'El ¨²ltimo mohicano', de J. F. Cooper
EL PA?S presenta, por 1 euro, la gran novela que dignific¨® el g¨¦nero de las aventuras del Oeste norteamericano
Cuando se acaba una estirpe -el futbolista artista, el economista keynesiano, el flamenco puro, el cantante de tangos, el novelista rom¨¢ntico, el cantautor, etc¨¦tera- en los titulares de la prensa, en las tertulias radio-f¨®nicas o de televisi¨®n, en las conversaciones privadas se utiliza con frecuencia una analog¨ªa barata en su comparaci¨®n con el ¨²ltimo mohicano. Triste t¨®pico. Los mohicanos eran los propietarios de las tierras que los hombres blancos ocuparon entre las fronteras de Canad¨¢ y la provincia de Nueva York; fueron, por tanto, los primeros despose¨ªdos del imperio que hoy se denomina Estados Unidos de Am¨¦rica. Los mohicanos se extinguieron ante los avances "o ante lo que podr¨ªa llamarse la irrupci¨®n de la civilizaci¨®n... De todas las tribus nombradas en estas p¨¢ginas s¨®lo perduran algunos individuos medio civilizados de los oneidas, en las reservas de su gente en Nueva York. El resto ha desaparecido".
Su autor fue alabado por escritores como Conrad, Melville o D. H. Lawrence
Recupera las andanzas de tramperos, vaqueros, descubridores de oro...
Estas palabras entrecomilladas pertenecen a un tiempo (a?o 1826) y a la m¨¢s bella obra de aventuras (El ¨²ltimo mohicano) del escritor estadounidense James Fenimore Cooper (1789- 1851), novelista, autor de libros de viajes y cr¨ªtico social. La primera cuesti¨®n, como tantas veces en la sociedad moderna, es saber si esta historia de amor, de la naturaleza considerada como riesgo, de viajes, traiciones y lealtades ha sido m¨¢s conocida por la lectura del texto de Cooper o por la pel¨ªcula de Michael Mann, estrenada en 1992 (con Daniel Day-Lewis de protagonista, como Ojo de Halc¨®n). Y a continuaci¨®n, cu¨¢l de las dos herramientas de comunicaci¨®n es superior. Le¨ªda hoy la novela y vista hoy la pel¨ªcula no cabe duda de la supremac¨ªa de la primera, a pesar de la dignidad de la ¨²ltima (que utiliza la esencia del argumento, no su literalidad). El ¨²ltimo mohicano es literatura de la grande. Es dif¨ªcilmente comprensible para el lector de ahora la pol¨¦mica de anta?o sobre la calidad de Fenimore Cooper . ?ste debe su fama a los relatos de aventuras ambientadas en las luchas entre los indios y los pioneros norteamericanos, de los que El ¨²ltimo mohicano no es sino el ejemplo m¨¢s notable. El esp¨ªa, Los pioneros, El tramposo, El cazador de gamos son otros ejemplos de este hermos¨ªsimo g¨¦nero de aventuras que precede a las historias del Far West y se compara en igualdad de condiciones con las de piratas, espadachines, bandidos, etc¨¦tera. Alabado por autores como Joseph Conrad, D. H. Lawrence o Herman Melville, se encontr¨® con la enemiga de Mark Twain, que trat¨® de ridiculizarlo. Es dif¨ªcil compartir el juicio del gran Twain leyendo El ¨²ltimo mohicano. Cooper resulta antip¨¢tico si uno se refiere a su ideolog¨ªa conservadora, esnobista y antidem¨®crata, pero en cuanto a sus novelas y relatos hay que recordar (para equilibrar la mala impresi¨®n de los que siempre creer¨ªan a Twain en materia literaria) que cuando Frank Schubert mor¨ªa, ped¨ªa que le trajeran m¨¢s libros de Cooper.
Primero Cooper y otros grandes, como Jack London, y en tono menor, autores como Zane Grey, Karl May o Stephen Crane recuperan las andanzas de tramperos, descubridores de oro, trineos conducidos por perros, ovejeros o vaqueros, pioneros en ocupar las tierras del Oeste... en un tiempo en que ya han dejado de existir para volverse leyenda. Novelas que entusiasmaban a los lectores de la novela de barba larga, que eran nost¨¢lgicos de otros tiempos que no volver¨ªan.
El ¨²ltimo mohicano est¨¢ ambientada en el territorio de los Grandes Lagos. La trama se desarrolla en 1757 y es el viaje entre dos fortalezas del bosque, los fuertes Edward y William Henry (en honor de los dos pr¨ªncipes favoritos de la familia reinante en Inglaterra). Es una novela de personajes: el ¨²ltimo mohicano, Uncas, y su padre, el guerrero Chingachgook; Hawkeye (denominado Ojo de Halc¨®n por su proverbial punter¨ªa); Alicia y Cora, las dos bellas hijas del comandante ingl¨¦s; el traidor hur¨®n Maquas, todos ellos inolvidables. Y la naturaleza, tratada como un personaje m¨¢s; como dijo el propio Cooper, una de las caracter¨ªsticas peculiares de las guerras coloniales en Norteam¨¦rica fue la necesidad de afrontar las fatigas y los peligros de la naturaleza antes de presentar batalla al enemigo. Bosques inmensos, impenetrables en apariencia, separaban las posesiones hostiles de Francia e Inglaterra.
El ¨²ltimo mohicano inaugura la tradici¨®n de la novela de aventuras en el Oeste americano. Su extraordinaria literatura sigue hoy vigente. Y tambi¨¦n el mito del ¨²ltimo indio. Cooper lo describe en uno de los ¨²ltimos p¨¢rrafos de su libro: "Muchos a?os transcurrieron hasta que el triste relato de la joven blanca y el joven guerrero mohicano dej¨® de amenizar las largas noches y las tediosas marchas, o de animar a los guerreros j¨®venes con el deseo de venganza". ?Qu¨¦ melancol¨ªa!
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