La valla de la discordia
Dos comunidades de propietarios, enfrentadas por el cierre de una finca que dificulta el paso a 600 familias
Sobrepasada una cierta edad, existen muchas posibilidades de que la farmacia se convierta en imprescindible en la vida de una persona. A sus 73 a?os, Justa Rodr¨ªguez no escapa a esta m¨¢xima. Presenta un cuadro m¨¦dico completo: hipertensi¨®n, problemas cardiovasculares, pr¨®tesis en una rodilla que le obliga a usar bast¨®n... Sin embargo, el puro tr¨¢mite de ir a comprar sus medicinas se ha convertido en un quebradero de cabeza. Y no por su cojera.
Justa vive en la calle de Cullera, en el Poblado M¨ªnimo de los C¨¢rmenes (distrito de Latina), y se siente aislada. La culpa la tiene un paso entre dos edificios por el que durante m¨¢s de cuarenta a?os se pudo acceder a la calle de Alhambra, donde est¨¢n la botica y los principales servicios del barrio, como el metro y el autob¨²s. Hace dos a?os, los vecinos de estos dos bloques decidieron cerrar el paso "por necesidad", como dice el representante de las comunidades de propietarios, Manuel Rodr¨ªguez. Para Justa y otras 600 familias de Cullera, esta decisi¨®n fue ilegal.
La cerca tiene permiso del Ayuntamiento, que ignora de qui¨¦n es el terreno
El barrio est¨¢ en pie de guerra. Para unos, la valla es necesaria; para otros, injusta
Las comunidades de propietarios de los n¨²meros 66 y 68 de Alhambra levantaron en junio de 2002 una cerca, con un port¨®n mec¨¢nico incluido, para bloquear el paso que los habitantes de la calle de Cullera utilizaban habitualmente.
Manuel Rodr¨ªguez explica que "la presencia constante de cristales, defecaciones y ropa abandonada dificultaba much¨ªsimo que se pudiesen aparcar los coches". Pidieron la pertinente licencia municipal para levantar la valla, que les fue concedida por el anterior concejal de Urbanismo, Sigfrido Herr¨¢ez. Sin embargo, los vecinos de Cullera alegan que parte del terreno que se ha cercado es propiedad del Instituto de la Vivienda de Madrid (Ivima) y que otra parte pertenece a la Tesorer¨ªa General de la Seguridad Social.
El barrio est¨¢ en pie de guerra. Por un lado, los habitantes de los bloques que han levantado la cerca. Por el otro, los vecinos de Cullera que lo consideran "una injusticia". Y en medio, el Ayuntamiento, que seg¨²n la concejal del distrito de Latina, Nieves S¨¢ez de Adana, ha intentado buscar un acuerdo entre las partes.
"El enconamiento ha llegado hasta un punto en que parece imposible que alguna de las partes ceda. El Ayuntamiento tan s¨®lo concedi¨® la licencia de cerramiento, que se da sin perjuicio de terceros. Es decir, nosotros damos el permiso al margen de qui¨¦n sea el propietario del terreno", aclara S¨¢ez de Adana.
La concejal explica que el espacio entre ambos edificios no es legalmente una servidumbre de paso, ya que ¨¦sta nunca se ha solicitado, por lo que el cerramiento es "perfectamente legal seg¨²n los criterios a los que tiene que atender el Ayuntamiento". "Conceder la licencia no es un acto discrecional, sino que est¨¢ reglado", asevera.
En este punto de enfrentamiento irreconciliable ha surgido una nueva voz: el Instituto de la Vivienda de Madrid (Ivima) ha anunciado que har¨¢ valer sus derechos como propietario "de unos 700 metros cuadrados de la superficie, algo as¨ª como la mitad del terreno" y "ordenar¨¢ la retirada de la valla", seg¨²n un portavoz del instituto. "Otra cosa es lo que quieran hacer los vecinos del 66 y el 68 de la calle de Alhambra con el terreno que es suyo. El Ivima no se mete en eso, pero s¨ª reclamar¨¢ que no se cerquen sus propiedades", aseguran las mismas fuentes.
Los vecinos de Cullera aseguran que la intenci¨®n ¨²ltima del cerramiento es construir un aparcamiento y sacar beneficio del alquiler de sus plazas. Esta zona de Madrid es particularmente insegura y un lugar cerrado donde dejar el coche se cotiza alto. Una persona que prefiere no identificarse asegura que ha utilizado ese aparcamiento para su veh¨ªculo privado, aunque no ha recibido factura alguna por ese alquiler.
Probablemente la concejal de distrito S¨¢ez de Adana se quedaba corta al referirse al "enconamiento" de la situaci¨®n. En estos momentos existe una querella por amenazas que Manuel Rodr¨ªguez ha interpuesto ante los tribunales contra uno de los vecinos de Cullera que lo increparon cuando comenz¨® a levantarse la valla.
Con semejantes mimbres, pensar en una soluci¨®n al margen de los juzgados resulta complicado. Otro vecino de Cullera, Alfonso Candelas, llama la atenci¨®n sobre otros problemas potenciales que puede acarrear el cerramiento: "Si hay una emergencia, se est¨¢ impidiendo el acceso a los veh¨ªculos a una zona en la que hay mucha gente mayor. Adem¨¢s, los ni?os del colegio Bienaventurada Virgen Mar¨ªa han tenido que cambiar su rutina para bajarse del autob¨²s una parada antes o una despu¨¦s".
Otro argumento al que se aferran los afectados es que la valla incumple una de las prescripciones particulares de la licencia municipal. ?sta ordena que "la puerta de acceso de veh¨ªculos no contar¨¢ con ning¨²n tipo de cerradura, candado o similar". Sin embargo, el port¨®n verde que permite la entrada o salida de los coches est¨¢ perpetuamente cerrado, seg¨²n Rodr¨ªguez, "por motivos de seguridad". La concejal de distrito asegura que se ha requerido a las comunidades de propietarios de estos inmuebles que eliminen las cerraduras. "?sta es una cl¨¢usula que va dirigida al paso de los veh¨ªculos de emergencia", aclara S¨¢ez de Adana, "as¨ª que s¨®lo tienen dos opciones: o prescindir del cierre o contratar a un vigilante las 24 horas".
El d¨²o catal¨¢n Estopa se hace una pregunta en el t¨ªtulo de su ¨²ltimo disco: ?La calle es tuya? La misma cuesti¨®n mantiene enfrentados a los vecinos de Cullera y Alhambra por algo m¨¢s que una valla. Cada d¨ªa, la farmacia parece un poco m¨¢s lejos para Justa Rodr¨ªguez.
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