Cosas en com¨²n entre Rebecca Loos y yo
Le¨ª el articulo de Margarita Ri- vi¨¨re del pasado 18 de abril, y no puedo reprimirme de dar mi opini¨®n como barcelon¨¦s. Estoy muy contento por el resultado de la votaci¨®n que declar¨® a Barcelona ciudad antitaurina porque desde instancias pol¨ªticas se le ha dado voz a un sentimiento compartido por miles de personas. Pero usted ridiculiza a los ediles que hac¨ªan su trabajo llam¨¢ndoles traviesos ni?atos e inconscientes. ?Por qu¨¦? ?Porque provocan a un sector que defiende la criminalidad con un animal? Muy alejado de su preferencia silenciosa y esnob, aunque usted prefiere llamarla elegante y tolerante indiferencia hacia el festejo, me siento orgulloso de que los votantes abrieran un debate m¨¢s que necesario en este pa¨ªs para abolir ese macabro espect¨¢culo. Aparte de abrir los ojos a mucha gente, creo que no se pretende desde Barcelona destruir los iconos espa?olistas, puesto que en Andaluc¨ªa mismo hay asociaciones antitaurinas que ven claro que esa pr¨¢ctica es criminal. Ojal¨¢ lo que usted llama culebr¨®n tenga un final feliz para todos los que, muy al contrario de ser antinada, somos antiviolencia de cualquier ¨ªndole.
Tras ver que la amante de Beckham y yo tenemos el mismo m¨®vil, aspiro a recibir mensajes t¨®rridos como los de ella'Antinada', no
Prefiero ver en el cine a un sesent¨®n burgu¨¦s atiborrarse de palomitas antes que ver a un sesent¨®n burgu¨¦s agitando un pa?uelo para que le corten el rabo al toro.- Robert Fortea. Sant Cugat del Vall¨¨s.
Como mujer que desea contribuir a minar la moral del Real Madrid en v¨ªsperas del partido de ma?ana, me dispongo a ver la entrevista que la tal Rebecca Loos concedi¨® a la televisi¨®n, en la que confiesa que fue amante del futbolista Beckham. La chica, sentada en un sof¨¢ de color claro, le explica a la reportera que el gran Beckham se li¨® con ella porque "su cama estaba vac¨ªa" y que se pasaban el rato envi¨¢ndose mensajes t¨®rridos al m¨®vil. Para demostrarlo, saca el tel¨¦fono y ense?a la pantalla. No aprecio el texto, pero s¨ª aprecio algo mucho m¨¢s decisivo: tengo la misma marca y modelo de tel¨¦fono que Rebecca Loos. ?Qu¨¦ alegr¨ªa! El esfuerzo que me cost¨® reunir los puntos Vodafone en Navidad para conseguir este tel¨¦fono tan pijo ha valido la pena. Estoy a la altura de Rebecca Loos, ya no soy una miserable escritora catalana, aunque a veces comparta mesa redonda con algunas de ellas, ya sean feministas, solidarias, concienciadas con los problemas de nuestro pa¨ªs o todo a la vez. Tengo un tel¨¦fono m¨®vil como el de Rebecca Loos, poca broma.
