Jesul¨ªn quiere y no puede

Cuando Jesul¨ªn tom¨® la montera en su segundo toro, se dirigi¨® al centro del ruedo y brind¨® sonriente a la concurrencia no hab¨ªa que ser licenciado para entender que ven¨ªa a por todas, que quer¨ªa abrir la Puerta del Pr¨ªncipe, se supone.

Hab¨ªa cortado una oreja en su primero por una media estocada de efectos fulminantes que levant¨® a la gente de sus asientos. Bueno, la verdad es que hab¨ªa hecho algo m¨¢s, pero lo m¨¢s llamativo fue la muerte del toro. Era el animal un manso que acudi¨® incansable a la muleta del torero, y ¨¦ste lo tore¨® en una faena intermitente, mejor por la derecha que por la izquierda, pero sin profundidad, sin levantar pasi¨®n alguna. Claro que tambi¨¦n hay que decir que Jesul¨ªn abusaba del pico y eso est¨¢ muy feo. En definitiva, el toro tuvo m¨¢s calidad que su toreo, aunque la media estocada tuvo su m¨¦rito.

Pues all¨¢ que brind¨® el segundo, al que hab¨ªa cuidado tanto que ni siquiera permiti¨® que lo picaran, y casi lo agota toreando por alto de manera insulsa. Volvi¨® a insistir con el pico y, adem¨¢s, las tandas eran muy cortas. Y por la izquierda el toro no iba. Total, que aquello result¨® ins¨ªpido, sin garra y sin emoci¨®n. Se dispuso a matar y ensart¨® el estoque en la piel del animal. Un horror.

?D¨®nde est¨¢ la explicaci¨®n de tama?a incompetencia? Quiz¨¢ es que Jesul¨ªn s¨®lo luce con toros poderosos y su toreo no tiene calidad para destacar ante nobles y bonancibles; quiz¨¢ es que, sencillamente, es vulgar; quiz¨¢ es que est¨¢ muy visto y ya no dice nada. Conclusi¨®n: es verdad que lo intent¨®, pero le toc¨® el mejor lote y no le sac¨® partido.

El resto de la corrida fue insufrible. Un fracaso sin paliativos del ganadero. Una prueba m¨¢s de que algo muy grave ocurre en las dehesas. No eran toros blandos, no. Eran enfermos terminales. Ni hubo tercio de varas ni el m¨¢s m¨ªnimo atisbo de faena posible con esos suced¨¢neos de toros bravos.

Ni Javier Conde ni Leandro Marcos tuvieron opciones de demostrar nada. El torero malague?o no enga?a a nadie. Es fr¨¢gil y dubitativo cuando no lo ve claro. No le sobra la confianza ni viene dispuesto a exponer un alamar. Si sale el toro, bien, y si no, al hotel. No hubo suerte y, muy despegado y desconfiado, sali¨® del paso como pudo, aunque menos amanerado que en su comparecencia anterior.

Marcos tore¨® en sustituci¨®n del herido Salvador Vega y mantiene intacto su cartel de torero de buen gusto. Su lote fue absolutamente imposible. Ambos toros rodaron por el albero sin rubor, y todo qued¨® en un derroche de buena voluntad.

Para voluntad la de Jesul¨ªn, pero dio toda la impresi¨®n de estar de vuelta.