Ram¨®n Torrella, arzobispo em¨¦rito de Tarragona
La biograf¨ªa eclesi¨¢stica del arzobispo em¨¦rito de Tarragona, Ram¨®n Torrella Cascante, fallecido anteanoche a los 80 a?os, simboliza las convulsiones del catolicismo espa?ol durante los a?os de la larga dictadura franquista (1939-1975), que la jerarqu¨ªa romana de la generaci¨®n anterior hab¨ªa impulsado y apoyado sin apenas fisuras, e, incluso, procesionado bajo palio con desparpajo. Torrella, nacido en Olesa de Montserrat (Barcelona) el 30 de abril de 1923 dentro de una familia de industriales textiles, se hizo sacerdote en pleno nacionalcatolicismo (en 1953), pero pronto se distanci¨® del r¨¦gimen como consecuencia de una actividad pastoral que ejerci¨® como p¨¢rroco y, durante un tiempo, como consiliario de la Juventud Obrera Cat¨®lica (JOC), en comuni¨®n con Vicente Enrique y Taranc¨®n, futuro l¨ªder de la Iglesia cat¨®lica espa?ola durante el tardofranquismo y la convulsa transici¨®n hacia la democracia.
Sin el padrinazgo intelectual y personal de Taranc¨®n ser¨ªa imposible entender biograf¨ªas como las de Ram¨®n Torrella, Jos¨¦ Mar¨ªa Seti¨¦n (obispo em¨¦rito de San Sebasti¨¢n), Ram¨®n Echarren (obispo de Canarias), o Alberto Iniesta, em¨¦rito del vicariato diocesano del barrio madrile?o de Vallecas (Madrid). El cardenal hab¨ªa dirigido Acci¨®n Cat¨®lica poco despu¨¦s de la Guerra Civil y se enfrent¨® pronto a los prebostes del r¨¦gimen con una pastoral -El pan nuestro de cada d¨ªa, de 1950-, donde denunciaba el severo racionamiento que soportaba el pueblo mientras muchos dirigentes de r¨¦gimen se enriquec¨ªan con el estraperlo. Pese al amparo del Vaticano, Taranc¨®n fue castigado a permanecer 18 a?os en la peque?a di¨®cesis de Solsona, congelada su carrera por insistencia del r¨¦gimen dictatorial, y algunos de sus disc¨ªpulos y colaboradores, dispersados por di¨®cesis administradas al gusto nacionalcat¨®lico.
A Torrella le toc¨® Madrid por poco tiempo, y sufri¨® una vigilancia estrecha del arzobispo Leopoldo Eijo Garay, apasionado franquista y en¨¦rgico pont¨ªfice -entre 1923 a 1963- de una di¨®cesis que entonces se llamaba de Madrid-Alcal¨¢. Eijo lleg¨® a prohibir a Torrella que celebrara misa, en castigo por sus veleidades obreristas, pero el futuro arzobispo de Tarragona, cabeza de la Provincia Eclesi¨¢stica de Catalu?a, viajaba cada d¨ªa hasta Illescas, en el l¨ªmite con la provincia de Toledo, para oficiar la eucarist¨ªa de tapadillo, y regresaba de inmediato a su trabajo en territorio del malhumorado superior.
Lo milagroso fue que aquel contratiempo no acabara con la carrera eclesi¨¢stica de Torrella. Por el contrario, el futuro arzobispo dio el salto a Italia, en 1968, y despu¨¦s de ser alg¨²n tiempo p¨¢rroco de Minervino Murge, trabaj¨® m¨¢s de 10 a?os en el Vaticano al lado de Pablo VI y Juan Pablo II, con un interregno como obispo auxiliar de Barcelona, en 1969. Dirigi¨® la archidi¨®cesis de Tarragona desde 1983 hasta su jubilaci¨®n, en 1997. [Si Torrella lleg¨® a arzobispo fue por una puerta trasera que el Vaticano, por obra y malicia del h¨¢bil diplom¨¢tico Eugenio Pacelli, futuro P¨ªo XII, hab¨ªa encontrado al Concordato de 1951 y su b¨¦lico precedente de 1941: los obispos auxiliares no deb¨ªan superar el caprichoso benepl¨¢cito del general Franco, por no ser titulares de di¨®cesis. Por ese agujero se colaron los citados Echarren, Iniesta y Seti¨¦n, adem¨¢s de Jos¨¦ Mar¨ªa Cirarda, El¨ªas Yanes, Jos¨¦ Mar¨ªa Estepa y tantos otros, que la dictadura detest¨® sin disimulo, pero que resultaron fundamentales como puentes necesarios en una transici¨®n hacia la democracia que eclesi¨¢sticos m¨¢s veteranos obstaculizaron tozudamente].
Lo cierto es que Torrella lleg¨® a ser arzobispo de Tarragona, cabeza de la Provincia Eclesi¨¢stica de Catalu?a, y que ejerci¨® como secretario general del Secretariado por la Uni¨®n de los Cristianos, secretario general de la Obra para la Ayuda al Tercer Mundo, Cor Unum, y presidente de Acci¨®n Cat¨®lica, la agrupaci¨®n de movimientos cat¨®licos laicos de la Conferencia Episcopal.
Desaparece, por tanto, uno de los grandes jerarcas de la Iglesia de la transici¨®n. Su sucesor, Llu¨ªs Mart¨ªnez Sistach, destac¨® ayer su "trabajo incansable". "Siempre estuvo junto a la ciudad [de Tarragona]", dijo. Cientos de personas pasaron ayer por la capilla ardiente instalada en el arzobispado. Los funerales se celebran hoy a las 11.00 en la catedral, en cuya capilla de Sant Ramon quedar¨¢n depositados sus restos.-
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