De salida, s¨ª
No hay que precipitarse, ¨¦se es el lema: calma. Cuente hasta diez (o mejor hasta cien), respire, inspire, no se excite, medite. Si es preciso, consulte con su m¨¦dico antes de decidir (precipitadamente) sobre ciertas cuestiones capitales que podr¨ªan cambiar el curso de su vida y hasta, si nos apuran, la deriva de este diablo mundo. Antes de dar un paso, pi¨¦nseselo dos veces (o mejor: pi¨¦nseselo doscientas), no vaya a hincar el remo tontamente. La prudencia, como dice Graci¨¢n, es un arte de pr¨ªncipes. Aunque tampoco, claro, hace falta tomarse la molestia de leer a Graci¨¢n: basta con asomarse al Refranero igual que quien se asoma a un patio de vecinos, con la maledicencia enquistada en el alma y la astucia pintada en la jeta. "V¨ªsteme despacio, que tengo prisa", o bien: "No por mucho madrugar amanece m¨¢s temprano". Y as¨ª hasta el infinito.
Claro que lo que en realidad quiere decirse es otra cosa. Otra cosa que no tiene que ver con Baltasar Graci¨¢n ni su arte de prudencia. Llevan una semana diciendo que el se?or Zapatero ha metido la pata, que se ha precipitado al cumplir su promesa electoral y retirar las tropas espa?olas de Irak antes de junio, o sea, antes de tiempo. Los argumentos empleados son de una implacable l¨®gica. Pero lo que, en el fondo, se nos quiere decir al afirmar que se ha precipitado Zapatero al sacarnos del infierno iraqu¨ª es que los espa?oles que votaron al se?or Zapatero lo hicieron sin pensarlo cabalmente, con una precipitaci¨®n que pagaremos cara (porque la precipitaci¨®n siempre se paga cara). Quieren decirnos que lo m¨¢s probable es que el PSOE nos lleve al precipicio del desamparo atl¨¢ntico o cosa parecida. Nos dicen que miremos (para que aprendamos) al caballero Silvio Berlusconi frot¨¢ndose las manos, celebrando la decisi¨®n de Espa?a de abandonar Irak y record¨¢ndoles a los americanos que ahora, tras el precipitado mutis del se?or Zapatero, ellos, los italianos, son el mejor amigo y aliado europeo de los amos del mundo mundial. Y todo, tanta oportunidad perdida, por la maldita precipitaci¨®n. ?No recuerdan aquel hermoso lema -"Otan, de entrada no"- que tan buenos servicios prest¨® gracias a su reversibilidad? ?No pod¨ªa haber hecho el se?or Zapatero una reedici¨®n de aquel eslogan aplicado a la guerra de Irak? Eso se dicen muchos analistas lectores de Graci¨¢n. Pero, por una vez, el pol¨ªtico no nos ha dicho digo donde nos dijo Diego.
Se ha hablado mucho de precipitaciones, pero nada o muy poco sobre la precipitaci¨®n de Aznar al meternos de rond¨®n en la foto rid¨ªcula de las Azores, recibiendo en el lomo las palmadas de Bush y Tony Blair, ese primer ministro que parece sacado (precipitadamente) de la planta de ropa de cama de Marks & Spencer. ?No se precipit¨® George Bush al invadir Irak antes de que las armas de destrucci¨®n masiva asomaran por alg¨²n lado? Seguramente no. Quiz¨¢s el ¨²nico que no ha actuado precipitadamente en esta historia negra encharcada de sangre es el propio George Bush. Sab¨ªa perfectamente d¨®nde, c¨®mo y cu¨¢ndo entrar¨ªa en Irak. Lo que no sabe ahora es cu¨¢ndo y, sobre todo, c¨®mo saldr¨¢ de all¨ª.
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