Felicidad
Da gloria ver a Gaspar Zarr¨ªas en las fotos del nuevo Gobierno con esa irreprimible sonrisa que ha reventado ya todas las costuras de la contenci¨®n. As¨ª como al T¨ªo Gilito se le pone el signo del d¨®lar en los ojos cuando intuye un buen negocio, nos parece que en los de Gaspar Zarr¨ªas aparecer¨¢n de un momento a otro las palabras "Mayor¨ªa" y "Absoluta". No es que yo sea un enemigo de la felicidad; todo lo contrario. Ojal¨¢ todos fu¨¦ramos a la oficina radiantes de dicha como nuestro consejero. Ahora, tampoco soy un ingenuo y s¨¦ que la dicha ajena tiene muy mala prensa y puede acabar con un pol¨ªtico. Alguien deber¨ªa recomendarle a Zarr¨ªas que se cortara un poco. La gente es buena, pero hay dos cosas que no perdona: la felicidad de los escritores y la satisfacci¨®n de los pol¨ªticos.
De lo de los escritores me di cuenta hace poco. Yo, que soy partidario de salir con rostro afable en las fotos, descubr¨ª que no se debe sonre¨ªr en la contracubierta de los libros. Para que tomen en serio tu literatura es mucho mejor salir circunspecto o meditabundo, con el entrecejo fruncido en signo de profunda meditaci¨®n. Si sales radiante, est¨¢s perdido. Aqu¨ª la alegr¨ªa se confunde con la estulticia. Claro que todav¨ªa es peor reconocer que para ti el proceso creativo no entra?a dolor alguno y que no tienes que ejercer sobre tu psicolog¨ªa violencia de ning¨²n tipo. Que te diviertes escribiendo, vamos. Si tienes la osad¨ªa de afirmar eso, nadie te tomar¨¢ en serio. A la gente no le gusta que la escritura nazca de la felicidad; les parece poco aut¨¦ntico. A los lectores les gusta creer que los escritores sufren mientras escriben. Les parece que el dolor da a la obra m¨¢s intensidad que el gozo.
Con los pol¨ªticos sucede tres cuartos de lo mismo. Al elector no le gusta verlos satisfechos, sino preocupados por la situaci¨®n. Lo cual tiene por otra parte cierto sentido. Con la cantidad de problemas que hay, dice la gente, ?de qu¨¦ se r¨ªe este t¨ªo? El mi¨¦rcoles pasado un lector de este peri¨®dico publicaba una carta en la que recordaba el lamentable estado de la investigaci¨®n en Andaluc¨ªa, la imposibilidad de acabar con los seiscientos mil parados de nuestra regi¨®n, el alto ¨ªndice de fracaso escolar, y nuestro d¨¦ficit de infraestructuras. Con este panorama, la verdad, si Chaves me nombrara consejero de la Presidencia, yo no estar¨ªa feliz, sino abrumado por la responsabilidad que me ha ca¨ªdo encima. Y si adem¨¢s llevara en el poder tanto tiempo como Zarr¨ªas a la preocupaci¨®n a?adir¨ªa un puntito de bochorno.
Zarr¨ªas deber¨ªa mirarse en la impenetrable cara dura de Dick Cheney, el vicepresidente de los Estados Unidos. Pese a estar ganando dinero a espuertas con ese formidable negocio llamado "lucha contra el terrorismo", este tipo jam¨¢s sonr¨ªe en las fotos. Ya puede estar su antigua empresa (con la que mantiene v¨ªnculos econ¨®micos) obteniendo de la Administraci¨®n por ¨¦l vicepresidida multimillonarios contratos para la explotaci¨®n del petr¨®leo iraqu¨ª, que el t¨ªo no suelta una sonrisita. Nadie dir¨ªa de ¨¦l que lo ¨²nico que le preocupa es conservar el poder y ganar m¨¢s pasta.
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