Victorino tambi¨¦n fracas¨®
Se acabaron las corridas toristas y se acumularon los fracasos sonados. Ayer se uni¨® al carro de los perdedores la ganader¨ªa de Victorino Mart¨ªn, que hab¨ªa concitado la atenci¨®n de los aficionados, y todos salieron decepcionados.
Claro, que fue un fracaso a lo victorino. Quiere esto decir que todav¨ªa hay clases. Esos toros no producen l¨¢stima aunque no sean bravos; pueden ser, como fueron, descastados, mansurrones, de corta embestida o tobiqueros, pues se revolv¨ªan en un palmo de terreno, que es una forma muy fea y peligrosa de buscar el bulto, pero no permiten el m¨¢s m¨ªnimo parpadeo. Es la emoci¨®n del peligro, que es parte de esta fiesta, pero no la ¨²nica. Los toros de Victorino desarrollaron peligro, a veces mucho peligro, y ninguno se caracteriz¨® por su nobleza encastada, que es condici¨®n fundamental para el toreo moderno.
Mart¨ªn / Ferrera, El Cid, Vilches
Toros de Victorino Mart¨ªn, muy bien presentados, sosos y mansurrones; 1?, descastado; 2? y 5?, peligrosos; 3?, 4? y 6?, noblotes y con escaso recorrido. Antonio Ferrera: pinchazo, dos medias estocadas y dos descabellos (silencio); bajonazo (pitos). El Cid: casi entera (silencio); estocada que asoma -aviso- y tres descabellos (algunos pitos). Luis Vilches: pinchazo y estocada (vuelta); media muy baja (gran ovaci¨®n). Plaza de la Maestranza, 22 de abril. 8? de feria. Casi lleno.
No hubo toros de embestida larga, de esos que aran con el hocico el albero; no hubo toros bravos en los caballos. Alguno, como el primero, fue descastado hasta la desesperaci¨®n; otros, como el lote de El Cid, desarroll¨® mucho sentido, y otros, noblotes, sin sangre en las venas, que iban y ven¨ªan con soser¨ªa.
Acab¨® la feria torista, y han sido cuatro tardes para el olvido. Comienza ahora la feria comercial, la de las figuras... Que Dios nos coja confesados... ?Qu¨¦ nos deparar¨¢ el destino? Si los toros supuestamente poderosos y engallados han pasado por Sevilla como un pu?ado de basura, m¨¢s vale no pensar en los pr¨®ximos d¨ªas y que sea lo que tenga que ser. Est¨¢ m¨¢s que demostrado que el cuerpo de los aficionados lo aguanta todo.
Mientras se pasa la ¨²ltima decepci¨®n, queda el recuerdo de un torero sevillano, Luis Vilches, que ayer plant¨® cara a su incierto destino y dijo a todos que quiere ser figura. Aprovech¨® la ¨²nica oportunidad de la feria para demostrar que quien quiere, puede. Y quiso asentar las zapatillas en la arena, derrochar valent¨ªa, seguridad y firmeza y jugarse el todo por el todo para arrancar muletazos que parec¨ªan imposibles. Lo consigui¨® en su primero, que se paraba en la segunda embestida de cada tanda, pero Vilches se puso muy cerca de los pitones, con las ideas muy claras, y dibuj¨® derechazos largos y templados, y un par de naturales enormes, que emocionaron al respetable, como no pod¨ªa ser menos. Con la misma actitud se present¨® ante el sexto, derecho como una vela, dispuesto a todo, incluso a aguantar un par¨®n de escalofr¨ªo, para dejar su impronta de torero serio, con gusto y personalidad. No fueron faenas triunfales, pero qued¨® claro que Vilches pide paso con todo el derecho que le permite su derroche de pundonor.
No se puede decir lo mismo de sus compa?eros de terna. Bien es cierto, y dicho queda, que el lote de El Cid ten¨ªa migas, malas ideas y buscaba los tobillos con codicia. Pero el torero estuvo huyendo toda la tarde, y eso no est¨¢ bien, porque para huir ya estamos todos los dem¨¢s. ?l debe demostrar otra actitud menos fr¨¢gil y m¨¢s valerosa. Al noble hay que torearlo tan bien como ¨¦l sabe, y al peligroso hay que lidiarlo con decencia. Y El Cid dio toda la impresi¨®n de estar desbordado por las circunstancias.
La impresi¨®n de Ferrera fue, sin embargo, de vulgaridad. Es duro, pero es as¨ª. Cada vez dice menos con las banderillas, maneja el capote como una s¨¢bana en sus manos, y la muleta pierde toda su sentido porque se coloca mal, se mueve mucho y no dice nada.
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