Sade revisitado
En una de las obras m¨¢s ambiciosas y aguijadoras, Max Aub cre¨® con esmero y atenci¨®n a las leyes de la verosimilitud la figura del pintor modernista Josep Torres Campalans, presunto amigo de Picasso, Juan Gris y otros artistas de la ¨¦poca afincados en la capital francesa, y complet¨® su estupenda invenci¨®n con una antolog¨ªa de cuadros de su propia cosecha. Recuerdo el placer con que recorr¨ª las p¨¢ginas del libro y examin¨¦ los lienzos atribuidos a su protagonista: la seductora invitaci¨®n a penetrar en un universo de f¨¢bula revestido de todas las apariencias de lo real.
I love you, Sade procura una sensaci¨®n similar: la de ese paseo por el arte y la literatura escasamente cultivado en nuestras letras. La propuesta de Pablo Alonso Herraiz y Juan Francisco Ferr¨¦ nos es presentada como un homenaje al Marqu¨¦s de Sade, "el nombre p¨²blico que damos a nuestro sue?o m¨¢s privado: la fantas¨ªa febril de una carnalidad ilimitada y orgi¨¢stica, el proyecto consumado de una prostituci¨®n universal de los cuerpos". Seg¨²n escribe Ferr¨¦, comentando la obra de su colega, exhibida, con aut¨¦ntico exhibicionismo, en una galer¨ªa malague?a en octubre de 2001, "Herraiz se disfraza de curator y adopta la fingida personalidad de concienciado conservador de una extravagante colecci¨®n" de pinturas y fotograf¨ªas que habr¨ªan sido amorosamente reunidas por el genial y desenfrenado erot¨®logo sueco Erik Svenson en su mansi¨®n de G?teborg. Las 16 piezas expuestas -una parte m¨ªnima, nos dice, de las que posey¨® el libertino- son atribuidas al pintor James Vikner, "famoso por su versatilidad estil¨ªstica e infame por su fijaci¨®n tem¨¢tica"; al "cosmopolita" y "universal" fot¨®grafo tunecino Said Zadik, y a alguna de las modelos retratadas por ¨¦ste. La biograf¨ªa personal y art¨ªstica de Erik Svenson, elaborada con fervor por el cr¨ªtico dan¨¦s Blixen en su Primer escrutinio general de la colecci¨®n de Erik Svenson, publicado en G?teborg en 1923, se basar¨ªa en la edici¨®n de las Ep¨ªstolas escogidas del ¨²ltimo, impresas en Estocolmo en 1942, y habr¨ªa sido rebatida despiadadamente por el investigador alem¨¢n Johannes Francken en su Refutaci¨®n sistem¨¢tica de los errores categoriales del Dr. Carl Theodor Blixen, obra editada en Francfort en 1936.
I LOVE YOU, SADE
Pablo Alonso Herraiz y Juan Francisco Ferr¨¦
Ediciones de Aqu¨ª
Benalm¨¢dena, 2003
140 p¨¢ginas. 20 euros
Nos perdemos as¨ª en arenas
movedizas y desestabilizadoras a causa de la diseminaci¨®n de autor¨ªas y anacronismos flagrantes. Lo que nos dice Blixen es contradicho por Francken y el pintor favorito de Svenson, James Vikner, ser¨¢ caracterizado a su vez como un adepto del "disimulo sistem¨¢tico y de la dispersi¨®n de pistas", bien conocido y fichado por la polic¨ªa parisiense a causa de sus fraudes. Si agregamos a todo ello que el autor del ensayo-ficci¨®n que tenemos entre manos se explaya alegremente en el "plagio descarado" y la "apropiaci¨®n subrepticia del trabajo ajeno" utilizados con desenvoltura por Blixen, advertimos al punto la escasa fiabilidad de cuanto se nos refiere. Vaya de muestra la nota a pie de p¨¢gina referente al saqueo de la mansi¨®n del erot¨®logo y coleccionista en 1942 por una horda despavorida de soldados nazis, tras el anuncio de la entrada de las tropas sovi¨¦ticas en G?teborg. Como sabe cualquier lector de mediana cultura, Suecia no fue invadida durante la Segunda Guerra Mundial ni por los ej¨¦rcitos de Hitler ni por los de Stalin.
