Bio¨¦tica y nicotina
Respondiendo a la pregunta del entrevistador: "?Debe ser el fumador quien decida si quiere fumar durante el resto de su vida, o no?", la especialista en bio¨¦tica y nicotina, se?orita Menfor San, cuyo perfume llena la estancia, responde: "No hay ninguna duda sobre el deber de respetar la autonom¨ªa de cualquier enfermo, es un derecho que consagra la ley, y si la persona no padece ning¨²n trastorno mental, debe ser quien decida. Pero, ¨²ltimamente, en Estados Unidos est¨¢ progresando la teor¨ªa de que el fumador est¨¢ realmente loco, y eso cambia las cosas de una forma radical".
El periodista interroga de nuevo: "?Entonces, si est¨¢ loco, es que no debe respetarse su voluntad?" La entrevistada no lo duda: "En lugares p¨²blicos la voluntad del fumador no vale nada: ni aunque se esconda en el retrete, porque queda un olor espantoso, ni aunque salga a la terraza, porque luego deja todo lleno de colillas". El entrevistador carraspea, a causa de la irritaci¨®n que el perfume de la se?orita Menfor San le produce en la garganta, y vuelve a la carga: "Pero, ?no contaminan m¨¢s el tr¨¢fico o las chimeneas que unos cuantos cigarrillos?". "Me alegra que me haga usted esa pregunta", dice la se?orita Menfor San: "Los autom¨®viles son necesarios para la sociedad, lo mismo que las chimeneas de las f¨¢bricas, pero los fumadores no".
El entrevistador, cuyas ganas de llevarse un pitillo a la boca aumentan a medida que transcurre la entrevista, apunta: "?Y si el fumador fuma para mitigar su ansiedad?" "Pues, como la ansiedad ya es un primer s¨ªntoma de locura, se le cortan las dos piernas sin esperar a que sufra de trombosis", sentencia la se?orita Menfor, y a?ade: "As¨ª le resultar¨¢ mucho m¨¢s dif¨ªcil ir corriendo al estanco". El periodista, asombrado, objeta: "?Pero no ser¨ªa mejor cortarle una sola pierna? Lo digo porque las sillas de ruedas son car¨ªsimas: creo que salen a media tonelada de cintas de paquetes de Marlboro cada una". La entrevistada, famosa por su best seller Tabaco: corta por lo sano, r¨ªe y argumenta: "Si esa persona hubiese tenido en cuenta que en toda su vida no habr¨ªa podido reunir media tonelada de cintas de paquetes de Marlboro para su silla de ruedas, se lo habr¨ªa pensado dos veces antes de encender un pitillo".
El periodista, que chupa su bol¨ªgrafo sin sacar humo, hace la ¨²ltima pregunta: "?Y el Estado? ?No es culpable de nada?" La se?orita Menfor San fija su mirada en los ojos del entrevistador, y responde: "Caballero, el Estado s¨®lo es adicto al monopolio, no a la nicotina".
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