La Iglesia colombiana busca un acuerdo sobre los secuestrados
"El Gobierno y las FARC deben sustraer el acuerdo humanitario de la confrontaci¨®n pol¨ªtica", dijeron el mi¨¦rcoles por la noche los miembros de la Comisi¨®n de la Iglesia que buscan un acuerdo que logre la libertad de los canjeables en poder de la guerrilla m¨¢s numerosa de Colombia. Este grupo de canjeables lo forman 52 personas entre miembros de la fuerza p¨²blica, pol¨ªticos -entre ellos, la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt- y tres norteamericanos. El comunicado es un tir¨®n de orejas a las dos partes, Gobierno y FARC, que en la ¨²ltima semana han radicalizado sus posiciones.
"Mientras Uribe sea el presidente, las FARC est¨¢n sin interlocutor para el canje", dijo el pasado fin de semana Ra¨²l Reyes, comandante del grupo insurgente empe?ado en lograr la libertad de todos sus miembros presos. Son m¨¢s de 150 y entre ellos est¨¢ Sim¨®n Trinidad, uno de los negociadores del fallido proceso de paz, detenido en enero en Ecuador. A mediados de la semana pasada, el presidente ?lvaro Uribe tambi¨¦n habl¨® duro: "O los rescatamos, o nos los devuelven unilateralmente".
La Comisi¨®n de la Iglesia ha tenido dos encuentros con los guerrilleros sin lograr romper el di¨¢logo de sordos. El Gobierno insiste en que el intercambio debe incluir a los m¨¢s de mil secuestrados econ¨®micos que retienenlas FARC. La guerrilla asegura que los rescates son parte de su financiaci¨®n e insiste en la desmilitarizaci¨®n de las zonas donde est¨¢n los secuestrados; en esto no cede el Gobierno. A pesar de todo, la Iglesia cree que la puerta del intercambio no est¨¢ cerrada del todo. "La guerrilla deber¨ªa entender que los civiles no son objeto de canje", repiti¨® el domingo el cardenal Pedro Rubiano, presidente de la Conferencia Episcopal.
Lo ¨²nico cierto es el dolor de las familias que tienen en las c¨¢rceles de las selvas a sus familiares. Todos los martes, padres, madres, mujeres y hermanos de los soldados y polic¨ªas, algunos con m¨¢s de siete a?os de cautiverio, se re¨²nen en la plaza de Bol¨ªvar en Bogot¨¢, frente al edificio del Congreso. Llevan pancartas con las fotos de sus seres queridos; gritan consignas y reclamos. Nadie parece escucharlos.
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