En el dorso de su imaginario cat¨¢logo, Juan Francisco Ferr¨¦ invita a participar en el juego de su complejo e incitante artificio: los diversos autores y artistas a quienes se atribuyen los escritos, pinturas y fotograf¨ªas se desmienten entre s¨ª y reproducen sin empacho frases ajenas, sin tomarse la molestia de mencionar su origen. La propuesta cervantina de distribuir la autor¨ªa del relato entre el primer autor, Cide Hamete Benengeli, y su poco escrupuloso traductor marca la pauta de un ejercicio de virtuosismo lleno de humor festivo y saber literario. Las variaciones sobre la foto de la guarnici¨®n espa?ola en el Rif; el provocador cuadro an¨®nimo Ya ves lo que puedo hacer por ti, con un falo seccionado y arrecho, y el carnoso recipiente vaginal sostenido por unas pinzas; o los retratos victorianos de las tres disc¨ªpulas de mam¨¢ Rosenthal y pap¨¢ Svenson, "educadas" en el palacio-burdel de G?teborg, incitan a los bisnietos y tataranietos del divino Marqu¨¦s a una incursi¨®n, a un tiempo ir¨®nica y revulsiva, por el universo sadiano.
Las referencias a Huysmans y Jarry, a Walter Benjamin, Foucault y Blanchot, se entremezclan con supuestos testimonios m¨¦dico forenses y con ex¨¦gesis a una frase de san Pablo extra¨ªda de su Primera ep¨ªstola a los corintios. La visi¨®n paulina del cielo, en la que sus felices moradores "ser¨ªan estrellas radiantes de una superproducci¨®n kitsch de rodaje interminable y gui¨®n eternamente sometido a revisi¨®n por una infatigable cuadrilla de evangelistas a sueldo de los patriarcas de la industria y el mercado del entretenimiento", compone uno de los pasajes m¨¢s enjundiosos y divertidos del libro.
Juan Francisco Ferr¨¦ ilustra las posibilidades inherentes a la invenci¨®n borgiana de Pierre Menard: "La t¨¦cnica del anacronismo y de las atribuciones err¨®neas. Esa t¨¦cnica de aplicaci¨®n infinita (que) nos insta a recorrer la Odisea como si fuera posterior a la Eneida y a (...) atribuir a Louis Ferdinand C¨¦line o a James Joyce la Imitaci¨®n a Cristo". I love you, Sade nos introduce en un jard¨ªn de senderos que se bifurcan y nos convierte en relectores en la medida en que nos fuerza a volver atr¨¢s a fin de desorientarnos de nuevo.
La galer¨ªa malague?a de los
retratos de Pablo Alonso Herraiz, expuestos en un sal¨®n carmes¨ª que evoca el tocador o burdel imaginados por Sade y recreados por Svensen, es el hilo del ovillo del que tira Ferr¨¦ para perdernos en los vericuetos de su "enrevesada" historia. Nos hallamos inmersos en el reino de una impostura que, al ser proclamada sin rebozo, se convierte parad¨®jicamente en verdad frente al de la falacia del tenido por verdadero.A contracorriente de la marea negra de productos que dicen ser reflejo de lo real y lo niegan con su zafiedad, I love you, Sade reivindica el placer de las imaginaciones inveros¨ªmiles de un relector voraz y amante apasionado de la literatura. Como dice el fragmentado autor, "queda encomendada al lector la tarea de decidir si el prop¨®sito principal de este inventario no ser¨ªa el de producir una metanarrativa, o narrativa de narrativas, que supla en cierto modo la carencia traum¨¢tica de contexto y la presentaci¨®n fragmentaria del mundo de im¨¢genes de la colecci¨®n. No como aspiraci¨®n a se?alar la existencia de un todo compacto en el pasado, hoy disgregado o destruido, sino a definir una nueva l¨®gica creativa, esto es, una nueva relaci¨®n posible con las partes fluctuantes de un todo completamente inexistente".
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