Gibernau hace saltar la banca
El espa?ol vence en Jerez y desaloja a Rossi del liderato mundial despu¨¦s de tres a?os de reinado
El 8 de abril de 2001, Valentino Rossi venci¨® en la prueba inaugural del Mundial, disputada en Jap¨®n, y se coloc¨® l¨ªder de la m¨¢xima categor¨ªa del motociclismo, por entonces la de 500cc, hoy llamada MotoGP. Desde ese d¨ªa ning¨²n corredor ha osado discutirle al italiano tan honroso puesto. Ni mucho ni poco. Primero Rossi, luego el desierto y despu¨¦s los dem¨¢s. ?ste era el orden establecido. Tres a?os, en los que se han disputado 49 grandes premios, se ha pasado el se?or Rossi al frente del pelot¨®n, coleccionando r¨¦cords y t¨ªtulos mundiales:uno, dos y tres. Pero ayer Rossi dej¨® de ser el due?o eterno del liderato. De ¨¦l le desaloj¨® un barcelon¨¦s de 32 a?os, bautizado como Manuel y que borr¨® de todos sus documentos ese nombre para pasar a la historia con el de Sete: Sete Gibernau se llama, desde ayer, el l¨ªder del Mundial.
El barcelon¨¦s agot¨® a Max Biaggi y, empapado de gloria, cruz¨® la meta entre el jolgorio de 125.000 aficionados
La gloria le lleg¨® a Sete en Jerez, en el que sigue siendo el para¨ªso del motociclismo espa?ol. Gan¨® una carrera dantesca en una pista llena de trampas, las que provocaba el agua que la inundaba por culpa del diluvio que cay¨® toda la ma?ana. Durante 53 minutos, un segundo y 293 mil¨¦simas, su tiempo oficial, estuvo Sete sobre su Honda, esa bestia de 240 caballos que le lleva a mal traer, inc¨®modo como se siente con su chasis, que cuando circula con gomas duras (las que se llevan en superficies secas) le empuja el culo -dice ¨¦l- hacia arriba, como un caballo que no se dejara domar. A lomos de esa m¨¢quina Gibernau gobern¨® la prueba con una autoridad insultante, como hasta ayer s¨®lo se atrev¨ªa a hacer Rossi. Se asom¨® l¨ªder a la primera curva y primero estuvo 26 de las 27 vueltas de las que constaba la carrera. S¨®lo en el giro 16 dej¨® que el italiano Max Biaggi, su constante perseguidor, le rebasara: "Quer¨ªa comprobar" explic¨®, "si Max fallaba en los mismos sitios del asfalto en los que yo no me sent¨ªa bien".
Hecha la comprobaci¨®n, el espa?ol eligi¨® una de esas curvas en las que Biaggi se frenaba para superarlo por dentro. Fue el principio del fin para el italiano, que pareci¨® arrojar la toalla. Desde la cuarta vuelta, Sete y ¨¦l disputaron una carrera diferente al resto. Hasta entonces andaban incrustados en un grupo demasiado multitudinario para una prueba de la m¨¢xima categor¨ªa. En ¨¦l estaban tambi¨¦n Rossi, su compatriota Marco Melandri, el brasile?o Alex Barros y Carlos Checa, siempre con Sete al frente, vigilante. Cuatro vueltas dur¨® el atasco. Se larg¨® el de Barcelona, le acompa?¨® en la aventura Biaggi y a su espalda qued¨® una lucha que dej¨® cuarto a Rossi, algo impensable, un sacrilegio en toda regla.
Sorprend¨ªa que Rossi, con una moto nueva, la Yamaha, una m¨¢quina con tantas victorias en su haber como lejanas en el tiempo,apaleara de nuevo a unos rivales que, al fin y al cabo, pilotan la misma moto que le dio el t¨ªtulo a ¨¦l los tres ¨²ltimos a?os. Gan¨® Rossi la primera carrera, en Sur¨¢frica, y parec¨ªa que no hab¨ªa nada nuevo bajo el sol. Sete, tercero en Welkom, mostraba su enfado reclamando un poquito de atenci¨®n por parte del equipo Honda.
Todo cambi¨® ayer. Rossi se llev¨® un buen susto cuando su Yamaha comenz¨® a bailar en el asfalto y el se qued¨® agarrado a ella, con las dos piernas en el aire, a punto de echar a volar. Quiz¨¢ por ello prefiri¨® no entrar en batallas para las que, al menos en superficie mojada, no se sabe si su moto est¨¢ como para llegar la primera. Se conform¨® as¨ª con una cuarta plaza casi innoble trat¨¢ndose de quien se trata. Y no pudo seguir ampliando el r¨¦cord hist¨®rico de podios consecutivos, que en Sur¨¢frica situ¨® en 23, uno m¨¢s que el m¨ªtico Giacomo Agostini. Pero Rossi era ayer un actor secundario. El protagonismo y el liderato se lo rob¨® Gibernau, que viajaba muy lejos de ¨¦l, a m¨¢s de 58 segundos, y que encar¨® las ¨²ltimas vueltas en solitario, con el resistente Biaggi agotado. Y en solitario cruz¨® la meta entre el jolgorio general de los 125.000 aficionados que hasta el circuito se acercaron para empaparse de agua y ver c¨®mo Gibernau cambiaba el orden establecido, saltaba la banca y se empapaba de gloria.
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