El modelo es el Sony Ericsson T-610. Pesa 100 gramos y mide 9,5 cent¨ªmetros de largo, por 4 de ancho, por 1 de grosor. (Los bocadillos que ponen en el hotel Majestic miden casi igual: ocho cent¨ªmetros, por cinco, por uno, o sea que caben en la misma funda). Es plateado y negro y tiene c¨¢mara de fotos incorporada. Eso es lo que me hace m¨¢s ilusi¨®n del admin¨ªculo: que, siendo un tel¨¦fono, haga fotos. Gracias a esta funci¨®n, un d¨ªa que iba por la calle le hice un retrato al pol¨ªtico Puigcerc¨®s, que me atrae como hombre, aunque no supe a qui¨¦n envi¨¢rselo como postal MMS, porque mis 50 mejores amigas (digo, perd¨®n, mis 50 mejores amigas y amigos, pues los tengo de ambos sexos) est¨¢n en contra de los tel¨¦fonos que hacen y reciben fotos. Los ¨²nicos que comparten mi sensibilidad telef¨®nica y modelo de m¨®vil son los becarios de Catalunya R¨¤dio. S¨®lo a ellos puedo enviarles la imagen de alguna parte ¨ªntima de mi anatom¨ªa, por ejemplo, un pecho, para que me correspondan envi¨¢ndome alguna de las suyas, por ejemplo una nalga. Con los becarios de Catalunya R¨¤dio es con los ¨²nicos con los que puedo compartir frases como: "?Y t¨², qu¨¦ sonido prefieres ponerte en el timbre? ?El Old Phone o el Relaxed Soul?". Emociona saber que, a lo mejor, cuando Rebecca quiso hacerle una foto a Beckham desnudo y desparramado en la cama, apret¨® el dispositivo modo noche, como hacemos los becarios y yo para fotografiar a Puigcerc¨®s con poca luz. Estos juegos tan banales a los que nos dedicamos no tienen importancia porque pertenecemos a la cerrada y provinciana sociedad catalana, pero en lo que ser¨ªa la cosmopolita sociedad deportiva anglosajona gozan de mucho prestigio. Ah¨ª es nada ser Rebecca Loos y recibir mensajes sexuales de Beckham. Aqu¨ª, en la cerrada Catalu?a, a lo m¨¢ximo que puedes aspirar es a que te env¨ªe un mensaje alg¨²n escritor de los que ayer conociste firmando libros. Y no de todos, s¨®lo de los que estaban borrachos porque, al no tener cola como el showman Buenafuente, beb¨ªan un whisky tras otro. Ya quisiera yo recibir un mensaje t¨®rrido de, pongamos, el futbolista Oleguer.
El caso es que Rebecca cuenta en la entrevista que, cuando estaba ella en un museo con sus padres y recib¨ªa mensajes ardientes de Beckham, se refugiaba en los lavabos de tanto que se emocionaba. (Rebecca, siempre que recib¨ªa mensajes ardientes, estaba en un museo con sus padres). No ha especificado si, en el lavabo, segu¨ªa hablando con Beckham o si se entreten¨ªa ella sola. Pero que se refugiase en un lavabo no debe extra?ar a nadie, ya que es una mujer predestinada. Su apellido hace referencia a ese cuartito ¨ªntimo donde solemos hacer de cuerpo. Loo en ingl¨¦s coloquial significa 'retrete'. Por tanto, est¨¢ claro que loos son muchos retretes, todos los retretes en los que ella se ha encerrado cada vez que ha visto un mensaje ardoroso en la pantalla de su Sony Ericsson T-610 (modelo de tel¨¦fono que, no s¨¦ si lo he dicho, es igual que el m¨ªo). ?D¨®nde, si no, deber¨ªa ir Rebecca a satisfacer sus ansias sexuales?
Por eso, me voy yo tambi¨¦n a un museo, a ver si cualquiera de los escritores incomprendidos que ayer estaban como una cuba me env¨ªa un SMS, tal como prometieron. Como Rebecca no especific¨® en qu¨¦ museo sol¨ªa excitarse, elijo uno al azar: el del Bar?a. Pago, entro, y empiezo a recorrer pasillos. Atravieso la zona de fotos de Samaranch y veo a un vigilante de seguridad muy atractivo que custodia una sala delimitada por vallas. En las paredes no hay nada, pero en el suelo, fotograf¨ªas amontonadas. Le pregunto si es alguna instalaci¨®n moderna, pero me dice que no, que todav¨ªa no han colgado los cuadros. Me detengo frente al bar Alir¨®n, de po¨¦tico nombre, y enciendo el tel¨¦fono. El lavabo est¨¢ detr¨¢s de un cartel del centenario. Las baldosas de las paredes son blancas, de las m¨¢s sencillas. Las del suelo son de un gris moteado. Hay seis lavamanos de color negro. Tambi¨¦n seis puertas que encierran seis retretes, uno de ellos para minusv¨¢lidas. En la papelera, veo una piel de pl¨¢tano. Abro la puerta de uno de los retretes, me siento en la taza y observo la pantalla del tel¨¦fono. Tengo tres rayitas de cobertura. Recibo un mensaje t¨®rrido en catal¨¢n y me emociono bastante. ?Qu¨¦ quieren? La cabra siempre tira al monte.
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