢tico del kitsch arquitect¨®nico, que no lleg¨® a realizarse por la doble protecci¨®n, del edificio y del paisaje adyacente, reserva natural de la Sierra de Guadarrama, que culmina en esta zona precisamente con el Canto del Pico (1.011 metros).
El canto que da nombre al monte es una excepcional piedra caballera, de admirable equilibrio, cuyo perfil puede verse desde la autopista.
El palacio del mismo nombre ensombrece y empeque?ece esta escultura natural, que form¨® parte del patrimonio del voraz conde coleccionista, pero el edificio no durar¨¢ mucho m¨¢s: la Generalitat valenciana est¨¢ dispuesta a repatriar su claustro tras haberlo adquirido, y la Comunidad de Madrid parece m¨¢s decidida a proteger el medio ambiente circundante que a este delirio de piedra y grandeza.
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